Durante el mes de junio del año 1936, hice una visita a mi hermano que residía en otra ciudad. En esa época me sentía deprimida, infeliz, amargada, y sin esperanza ni interés por la vida, debido a que por espacio de cinco años había estado bajo tratamiento médico para ser curada de epilepsia aunque sin haber tenido ninguna mejoría.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!