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“¿Dónde ha de descansar la mirada...?”

Del número de enero de 1967 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras,” Mary Baker Eddy ofrece muchas reglas a aquellos que desean sanar a los enfermos por medio de la Ciencia CristianaChristian Science: Pronunciado Crischan Sáiens.. En todo momento el libro señala que cualquier problema es un estado mental y no una condición material aparte de la mente. La enfermedad es un pensamiento mortal y es como pensamiento que la enfermedad debe de ser destruída. Para lograr esto, el pensamiento del paciente debe ser guiado a comprender las ideas espirituales y a cesar de estar pendiente de las sensaciones físicas y de la contemplación de las discordancias materiales.

Mrs. Eddy escribe (ibid., pág. 264): “Los mortales tienen que mirar más allá de las formas finitas y perecederas, si quieren obtener el concepto verdadero de las cosas. ¿Dónde ha de descansar la mirada sino en el reino inescrutable de la Mente?”

En el trabajo de la curación científica, jamás se da énfasis a lo físico, nunca se espera recibir un diagnóstico sobre las condiciones corporales, jamás se orienta el pensamiento del paciente hacia lo carnal o hacia las pretensiones a que aspira la discordancia. Por el contrario, uno alienta al paciente a contemplar el verdadero concepto acerca de Dios y del hombre; a contemplar la vida y la salud, la fortaleza y la pureza, y estos conceptos verdaderos destruyen los falsos.

El dirigir el pensamiento hacia la contemplación del cuerpo, fomenta la creencia en la inarmonía física. En cambio, el dirigir la mirada del paciente hacia la contemplación de su ser perfecto, la imagen de Dios — lo que en realidad él — es destruye la ilusión de la enfermedad y hasta la puede eliminar rápidamente. Cuando la mente se ve inundada por la luz espiritual, desaparecen las sombras de los sentidos materiales falsos.

Cristo Jesús ilustró los efectos que el pensamiento produce en el cuerpo cuando dijo (Lucas 11:34): “La lumbrera del cuerpo es el ojo: por tanto, cuando tu ojo sea sencillo, todo tu cuerpo también estará lleno de luz; mas cuando sea malo, todo tu cuerpo también estará lleno de tinieblas.”

Es menester que elevemos el pensamiento más allá y por encima de la materia en lugar de morar en los sentidos materiales que son los que producen y mantienen la dificultad. Mrs. Eddy dice en Ciencia y Salud (pág. 95): “El sentido material no despliega las verdades de la existencia; pero el sentido espiritual eleva la consciencia humana a la Verdad eterna.”

El médico se encuentra en desventaja debido a que cree en la realidad de los síntomas y de las discordancias materiales. Jamás se eleva por encima de los sentidos, sino que trabaja para cambiar el cuerpo físico y falla en comprender que es el pensamiento humano el que necesita atención mental y espiritual.

Es motivo de sorpresa el ver que la facultad médica sea tan lenta para admitir plenamente la verdad de que las tales llamadas condiciones físicas son estados mentales; renuencia que sorprende aún más si se considera la fuerte evidencia que presenta el hecho de que las drogas y otros métodos materiales no ejercen ningún poder sobre el cuerpo una vez que la mente lo ha abandonado. Mrs. Eddy dice en The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany (La Primera Iglesia Científica de Cristo y Miscelánea, pág. 302): “Ni la vida, ni la muerte; ni la salud, ni la enfermedad, pueden manifestarse en un cadáver por cuanto la mente lo ha abandonado. Este hecho, evidente de por sí, prueba que la mente es la causa de todo efecto que se manifiesta a través de la tal llamada materia.”

Este análisis debiera alentar al Científico Cristiano porque muestra sin lugar a dudas que la enfermedad no gobierna su cuerpo, sino que es su pensamiento el que lo hace. Cuando la consciencia en la Verdad reemplace el estado de consciencia en el error y en sus síntomas, entonces los pensamientos mortales que se exteriorizan como enfermedades, no tendrán lugar donde morar y, por consiguiente, desaparecerán. La consciencia individual, el reflejo de la Verdad, es el hombre real y este reflejo se manifiesta en espiritualidad radiante una vez que el paciente admite que Dios es su única Mente y que no existe una mente mortal que pueda obscurecer su mentalidad.

Si la obscuridad mental pareciera ser densa e impenetrable, entonces, tanto el practicista como el paciente, deben negar vigorosamente esta obscuridad, y con la autoridad de la Ciencia del Cristo que ellos aceptan, declarar su nada y su inhabilidad para persistir. Las tinieblas mentales — lo terrenal — sólo pueden persistir mientras se crea en ellas. Los síntomas se aferrarán sólo mientras se admita su existencia.

La negación específica de los síntomas de la enfermedad, no lo priva a uno de posar su mirada en lo que es real, sino que, por el contrario, despeja su atmósfera mental de manera que el pensamiento puede elevarse por encima de la materia y encontrar “el reino inescrutable de la Mente.” En este reino no hay ni enfermedad ni pecado. Al destruir la creencia en la materia uno encuentra a la Mente. Al rechazar el pensamiento de enfermedad, uno se libra de la enfermedad.

A menudo se observa que una persona que se encuentra sufriendo de las ilusiones de una enfermedad, piensa en ella constantemente. Cuando estudia o lee literatura de la Ciencia Cristiana, lo hace con la esperanza de ser sanado de su enfermedad. Sin embargo, recibiría más ayuda si estudiara mas bien con el simple deseo de conocer la realidad. Si pierde de vista las pretensiones de la mente mortal y se torna consciente de las demandas de la Verdad, entonces verá que su mente se ilumina y que su cuerpo se libra de la enfermedad.

¿Hay algo que pueda absorber más que el investigar “el reino inescrutable de la Mente”? Al contemplar la realidad y estar consciente de que uno es la idea de la Mente y vivir las cualidades que lo caracterizan como esa idea, se obtiene una vislumbre del lugar que uno ocupa en la creación de Dios y de este modo se disfruta de la profunda paz que acompaña tal desarrollo espiritual. Las vistas restauradoras de vida, estimularán su interés en conocer el ser espiritual; sus afectos se purificarán considerablemente; y la sabiduría lo inspirará a ayudar a otros a liberarse del estar conscientes del mal. Ayudará así a toda la humanidad a descubrir que vivimos en un estado mental, y que la espiritualización del pensamiento impedirá que se desarrolle en el cuerpo o en su medio ambiente algo que sea desemejante a la Mente.

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