La selección bíblica leída en una reunión de testimonios del miércoles en una Iglesia Científica de Cristo, incluía la historia tan familiar de David y Goliat. Yo había oído y leído este relato infinidad de veces. Esa noche, no obstante, una declaración que no había notado anteriormente se destacó muy clara y vívidamente. Era este versículo (1° Samuel 17:16): “Entretanto se acercaba aquel filisteo de mañana y de tarde, y se presentó en actitud de reto por espacio de cuarenta días.”
La historia continúa relatando que David tomó una pequeña piedra y con su honda la lanzó contra Goliat pegándole en la frente, poniendo fin así y para siempre a las repetidas amenazas de este gigante y eliminando el temor que había infundido en todo Israel.
A pesar de que Goliat hizo despliegue de su tamaño y fuerza, armadura, escudo y pesada lanza durante cuarenta días, su confianza en los medios materiales repentinamente sufrió un colapso. David, un joven sin ninguna experiencia en el arte de la guerra, pero con una gran confianza en su Dios, usó los sencillos medios que un pastor tenía para defender a su rebaño, y así venció en pocos minutos a un guerrero experimentado.
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