Hace algunos años, una larga fila de personas esperaba que se abrieran las puertas de una iglesia donde se iba a ofrecer una conferencia sobre Ciencia Cristiana. La fila llenaba los escalones de entrada, y atravesando la acera llegaba hasta la calle. Al ver la larga fila, un transeúnte le dijo a su compañero: "¡Cuánta gente! ¡Estarán regalando regalando algo allí esta noche!"
Millones de personas sin prejuicios todavía no saben que existe un regalo, el regalo más inestimable del mundo: la Ciencia Cristiana. En un programa reciente de televisión, se le preguntó a un grupo de niñas cuáles eran sus metas en la vida. Una respondió: "Mi meta es llegar a saber qué es Dios realmente, si es una persona o es una cosa. Saber qué es Dios, en realidad". Las conferencias sobre la Ciencia Cristiana están revelándole a todos estos investigadores el concepto de un Dios viviente y omnipresente, en lugar del dios "muerto" de una teología anticuada. Dichas conferencias explican la verdad acerca de Dios, el bien, y Su perfecta creación.
Los miembros de una iglesia filial que ofrece una conferencia tienen que cuidar de no prestar atención desmedida a los aspectos físicos de los preparativos, y descuidar la preparación más importante de todas. Los miembros deben abrir sus corazones tanto como su edificio, a los enfermos y desalentados. Todas sus actividades concernientes a la conferencia deben estar acompañadas de gratitud ilimitada y de la expresión compasiva y tierna del Amor divino. Abrimos el camino a la dirección divina cuando escuchamos a Dios y no a la voluntad humana para que nos indique qué pasos dar al alimentar a Su rebaño; cuando aceptamos que Dios nos gobierne y obedecemos gozosos Sus indicaciones, y cuando nos esforzamos por llevar a la práctica Sus cualidades.
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