Por lo general se recurre a las bebidas alcohólicas para compensar la insatisfacción, la inferioridad o el fracaso, y a menudo conducen a otras formas de depravación.
Al tratar acerca del motivo de la sobriedad, Mrs. Eddy declara: “Todo lo que intoxique al hombre, lo entorpece y le ocasiona la degeneración física y moral”. Y prosigue, diciendo: “No hay duda de que la bebida alcohólica es un mal, y el mal no puede usarse sobriamente; su mínimo uso es un abuso; de aquí que la única sobriedad es la abstinencia total. La embriaguez es sensualismo desatado, cualquiera sea la forma en que se manifieste” (Miscellaneous Writings, Escritos Misceláneos, págs. 258, 259).
La creencia de que las bebidas alcohólicas satisfacen está basada en la noción de que uno es un mortal con sentidos y deseos materiales. La Ciencia Cristiana lo despierta a uno de su noción de identidad mortal al familiarizarlo con su verdadera individualidad en el Espíritu, en lugar de la materia. Por medio de la Ciencia, Dios es revelado como el Alma del hombre, enteramente separada del sentido material y de las formas limitadas. Uno aprende a identificarse con el Alma como su reflejo y a dejar que el Alma sea expresada en su ser verdadero, el cual siempre está satisfecho. Así el apetito falso se destruye, no satisfaciendo la materia o la mente mortal, que nunca puede estar satisfecha, sino al familiarizarse uno con Dios.
Por medio del estudio de la Ciencia Cristiana, uno aprende que el Alma es la Vida divinamente bendita, la Vida inmortal y permanente, y que es la Vida que debe expresarse. Uno comienza a ver que el Alma es la fuente del concepto correcto de todo sentimiento, emoción y sensibilidad. Si estas características han aparecido en uno como depresión o euforia, histeria o tristeza, nuestro radiante entendimiento del Alma elevará nuestra experiencia por encima de la volubilidad de las emociones humanas hacia el perfecto sentido de la realidad que satisface.
Una estudiante de la Ciencia Cristiana experimentó el cambio al trasladarse de los sentidos hacia el Alma. Aunque ella era miembro de La Iglesia Madre y de una iglesia filial, no obstante, salía con un joven que bebía mucho, y ella comenzó a beber junto con él. Cuando ella se dio cuenta que no podía abstenerse, pidió ayuda metafísica a un practicista. La curación total se efectuó tiempo después, mientras viajaba hacia el Medio Oriente con un grupo de Científicos Cristianos.
Durante este viaje, se sintió impresionada por el profundo sentido de regocijo y satisfacción que expresaban los matrimonios con los cuales viajaba. Ella vio por primera vez que el amor espiritual y las metas espirituales en común que tenían estos matrimonios, constituían las bases de la felicidad permanente. Obtuvo una clara vislumbre del hecho de que la verdadera satisfacción se encuentra en amar espiritual e imparcialmente.
Cuando comprendió cuales eran las bases de la satisfacción espiritual y comenzó a expresarla, se curó completamente del hábito de ingerir bebidas alcohólicas. Meses más tarde se casaba con un estudiante de la Ciencia Cristiana y hoy comparten los mismos valores y metas permanentes.
Al recapacitar sobre las metas espirituales, se obtiene la verdadera idea de lo que es el deber, reflejando el Amor que protege e incluye el calor del Alma. Entonces despiertan los sentimientos espirituales, un concepto adormecido de obligación moral sale a la luz; la gloria del sentido espiritual silencia los falsos deseos; y la propia plenitud y evidencia satisfactoria del amor espiritual, la realización del verdadero deseo, se manifiestan.
La máscara de la corporalidad oculta la verdadera individualidad, y uno remueve esta máscara al reconocerse como una idea de Dios, espiritual, justa y pura. Este verdadero reconocimiento lo despierta a entender su nacimiento espiritual y remueve el obstáculo de la creencia en una personalidad material y falsa, estableciendo en su lugar al hombre que es el hijo de Dios.
Entonces uno llega a estar consciente de la pureza y la realidad de la Vida ilimitada e infinita, la cual lo mantiene a uno en su individualidad eterna, ilesa y libre. Este reconocimiento lo separa de la mentalidad material que originalmente fue el motivo de haberse doblegado ante un amo irreal, es decir, el licor embriagante.
Acudiendo al Alma en busca de satisfacción, nos proveemos de recursos infinitos para hacer uso de lo espiritual. La substancia, la inteligencia, la sabiduría, las cuales ponen en ridículo al falso dios del alcohol, son algunos de los recursos del Alma. La oportunidad y la utilidad son otras fuentes.
Experimentamos el cambio de consciencia, la renovación de la mente, que significa arrepentimiento en el sentido verdadero de la palabra, conservando el pensamiento en unidad con Dios, basando nuestro trabajo en un Dios perfecto y un hombre perfecto, morando en el reino espiritual del Alma y sus recursos infinitos. En las palabras de Pablo, quien percibió al Cristo, la Verdad, cuando el sentido personal del ser cedió a un sentido más divino: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús” (Filipenses 2:5). La obediencia a este mandato, abre las puertas para obtener la verdadera satisfacción en el Alma.
En cuanto a mí
veré tu rostro en justicia;
estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza.
Salmos 17:15