El Apóstol Juan es el único de los discípulos que relata el maravilloso ejemplo de verdadera humildad que dio Jesús al lavarle los pies a sus discípulos. El discípulo bienamado escribió: “Se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó" (Juan 13:4).
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