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Cuando me encontraba estudiando...

Del número de enero de 1969 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando me encontraba estudiando en la escuela secundaria, llevando a cuestas lo que parecía ser una pesada carga de todo lo que tenía para estudiar, además de seguir al mismo tiempo una carrera en el campo de la música, comencé a tener dificultades de la vista, como para proseguir mis actividades normalmente. Me hicieron un examen de los ojos, y me recetaron anteojos.

Durante mi carrera universitaria y durante el tiempo que presté servicios en el Ejército de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, continué usando anteojos.

Después de volver del servicio activo, ingresé en una empresa en un empleo que demandaba mucho trabajo de oficina y constante ocupación con números. Por las noches concurría a la Facultad de Derecho y ocupaba muchas horas estudiando.

Una noche, de regreso a mi hogar, me di cuenta que no podía estudiar debido a una enorme molestia en mis ojos y a un fuerte dolor de cabeza. En lugar de tomar mis libros de derecho para estudiar, me torné a Ciencia y Salud por Mrs. Eddy y devotamente repasé “la declaración científica del ser” que se encuentra en la página 468. Entre sus verdades se encuentra ésta: “Todo es la Mente infinita y su manifestación infinita, porque Dios es Todo-en- todo”. Después me dediqué a buscar todo lo que Mrs. Eddy dice acerca de “visión”, “ojos” y “vista”. Para mi satisfacción, encontré que la página 486 del libro de texto contiene el siguiente pasaje: “La vista, el oído, todos los sentidos espirituales del hombre, son eternos. No se pueden perder. Su realidad e inmortalidad están en el Espíritu y en la comprensión, no en la materia, — de ahí su permanencia”. Allí estaba la respuesta que yo necesitaba.

La definición de Mrs. Eddy sobre “ojos” en la página 586 del mencionado libro comienza así: “Percepción espiritual, — no material, sino mental”. Mi vista, entonces, no tenía nada que ver con los órganos físicos llamados ojos. Y pude comprender también que si los ojos físicos no son los productores de la visión, entonces los ojos físicos tampoco podían cansarse ni podían ocasionar dolor. Comprendí también que tampoco necesitaba anteojos para incrementar la visión, la cual es espiritual, sino lo que necesitaba, más bien, era un mayor entendimiento espiritual.

Me quité los anteojos los que había estado usando hasta ese momento, y desde entonces, ¡ nunca más los he vuelto a usar! Exámenes médicos posteriores requeridos por el seguro de vida y por la Reserva del Ejército probaron que mi vista era normal.

En los veintisiete años o más que tuvo lugar esta curación, mi trabajo diario ha estado siempre estrechamente relacionado con números, y nada de esto me ha causado ninguna sensación de cansancio o incomodidad.

Nuestros dos hijos nacieron en nuestro hogar, con la ayuda de una enfermera de la Ciencia Cristiana y de una practicista de la Ciencia Cristiana. Los niños han sido protegidos y curados de todas las dificultades de la niñez, y ellos reconocen a Dios como su único médico. Un tumor desagradable en el cuello de uno de los niños fue eliminado con la ayuda de la Ciencia solamente.

Mi gratitud hacia nuestra religión no sería completa sin mencionar la afectuosa provisión que nos dejara Mrs. Eddy al establecer la clase de instrucción Primaria, la cual, a través de los años, ha sido de mucha significación para mí.

También estoy muy agradecido por la bendición de ser miembro de La Iglesia Madre, de una iglesia filial, y por el privilegio de haber servido en esta última como Primer Lector, como miembro de su Comisión Directiva, y como maestro de la Escuela Dominical.

Mi gratitud a Dios no conoce límites.


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