En la página 37 de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, y bajo el título marginal “Emulación completa”, Mrs. Eddy escribe: “Posible es, — sí, es deber y privilegio de todo niño, hombre y mujer, — seguir en cierto grado el ejemplo del Maestro mediante la demostración de la Verdad y la Vida, la salud y la santidad”. Lo que nos mueve a seguir este ejemplo es el amor que sentimos por Dios y por nuestro prójimo.
Para poder amar a nuestro prójimo debemos comenzar por amarnos a nosotros mismos. Debemos aprender a vernos con los ojos del Amor, vernos como el Padre nos ha creado — libres de mal. Mrs. Eddy escribe en The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany (La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea, pág. 242): “A menos que usted perciba plenamente que es hijo de Dios y, por lo tanto, perfecto, usted no tiene Principio que demostrar ni regla para la demostración”.
Dios es Principio. De acuerdo con la naturaleza ordenada y espiritual del Principio, Jesús demostró, antes de comenzar su misión sanadora, que él era un hijo obediente y fiel y un buen carpintero. Al comienzo de su carrera ocurrieron dos acontecimientos significativos, que fueron: su bautismo — un símbolo de pureza, acompañado de la proclamación de su filiación con Dios; y la tentación, durante la cual se le exigió que demostrara su comprensión de lo que esta filiación significaba. Después vinieron ángeles y le sirvieron.
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