Nuestro Maestro, Cristo Jesús, prometió que si alguno guardaba su palabra no vería jamás la muerte (véase Juan 8:51). Las demostraciones de Jesús del poder espiritual, así como su predicación, estaban fuertemente ligadas a la realidad de que la única Vida es Dios. Jesús sabía que su filiación con el Padre-Madre era verdadera, eterna. Sus tres días en el sepulcro después de la crucifixión ofrecieron su más alta prueba terrenal de que la Vida es Todo-en-todo.
Lo que precisamente demostró el Maestro en esta prueba fue que la llamada muerte no tiene poder. Aun cuando otros creían haber puesto fin a su vida, él estaba probando que la Vida es eterna. Trataron de matar su cuerpo suponiendo que la vida existía en lo físico. Pensaban que si la vida había tenido un comienzo podía, por lo tanto, tener un fin. Jesús logró aparecer con el mismo cuerpo después de creérsele muerto. Probó que su identidad con su creador, la Vida, era indestructible, eterna.
Las Escrituras nos dicen en el primer capítulo del Génesis que Dios creó los cielos y la tierra, y al hombre a Su imagen y semejanza. ¿Cuál es en realidad la naturaleza y esencia de Dios, del único infinito Dios que ocupa todo el espacio? Si Dios es Todo-en-todo no hay lugar para otra cosa más que para Él y Su creación que incluye al hombre a Su imagen y semejanza, es decir, Su expresión. Debido a que Dios es infinito no le podemos concebir de otra manera que como Espíritu, luego no le podemos medir, tocar, ni mirar físicamente; escapa a la percepción de nuestros sentidos materiales o mortales, de alcances limitadísimos que apenas, en su propio dominio, pueden estimar objetos según sus dimensiones materiales. Por esto nuncan podrían llegar a apreciar la naturaleza y cualidadés ilimitadas del único creador y Su creación.
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