Mi corazón desborda de gratitud hacia Dios que sin duda alguna me ha guiado a esta maravillosa senda de Vida, la Ciencia Cristiana. Desde hacía mucho tiempo, había estado buscando algo que me ofreciera una explicación inteligente de la manifestación del Amor divino.
Fuí fiel a la religión en que me había criado hasta que llegué a la edad en que uno hace preguntas, y luego demanda respuestas en cuanto a la existencia y la relación del hombre con Dios. Investigué varios aspectos diferentes de teología, ayudada por personas preparadas, pero nada fue capaz de satisfacerme. Hallé que me había tornado completamente atea y que tenía la cabeza llena de toda clase de teorías acerca de la existencia, a cual más complicada.
Después del nacimiento de nuestro primer niño, enfermé tan gravemente que me ví obligada a guardar cama la mayor parte del tiempo durante un año y medio. Esto no me impidió hacer muchas cosas útiles en beneficio de mi hogar y de mi familia, pero en razón de que había momentos en que el sufrimiento era tan grande, me puse a estudiar un idioma extranjero para tener algo en que ocupar mis pensamientos. Una persona conocida venía a mi casa para darme lecciones, pero lo más importante de todo, es que me presentó la Ciencia Cristiana.
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