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[Original en español]

Por medio del estudio de la Ciencia Cristiana...

Del número de octubre de 1971 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Por medio del estudio de la Ciencia Cristiana he tenido muchas demostraciones del poder sanador de Dios y de la maravillosa operación de Su ley eterna de justicia.

En una oportunidad, en una propiedad vecina donde estaba instalada una industria, habían colocado en la pared medianera que daba a mi dormitorio un aparato que funcionaba desde las once de la noche hasta las cinco de la mañana. El ruido producido era muy molesto y me había afectado de tal modo que al retirarme a dormir en vez de descansar pasaba una noche sumamente nerviosa.

Todos los pasos humanos y legales que se dieron para eliminar ese aparato o silenciar su funcionamiento fueron infructuosos. Tropecé con muy mala voluntad de parte de los responsables, quienes demostraron un evidente menosprecio por el derecho de los demás. Por consiguiente, aparte de las molestias que estaba sufriendo, me sentía con un sentimiento de impotencia y de rencor contra esa injusticia. Esto agravó el problema y afectó mi salud.

Considerado humanamente, el problema parecía no tener solución, pero mediante la persistente oración y el apoyo de una practicista de la Ciencia Cristiana que me ayudó a ampliar mi percepción espiritual y a aferrarme firmemente a mi fe en la justicia y omnipotencia de Dios, repentinamente el aparato fue removido de allí y el ruido cesó definitivamente.

Un texto que me ayudó mucho y al que me adherí, fue el registrado en Isaías 33:22 que dice: “Porque Jehová es nuestro juez, Jehová es nuestro legislador, Jehová es nuestro Rey; él mismo nos salvará”. Esta divina promesa se cumplió, porque la manifestación de esta verdad eterna se hizo evidente en mi experiencia.

Estoy agradecida a Dios por Cristo Jesús, nuestro Maestro, y por Mrs. Eddy cuyos pensamientos fueron iluminados para dar al mundo la bendición de la Ciencia Cristiana que restaura el verdadero y puro cristianismo. También estoy agradecida por la provisión maravillosa de la literatura de la Ciencia Cristiana, un verdadero manantial inagotable de sabiduría y espiritualidad.


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