La hora del día que más le gustaba a Betsy era la dedicada a la narración de cuentos. A ella le gustaban especialmente los relatos bíblicos. A veces escuchaba a su madre que le contaba acerca de cómo fueron librados los tres jóvenes hebreos que habían sido echados al horno ardiente porque se rehusaron a adorar ídolos y así violar el Primer Mandamiento. Betsy deseaba poder guardar siempre este mandamiento: “No tendrás otros dioses delante de mí” (Exodo 20:3), pues de ese modo estaría segura de la protección de Dios.
Después que Betsy comenzó a asistir a la escuela, se le presentaron muchas oportunidades de recordar las historias de la Biblia y de poner en práctica las verdades que había aprendido de ellas.
En cierta ocasión su clase asistió a uno de los conciertos que se ofrecían en un gran auditorio municipal. Dado que todos los niños de las escuelas de la ciudad y de los pueblos vecinos asistían a estos conciertos, ese día había un gran número de enormes autobuses amarillos en ese recinto municipal.
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