Hace más de treinta años encontré el camino que me guió a la Ciencia Cristiana. Y he podido constatar que tal como Mrs. Eddy lo declara en el libro de texto, Ciencia y Salud (págs. 180, 181) yo también he visto que “para aliviar inflamaciones, disolver tumores o curar enfermedades orgánicas, la Verdad divina es más potente que todos los remedios inferiores.”
Había estado sufriendo durante muchos años de una infección en la cavidad abdominal. Había consultado a varios médicos y después de una operación tuve que permanecer muchos meses en el hospital. Al no experimentar mejoría visible y haciendo caso omiso del consejo de los médicos, abandoné el hospital pues prefería morir en mi propia casa. Mientras me encontraba en mi lecho de enferma leí mucho la Biblia. Siempre había creído que debía existir una iglesia dónde fuese posible hallar la curación.
Aconteció que un día mi familia se mudó a una gran ciudad. Un pariente en ésa me contó acerca de las curaciones que se llevaban a cabo mediante la Ciencia Cristiana. Al momento decidí que haría el esfuerzo de asistir a los servicios y cuando fui a una reunión de testimonios del miércoles me sentí profundamente emocionada al oir la interpretación de la Biblia que daban las selecciones leídas del libro de texto.
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