Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, escribe en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras (pág. 259): “En la Ciencia divina, el hombre es la verdadera imagen de Dios. La naturaleza divina se expresó de la mejor manera en Cristo Jesús, quien proyectó sobre los mortales un reflejo más exacto de Dios y elevó sus vidas a un nivel más alto de lo que permitían sus pobres modelos de pensamiento, — pensamientos que presentaban al hombre como caído, enfermo, pecador y que muere. El entendimiento, a la manera de Cristo, de lo que es el ser científico y la curación divina, incluye un Principio perfecto y una idea perfecta, — Dios perfecto y hombre perfecto, — como base del pensamiento y de la demostración”.
La revelación de que el hombre, como imagen y semejanza de Dios, tiene una identidad espiritual perfecta, es una de las enseñanzas principales de la Ciencia Cristiana. El descubrimiento que hizo Mrs. Eddy trajo a la humanidad no tan sólo la reconfortante seguridad de que existe un afectuoso Padre-Madre, Dios, que cuida incesantemente de todos Sus hijos, sino también una religión práctica y demostrable.
La Ciencia Cristiana nos capacita para obedecer inteligentemente este mandamiento del Maestro: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:39). Su beneficiosa actividad fue una ilustración de cómo este mandamiento puede ser observado de una manera práctica en la vida diaria. Sólo a medida que comprendemos correctamente nuestra propia naturaleza como hijos de Dios, podemos ver a nuestro prójimo como Dios lo creó y como Jesús lo vio.
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