En 1 962 pasé por una prueba muy severa pues enfermé de gripe y pulmonía.
Con profunda humildad y gratitud deseo expresar mi reconocimiento por la dedicada practicista de la Ciencia Cristiana que permaneció día y noche ejerciendo su comprensión espiritual del hecho de que a mi verdadera identidad, como idea espiritual de Dios, en ningún momento puede tocarla enfermedad alguna, destruirla ni causarle daño. Ella se esforzó por despertar mi pensamiento a la realización consciente de que el hombre no está separado de su Padre-Madre, Dios, que es todo armonioso, es el Único adorable, y es el bien infinito. Al lograr esta realización desperté a la verdad de la siguiente declaración de Mrs. Eddy: “El mal no tiene realidad. No es persona, lugar, ni cosa, sino simplemente una creencia, una ilusión del sentido material” (Ciencia y Salud, pág. 71).
Después de esta realización empecé el procedimiento constructivo de liberar mi consciencia de todo vestigio de impaciencia y de condenación propia. En Ciencia y Salud (pág. 592) Mrs. Eddy nos da esta definición de la palabra “aceite”: “Consagración; caridad; dulzura; oración; inspiración celestial”. Tuve que hacer un gran esfuerzo y hacerme de valor y determinación para liberarme de la impaciencia y de la condenación propia, y así poder mantener mi lámpara llena de aceite, arreglada y encendida. Mas persistí y el resultado fue una total curación física.
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