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[Original en español]

Hace varios años, cuando mi...

Del número de octubre de 1968 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hace varios años, cuando mi madre me invitó a la iglesia filial de la Ciencia Cristiana donde ella concurría, acepté la invitación muy complacido, aunque no tenía conocimiento de qué podría tratarse, realmente. No obstante, ese primer contacto con la Ciencia CristianaChristian Science: Pronunciado Crischan Sáiens. en una reunión de testimonios de los miércoles, me dio la seguridad de que ya nunca podría tener la sensación de estar desamparado. La cordial bienvenida de los ujieres, la inspiración de las selecciones leídas desde el púlpito, y la atmósfera espiritual que prevalecía en la iglesia, fueron las pruebas más convincentes de que había llegado a ese lugar bajo la dirección de Dios.

A medida que comencé a estudiar la Lección-Sermón del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, fui tomando conciencia de un nuevo concepto de Dios y del hombre que me permitió buscar ayuda sólo en la Mente divina, Dios, y no confiar más en remedios materiales. Pero si bien había experimentado el poder curativo de la Ciencia Cristiana por medio de la oración, continuaba aferrado al hábito de fumar y de tomar bebidas alcohólicas.

No obstante, ya había aprendido a través de la lectura de la Biblia que “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Salmos 46:1); y así, la creencia de que el hombre pudiera estar dominado por alguna costumbre nociva, se iba desmoronando. En Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras encontraba las bases para la comprensión de que los malos hábitos tenían que desaparecer: “El apetito depravado por las bebidas alcohólicas, el tabaco, el té, el café o el opio sólo se destruye por el dominio de la Mente sobre el cuerpo. Este dominio normal se adquiere merced al poder y el entendimiento divinos” (pág. 406). Y Mary Baker Eddy continúa diciendo: “No puede derivarse placer de la embriaguez, convirtiéndose en un imbécil o en un objeto que cause repugnancia; esto más bien deja un recuerdo mortificante, un sufrimiento inconcebiblemente terrible para el amor propio del hombre”.

Un día, me encontraba esperando un ómnibus, y debido a que tardaba en venir comencé a impacientarme. En ese momento, y mientras trataba de recordar todas las curaciones y beneficios que ya había recibido por medio de la Ciencia Cristiana, me vino este pensamiento: ¿ Por qué no comenzar ya a agradecer a Dios, pensando en el testimonio que podré dar en una iglesia filial de la Ciencia Cristiana, sobre la curación del hábito de fumar? Y, aunque en ese momento tenía un cigarrillo en mis manos, una sensación de regocijo y de gratitud invadió mi pensamiento; era la alegría de saber que mi verdadero ser, protegido por Dios y escondido en el Cristo, la Verdad, nunca había sido contaminado por creencia mortal y pecaminosa alguna.

Paulatinamente, el deseo de fumar, juntamente con el de ingerir bebidas alcohólicas fué reemplazado por el de un mayor reconocimiento por la Ciencia Cristiana, y un mayor deseo de unirme a esta Causa. Al poco tiempo, me encontraba completamente libre del hábito de fumar y al mismo tiempo de ingerir bebidas alcohólicas. Estaba sanado. Ahí fue cuando pude apreciar estas palabras: “El Amor divino corrige y gobierna al hombre” (Ciencia y Salud, pág. 6).

Después de esta liberación, pude dar los pasos necesarios para unirme al movimiento de la Ciencia Cristiana, haciéndome miembro de La Iglesia Madre, y de una iglesia filial.

Hoy, expreso mi gratitud a Dios, por haber tomado clase de instrucción Primaria, por haber servido como Segundo Lector en una iglesia filial en Buenos Aires, y en la actualidad, leer en los servicios de la Ciencia Cristiana celebrados en un establecimiento penal del Estado de Massachusetts.

También estoy muy agradecido por Cristo Jesús, por Mrs. Eddy y por esta bendita Causa.


Testifico que el testimonio relatado por mi hijo es verídico, y también quiero expresar gratitud a Dios, por Cristo Jesús, y por nuestra Guía Mrs. Eddy, por todas las bendiciones que he recibido en la Ciencia Cristiana; por ser miembro de La Iglesia Madre, de una iglesia filial, y por el privilegio de haber pasado clase de instrucción Primaria en mi país.


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