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La Verdad contra el sentido material

Del número de enero de 1969 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La Verdad es aquello que es, aquello que tiene existencia absoluta o eterna. Cuando alborea en la consciencia humana acaba con toda creencia en su opuesto.

En la Ciencia Cristiana, la Verdad es el origen infinito o fuente principal de toda realidad; es Dios, el Espíritu, la Vida o Principio divino de toda existencia. Debido a que todo lo que es material es temporal, la realidad tiene que ser, y es, espiritual; es el resultado de la acción creadora de la Verdad, la Mente divina. Dado que la Verdad no puede tener un opuesto que sea verdadero, todo lo que parezca oponerse a la Verdad es irreal y sólo existe como una suposición de la mente humana o mortal; como un falso sentido de realidad.

En la experiencia humana todas las discordancias, ya sean mentales, físicas o morales, son formas variadas del error fundamental que afirma que la realidad es material, que puede ser tanto buena como mala, y que estamos conscientes de ella por medio de los sentidos corporales. Según este error de la creencia, la substancia puede ser, o bien materia muerta o materia viva, inteligente, poseyendo en ambos casos la capacidad e iniciativa para actuar como causa y responder como efecto. Esta creencia sosteniendo que, de acuerdo con sus propias leyes, la materia se desintegra, presenta el absurdo de una realidad que se destruye a sí misma.

La Ciencia Cristiana denuncia como totalmente falso este fundamento en que se basa todo pensamiento mortal. Y lo hace por medio de la revelación de lo que es la verdadera naturaleza del Cristo, la Verdad, revelación que ha sido confirmada por casi cien años de pruebas prácticas en la curación de enfermedades físicas por medios espirituales exclusivamente. Esta revelación muestra que las obras sanadoras de Cristo Jesús fueron el resultado directo de su comprensión innata de la totalidad del Espíritu, Dios, y la consiguiente irrealidad o naturaleza mental falsa del testimonio de los sentidos materiales. Sus obras sanadoras fueron, como lo son las de la Ciencia Cristiana, la victoria del Cristo, la Verdad, sobre los errores del sentido material.

¿Qué son entonces los sentidos materiales y qué es la materia? La Ciencia Cristiana enseña que la inteligencia, por ser espiritual, no puede residir en su opuesto, la materia. Por lo tanto, los llamados sentidos materiales no son en realidad órganos de la materia, sino simplemente los medios por los cuales la mente mortal se esfuerza por convencernos de la realidad de sus propias ilusiones. De manera, entonces, que los llamados sentidos materiales no son realmente materiales sino mentalidad mortal. En consecuencia, las cualidades de la materia de las que estos sentidos materiales nos informan, son cualidades de la mente mortal, y las llamadas fuerzas de la materia son sólo fenómenos de la mente mortal. Y como cada objeto no es sino la suma de sus cualidades, la materia, en su totalidad, es sólo una imagen en la mente mortal que se presenta a sí misma en forma u objetos fuera de ella.

La materia, entonces, es una ilusión de realidad abrigada por la mente mortal la que pretende ver y tocar por medio de sus propios sentidos. El sentido espiritual, en cambio, es la capacidad permanente e infalible para comprender la Verdad, para poder distinguir entre las creencias y motivaciones de los sentidos materiales, y las ideas espirituales e indicaciones de la Verdad. El sentido espiritual es el poder o capacidad que posee el hombre real y que le es innato como reflejo de la Mente divina, de la Verdad que lo ilumina todo y que con su presencia acaba con todo error.

Bajo el título marginal “Testigo de la Verdad”, Mary Baker Eddy, Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, explica (Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, página 298): “Lo que se denomina sentido material no puede dar testimonio sino de un concepto mortal y transitorio de las cosas, mientras que el sentido espiritual puede testificar sólo de la Verdad. Para los sentidos materiales, lo irreal es lo real, hasta que este concepto sea corregido por la Ciencia Cristiana [Christian Science] .”

La aceptación del testimonio autocontradictorio de los sentidos materiales concerniente a la realidad de substancia material inteligente, aunque sujeta a deterioro, poseyendo sus propias leyes y poder, no es un error inofensivo. Debido a que pretende relacionar la Vida con la materia y el mal con la Mente, niega el todo del Espíritu, Dios, Su poder sostenedor y Su eterna bondad. De manera que creer en la materia significa creer en el mal porque significa admitir que hay una creación perecedera y un creador que no tiene poder para salvar. Y basar el razonamiento en esta creencia conduce a errar en cada paso en la experiencia humana.

Sobre este punto nuestra Guía escribe (ibid, pág. 318): “Los sentidos materiales originan y sostienen todo lo que es material, falso, egoísta o vil. Ellos quisieran poner el alma en la tierra, la vida en el limbo, y predestinar todas las cosas a la desintegración. Tenemos que acallar esta mentira de los sentidos materiales con la verdad del sentido espiritual. Tenemos que acabar con el error que trajo la creencia del pecado y de la muerte y que tiende a borrar el concepto claro de la omnipotencia”.

Cristo Jesús, al refutar las acusaciones que se le hacían, se estaba en realidad dirigiendo al sentido material que era de donde surgían tales acusaciones, cuando dijo (Juan 8:44): “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira”.

Pero el mentiroso, el sentido material con todo su pretendido desafío a la Verdad es impotente para afectar la Verdad; sólo puede obstruir el reconocimiento de la Verdad por parte del individuo, y de esta manera retardar su participación en la espiritualización y efecto sanador que el Cristo está siempre pronto a impartir al carácter humano, a la salud y al bienestar en general.

La Ciencia Cristiana ha sacado a luz importantes conclusiones en lo que respecta a la naturaleza ilusoria de las creencias materiales. Nos enseña cómo levantar la condenación que la mente mortal impone al cuerpo por sus enfermedades, culpándolo por los propios sueños de la mente mortal como si el cuerpo material fuera algo separado de esta tal llamada mente. La Ciencia Cristiana también destruye la cómoda excusa que a menudo da la mente mortal por las depravaciones morales crónicas, arguyendo que éstas se deben a una deformidad del cerebro o a alguna otra anormalidad fisiológica ante las cuales, afirma, el mortal se encuentra prácticamente impotente.

La Ciencia Cristiana ha probado que la enfermedad es una experiencia de la mente mortal o del sentido material, y que el pecado es el resultado de la aceptación por parte del individuo de la falsedad del testimonio de los sentidos que declara que la mente reside en la materia y que de ella depende para sus cualidades. Pero como en realidad no hay materia ni mente mortal, la falsa creencia humana en ellas y en el mal que las acompaña, desaparecen a la luz que el Cristo, la Verdad, trae a la consciencia humana.

Mrs. Eddy nos habla del maravilloso efecto operado por la Ciencia Cristiana cuando nos dice (íbid, pág. 306): “Imperturbable en medio del testimonio discordante de los sentidos materiales, la Ciencia, aún entronizada, está revelando a los mortales el Principio divino, inmutable y armonioso, — revelando la Vida y el universo como siempre presentes y eternos”.

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