En muchas ocasiones he podido comprobar la certeza de la declaración inicial de Mrs. Eddy en el Prefacio de Ciencia y Salud: “Para los que se apoyan en el infinito sostenedor, el día de hoy está lleno de bendiciones”.
Hace algunos años, cuando era niño, padecía con frecuencia de dolor de oídos y durante el invierno era necesario que usara sombrero como medida de precaución. En el verano, cuando nadaba, debía cuidarme para que no me entrara agua en los oídos.
Un día de verano al regresar a casa, después de nadar en un lago, tuve que afrontar este problema, pero esta vez el dolor era más intenso y continuaba agravándose. Poco después de haberme recostado empecé a sangrar por el oído y la boca presentándole un cuadro muy alarmante a mi familia. Pedí ayuda a un practicista de la Ciencia Cristiana y en una hora el dolor desapareció, el oído empezó a supurar hasta secarse. Salí a jugar sintiéndome completamente libre del dolor.
Más tarde se supo que se trataba de un caso de mastoiditis que, según la ley material, hubiera requerido una operación quirúrgica muy seria. Desde entonces he practicado toda clase de deportes, en cualquier clima, sin preocuparme en lo más mínimo de mis oídos y muy rara vez uso sombrero.
Estando de servicio en la Marina de los Estados Unidos, pude comprobar todavía más, que esta curación fue permanente cuando me ofrecí como voluntario en un submarino. Después de haberme aceptado me dijeron que debía someterme a un riguroso examen médico, dando especial atención a los oídos, debido a las altas presiones que tendríamos que soportar durante el entrenamiento y el servicio activo. Ante esta situación el temor trató de inducirme a renunciar y no comprometerme; sin embargo, sentí que ésta no era la respuesta correcta, así que hablé con un practicista quien me aseguró que si esto era lo que había elegido debía seguir adelante sin temer ninguna prueba por la cual me hiciera pasar la marina. También se me recordó que cuando resolvemos un problema por medio de la Ciencia Cristiana, la curación es permanente.
El examen médico fue tal como me habían dicho. Se le dio especial atención a mis oídos, tanto antes de entrar como después de salir de la cámara de compresión. Cuando salí de esta cámara fui examinado primero por uno y después por otro de los médicos de la marina, los cuales estaban muy interesados por lo que descubrieron en uno de mis oídos. Me preguntaron si alguna vez había tenido problema en un oído, porque un nuevo tímpano se había formado sobre el que había antes. Silenciosamente le dí gracias a Dios. La presencia sanadora de Dios y Su protección me acompañaron durante todo el tiempo que estuve en el servicio militar convirtiéndolo en una experiencia armoniosa y agradable.
Siempre estaré muy agradecido por los principios que me enseñaron en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, a la cual asistí desde los 5 hasta los 20 años de edad, y por la bendición de la clase de instrucción primaria en la Ciencia Cristiana.
Park Ridge, Illinois, E. U. A.