Cuando contaba yo diecinueve años de edad, mi madre se interesó por la Ciencia CristianaChristian Science: Pronunciado Crischan Sáiens.. Un día en que conversaba con ella acerca de esta Ciencia, me invitó a que fuera a la iglesia el domingo. Así lo hice, y pude darme cuenta de que el servicio era algo fuera de lo común, singular e interesante, de modo que volví al domingo siguiente. Y así ha ocurrido desde entonces. Después de escuchar los testimonios de curaciones que se dan en las reuniones de los miércoles, pensé que la Ciencia podía ayudarme en una dificultad física que padecía. Desde muy niño había sufrido de una supuración en uno de los oídos. Mi madre me había llevado a los médicos cuando era pequeño para que me dieran tratamiento, y yo mismo fui a ver a un especialista cuando ya era un joven, pero no obtuve curación.
Estudié la Ciencia por uno o dos años, pero como la condición persistía, decidí ir a ver a una practicista. Después de haber recibido tratamiento por un corto tiempo, me llamaron para el servicio militar, durante la Primera Guerra Mundial, de modo que no pude continuar visitando a la practicista. Pero continué estudiando. Varios meses después se desarrolló una epidemia de gripe en el campamento donde había sido asignado. Encontré que la Ciencia Cristiana fue una gran protección. Yo fui uno de los tres o cuatro en nuestra división que no fue afectado por la epidemia. Una vez terminada la guerra tuve unas cuantas demostraciones de curación en la Ciencia Cristiana, pero la condición al oído continuó por varios años, hasta que finalmente también cedió. La curación se manifestó en forma tan gradual que no me di cuenta de ella hasta después de un par de meses.
Entretanto me había casado,‘ y mi esposa, que al principio no se había interesado por la Ciencia Cristiana, se interesó después que llamé a una practicista cuando nació nuestro primer hijo. Poco después de haber llamado a la practicista, el parto comenzó a hacerse más fácil, tanto así que el doctor hizo notar cuán bien lo había hecho mi esposa. Desde entonces usamos exclusivamente la Ciencia Cristiana para criar a nuestros tres hijos. A ninguno de ellos le dio por fumar o tomar bebidas alcohólicas. Ahora todos están casados y continúan en la Ciencia.
Hace unos ocho años me afligió una afección de reumatismo o artritis a una cadera y a una pierna. Por momentos la condición se hacía tan severa que no podía caminar de una vez ni siquiera unas cuantas yardas sin tener que pararme a descansar. Decidí que el error no iba a impedirme estar donde era mi deber estar, y así me fue posible seguir atendiendo a mi trabajo de costumbre, el cual requiere que camine un buen trecho, y pude también continuar sirviendo como ujier en la iglesia. Mary Baker Eddy nos dice en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras (pág. 385): “Todo lo que sea de vuestro deber, lo podéis hacer sin perjuicio para vosotros mismos”. Y en el mismo párrafo añade: “La mente es la que decide si la piel cambiará o no de color, si habrá dolor, hinchazón e inflamación”. Tuve la ayuda de una experimentada practicista que me brindó el devoto apoyo que necesitaba. No abrigué dudas de cuáles serían los resultados. Aun cuando los sentidos parecían negar toda posibilidad de curación, ésta fue completa y se manifestó en un lapso de más o menos seis semanas.
Esta curación, junto con varias otras experiencias que tuve, me guiaron a tomar clase de instrucción Primaria en Ciencia Cristiana, la que he encontrado ser una gran bendición. Estoy agradecido también por ser miembro desde hace varios años tanto de La Iglesia Madre como de una iglesia filial, y por el privilegio de servir en ésta en diferentes actividades.
St. Louis, Missouri, E.U.A.