Hoy como antaño, se oye aquí
del Gran Maestro, la admonición:
“¡ Id por el mundo!” “¡ Gracia impartid!”
“¡ Sanad enfermos!” “¡ La muerte destruid!”
Partimos pues. Con pies gozosos, ya
Cristo nos llama la lucha a emprender.
La lámpara, de aceite plena está
y a Amor, todo dardo va a ceder.
Tu voz callada y suave hazme oir
¡ Oh Padre amado! Para serte fiel
y así sólo Tu rumbo proseguir.
Tu inteligencia se refleje en mí
y me indique los pasos a tomar
en esta única senda de Verdad.
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