A Mabel le gustaba mucho jugar con su hermano Horacio. Ambos eran buenos compañeros. Entonces, ¿por qué discutían tanto? La mayoría de las veces era Mabel quien provocaba las discusiones, aunque en seguida decía que se arrepentía, y entonces volvía a reinar la calma. Mabel deseaba sinceramente corregirse del hábito de discutir, pero no parecía hacer mucho progreso.
Mrs. Eddy dice en Ciencia y Salud (pág. 5): “La tentación nos incita a repetir la falta, y el pesar viene como resultado de lo que se ha hecho”. Esto era lo que ocurría a Mabel.
Cuando a Mabel le dieron una nueva perrita — Copita — las cosas no mejoraron. Al principio ella y Horacio estuvieron muy ocupados cuidando y enseñando a la perrita. Todo marchó muy bien hasta que Mabel empezó a descuidar su parte, lo que obligó a Horacio a hacerlo todo solo. Horacio recordó varias veces a Mabel que ella tenía que cumplir con su parte, pero cada vez que él se lo mencionaba, Mabel provocaba una discusión.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!