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[Original en español]

Y la muerte no tiene poder

Del número de abril de 1970 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Nuestro Maestro, Cristo Jesús, prometió que si alguno guardaba su palabra no vería jamás la muerte (véase Juan 8:51). Las demostraciones de Jesús del poder espiritual, así como su predicación, estaban fuertemente ligadas a la realidad de que la única Vida es Dios. Jesús sabía que su filiación con el Padre-Madre era verdadera, eterna. Sus tres días en el sepulcro después de la crucifixión ofrecieron su más alta prueba terrenal de que la Vida es Todo-en-todo.

Lo que precisamente demostró el Maestro en esta prueba fue que la llamada muerte no tiene poder. Aun cuando otros creían haber puesto fin a su vida, él estaba probando que la Vida es eterna. Trataron de matar su cuerpo suponiendo que la vida existía en lo físico. Pensaban que si la vida había tenido un comienzo podía, por lo tanto, tener un fin. Jesús logró aparecer con el mismo cuerpo después de creérsele muerto. Probó que su identidad con su creador, la Vida, era indestructible, eterna.

Las Escrituras nos dicen en el primer capítulo del Génesis que Dios creó los cielos y la tierra, y al hombre a Su imagen y semejanza. ¿Cuál es en realidad la naturaleza y esencia de Dios, del único infinito Dios que ocupa todo el espacio? Si Dios es Todo-en-todo no hay lugar para otra cosa más que para Él y Su creación que incluye al hombre a Su imagen y semejanza, es decir, Su expresión. Debido a que Dios es infinito no le podemos concebir de otra manera que como Espíritu, luego no le podemos medir, tocar, ni mirar físicamente; escapa a la percepción de nuestros sentidos materiales o mortales, de alcances limitadísimos que apenas, en su propio dominio, pueden estimar objetos según sus dimensiones materiales. Por esto nuncan podrían llegar a apreciar la naturaleza y cualidadés ilimitadas del único creador y Su creación.

El ánimo espiritual será, por lo tanto, nuestro único vínculo con el Espíritu, Dios. El Espíritu es la Verdad, y el ánimo espiritual nos conducirá por las huellas de la Verdad con una orientación certera si abrigamos una fe sincera y un deseo ferviente de conocer y amar mejor la Verdad. El hombre posee verdadera existencia y origen divinos por ser la emanación del Espíritu, y demostramos esto por medio de pensamientos y acciones que llevan hacia el Espíritu. Como Pablo lo expresó en su epístola a los Romanos (8:6): “el ocuparse del Espíritu es vida y paz”.

Siglos antes del advenimiento del Mesías, el Salmista cantó (Salmos 68:20): “Dios, nuestro Dios ha de salvarnos, y de Jehová el Señor es el librar de la muerte”. La liberación de la creencia en la muerte pertenece, por cierto, a Dios por cuanto Él es Vida eterna, la Vida de toda Su creación. Debemos reconocer esto con la misma convicción que tuvo Pablo cuando escribió a su joven amigo Timoteo pidiéndole se mantuviera firme en la causa cristiana y recordándole de “la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio” (II Timoteo 1:10).

Recordando la resurrección y ascensión de Jesús, las pruebas máximas de espiritualidad que pudo habernos ofrecido, comencemos a elevar nuestro pensamiento por sobre la mortalidad. Ha llegado la hora para que aceptemos al Maestro como al más fiel intérprete de la Verdad, dotado con poder por su Padre para abolir la muerte y traer la comprensión de la vida eterna a la consciencia humana. Es el Maestro quien, por medio de sus palabras y obras, enseña cómo desterrar de nuestra consciencia la supuesta realidad de la muerte y cómo conseguir la eternidad de la vida por el entendimiento espiritual que afirma la fe en la Verdad, en la Vida y en el Amor.

Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana,Christian Science: Pronunciado Crischan Sáiens. explicando las enseñanzas del Maestro nos dice cuál debe ser nuestra disposición mental para que podamos seguir el ejemplo de Jesús. Paso a paso tenemos que reemplazar todo concepto erróneo respecto a nuestra existencia con la verdad acerca de nuestro verdadero ser espiritual. Sosteniendo este progreso de abandono de creencia de vida en la materia, está la gran verdad de que, a la vista de Dios, no hay materia viva ni muerta. Abrigamos un concepto falso del hombre y lo llamamos cuerpo, pero este cuerpo desaparecerá finalmente cuando el discernimiento espiritual nos permita comprender cabalmente que Dios, el Espíritu, es Vida eterna y que el hombre es el reflejo de todas las cualidades de su Padre-Madre Dios, en el cual “vivimos, y nos movemos, y somos” (Hechos 17:28). Sí, por cierto, el hombre que Dios creó a Su imagen y semejanza no puede llegar a ser tan distinto de su creador, el Espíritu, como para lucir un cuerpo mortal y material. Si se admitiera esta falsedad nunca podría el hombre ser la expresión del Espíritu, ser la imagen y semejanza del Ser Supremo, del infinito Dios.

Hay quienes dicen que la muerte significa condenación, separación de Dios, perdición. Pero ¿puede existir realmente separación entre Dios y el hombre? Debido a que Dios ocupa todo el espacio, el hombre no puede escapar de Su presencia, del seno de Dios. Por la infinitud, existencia y poder del único Dios, el hombre no puede verse privado ni por un instante de la Vida verdadera. Nunca experimentará privación ni separación de su creador.

He aquí cómo Mrs. Eddy se refiere a la verdadera existencia del hombre en su libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras (pág. 426): “El hombre es inmortal, y el cuerpo no puede morir, porque la materia no tiene vida que entregar. Los conceptos humanos llamados materia, muerte, enfermedad y pecado son todo lo que se puede destruir”.

El que esto escribe pudo probar la declaración de Mrs. Eddy. Lo aquejaba una dolencia al corazón que los médicos declararon incurable. Llegó un día en que la enfermedad hizo crisis.

No obstante, la aplicación del poder divino enseñado por la Ciencia Cristiana permitió que la dolencia considerada por los médicos de suma gravedad fuera prontamente vencida.

Este resultado positivo provocó en el que esto escribe un intenso deseo por más dedicación. Anheló profundizar el estudio de esta Ciencia del ser. Las consiguientes mejoras físicas, morales y espirituales hicieron su vida aún más dichosa. Probó las bendiciones que vienen a aquellos que están dispuestos a reconocer al Espíritu infinito, Dios, como el único creador y a todas Sus ideas gobernadas, dirigidas, protegidas y preservadas para siempre de todo mal por nuestro único Padre-Madre.

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