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[Para niños]

El retorno de Topsy

Del número de enero de 1969 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Topsy es el nombre de una perrito negra que es la vivida expresión de la alegría y de la devoción. Ella ama particularmente a los niños. Y fue este amor el que le proveyó de cuidado y abrigo cuando estuvo perdida, y fue lo que condujo a su hallazgo y a su regreso al hogar.

Topsy pertenecía a una familia de cuatro miembros: el padre, la madre, una niña y un niño, y todos vivían en una isla. A Topsy le gustaba correr en la playa, nadar, caminar cuando iban de excursión y jugar con los niños pequeños que iban de visita a la casa. Ella nunca había estado fuera de la isla y desconocía el tránsito de la ciudad y sus alrededores. Sin embargo, fue necesario para la familia llevarla a la ciudad y dejarla por unos días con una amiga. Esta amiga la cuidaría bien y Topsy podría jugar en un patio cercado. Pero a su regreso, cuatro días más tarde, la familia fue notificada que a pesar de todas las precauciones tomadas, el primer día Topsy había saltado sobre la cerca y no la habían vuelto a ver.

De momento la familia sintió la tentación de alarmarse, pero luego recordaron todas las verdades que habían podido probar muchas veces por medio de la Ciencia Cristiana, y todas las pruebas del cuidado de Dios que habían presenciado. Topsy había sido sanada aun cuando una amiga que estaba de visita en la casa había pronosticado que no viviría hasta la mañana siguiente. En esa ocasión la familia cantó sus himnos favoritos y leyó pasajes de la Biblia, y de Ciencia y Salud por Mrs. Eddy. La mamá se levantó varias veces durante la noche para leer y orar, y cuando el resto de la familia fue a tomar el desayuno a la mañana siguiente, encontraron a Topsy moviendo su cola y lista para comer también. Retozó en la cocina tan contenta como siempre.

La familia estaba segura de que la verdad que entonces la había curado, ahora la sostendría y protegería guiándola de nuevo a ellos. La amiga puso un anuncio en los periódicos, la noticia se leyó por la radio y se comunicó a las agencias que se hacen cargo de los perros extraviados. Mas nadie pudo dar información sobre la perrita negra. Esa noche el pequeñuelo de la familia continuamente miraba la cesta vacía que estaba en la cocina y se le llenaban los ojos de lágrimas. Su madre le recordó que el amor de Dios está accesible para todos en todas partes, y que Dios está siempre cuidando de todas Sus criaturas.

La familia encontró muy consolador el Himno No. 99 del Himnario de la Christian Science y cantó varias veces la siguiente estrofa:

Refugio en Dios he de tener,
en Su morada celestial,
y, compartiendo Su poder,
Él me dará paz inmortal.

Ellos sabían que Dios guiaría a Topsy sana y salva y que sus necesidades serían satisfechas. Continuaron orando por varios días ya que querían obedecer el pasaje bíblico que dice: “Fíate de Jehová de todo tu corazón” (Proverbios 3:5).

Ya comenzaba a hacer frío y había empezado a llover; así que todos oraban para saber que Dios estaba protegiendo a Topsy. Al tercer día la amiga los llamó por teléfono y les informó que mientras daba vueltas por el pueblo en su automóvil ella había visto varias veces un perrito negro, pero que todos los esfuerzos que hizo por cogerlo habían fallado. La amiga sugirió que la mamá fuera con ella a recorrer el lugar.

La mamá fue con la amiga por aquella parte del pueblo donde había sido visto el perrito. En la vecindad había extensos terrenos baldíos, calles silenciosas y muchos niños. En varias ocasiones vieron perros de color negro pero cuando se acercaban, descubrían que algunos tenían manchas blancas, otros, pelo corto, o si no, eran demasiado grandes para ser Topsy.

Al cabo de algunas horas la amiga empezó a dudar de que encontrarían la perrita. Pero la madre estaba convencida de que la búsqueda no sería infructuosa. ¿No dijo Jesús que: “para Dios todo es posible”? (Mateo 19:26). Sentía que el trabajo hecho en la Ciencia se había hecho fielmente y que era justo que Topsy se reuniera con la familia. De pronto le vino al pensamiento la idea de que debían pasar por los alrededores de las escuelas para ver si Topsy había seguido a los niños a la escuela.

Pasaron por dos escuelas y no vieron a un perrito negro. Justo cuando entraban al área de estacionamiento de la tercera escuela, la mamá miró hacia el patio y vio en el terreno baldío que había más allá, un pequeño objeto negro. Prontamente salió del automóvil llamando: “¡Topsy, Topsy!” Una vertiginosa mancha negra corrió hacia ella y en pocos minutos la perrita, saltando y ladrando de alegría le lamía toda su cara. Topsy estaba tan contenta y tan bien cuidada como siempre.

¡ Podrán imaginarse la alegría del padre y de los niños al ir a esperar el ferry boat en que regresaban a la isla la mamá y Topsy! ¡Y podrán imaginarse cuán agradecidos estaban por la prueba de que una idea de Dios jamás puede estar separada de Su tierno cuidado!

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