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La huida de Babilonia

Del número de abril de 1973 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Todos nosotros en alguna que otra ocasión nos hemos sentido presionados por fuerzas antagonistas. La adversidad puede que provenga de causas de carácter físico, sicológico, ambiental, o bien, económico, social, hereditario o de relaciones personales. Ahora bien, ¿hay alguna manera de huir de esto?

Todos tratamos de salir de problemas. Soportamos las cargas y cruces de la experiencia humana con toda la paciencia y buena disposición que nos es posible. Pero, ¿no hay acaso una manera más científica y eficaz de salir de las dificultades?

Del profeta Jeremías recibimos cierto discernimiento. Se acercaba el día en que Dios libertaría al pueblo de Israel de la cautividad, y el profeta dijo a los israelitas: "Huid de en medio de Babilonia, y librad cada uno su vida" (Jeremías 51:6).

Hoy, Dios, el bien, todavía libera de la opresión. Los hombres aún obedecen las ideas espirituales que los liberan de las trampas de la discordia. ¿Cómo huimos hoy en día de Babilonia? La huida empieza con ideas como, por ejemplo, la siguiente de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia CristianaChristian Science: Pronunciado Crischan Sáiens.: "Toda realidad está en Dios y Su creación, y es armoniosa y eterna" (pág. 472). La idea espiritual de la creación da impulso en nuestra experiencia a una fuerza poderosa para bien.

¿Qué hacer si el mal proviene de un desorden mental como, por ejemplo, un mal carácter, confusión, egoísmo, falta de confianza en sí mismo, cansancio o enfermedad? Estas condiciones adversas sugieren que el hombre es mortal, no la semejanza armoniosa de Dios. La discordancia se nos presenta por medio del testimonio de los sentidos físicos. Lo que pensemos de este testimonio es importante. Sin quererlo, podemos darle poder mediante nuestras reacciones de temor, ira o desesperación. Por otra parte, podemos exigir nuestro dominio sobre el desaliento porque es desemejante a Dios. Él nunca creó ningún desorden mental. El creador de todo es el bien. La creación está gobernada armoniosamente por una inteligencia infalible, la Mente divina.

El aferrarse fielmente a las ideas espirituales de la creación, reveladas en la Ciencia Cristiana, disuelve las mentiras del ánimo material, y nos libera de la esclavitud del desorden mental. La idea espiritual de Vida nos revela que el hombre refleja las acciones de Dios. La idea espiritual de la creación trae a nuestros asuntos humanos un impulso de curación y libertad porque Dios es el Principio de la vida del hombre, y el hombre refleja indefectiblemente orden, amor, alegría, vigor y plenitud.

En cualquier circunstancia en la que nos encontremos, podemos darnos cuenta de que las ideas espirituales, ángeles, están en acción perfecta; son el poder espiritual que descarta los desórdenes mentales. Las ideas espirituales, el reino de Dios dentro de nosotros, nos ayudan a echar fuera las restricciones del sentido material. Una vez que es rechazada la creencia de restricción, deja de tener poder sobre nosotros. Cualquier relación que haya tenido con nosotros se rompe.

¿Qué hacer si la fuerza antagonista que se presenta en nuestra vida es un desorden que se identifica como lugar, tiempo, empleo, o compañerismo inapropiados? ¿Cómo salir de esto? Podemos empezar con esta idea que se encuentra en Ciencia y Salud: "Lo que Él crea es bueno, y Él crea todo lo que se crea" (pág. 472). El desorden es eliminado cuando despejamos de nuestro pensamiento todo lo que oscurezca nuestra consciencia acerca de la bondad y totalidad de Dios. No pueden haber tales desórdenes cuando el bien lo es todo.

Salimos de la dificultad identificándonos correctamente con esta bondad y esta totalidad. Dios, el bien, está siempre presente con el hombre. El hombre individualiza el bien, y nada más. Cuando el bien trabaja en nosotros quiere decir que hemos excluido la discordancia.

Cristo Jesús habló del poder espiritual que mantiene al hombre en relación armoniosa con su fuente. Él dijo: "El que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada" (Juan 8:29).

Manteniendo una constante comunión con nuestra fuente, el bien, podemos eliminar de nuestra identidad consciente al soñador — el sentido físico — y sus sueños de discordancia.

Puede que requiera práctica perfeccionar nuestra habilidad para echar fuera el mal. Pero el esfuerzo constante es meritorio. De esta manera obtenemos el dominio práctico sobre nuestras actividades diarias. Nos volvemos mejores sanadores, mejores miembros de la iglesia, padres, estudiantes — en fin, mejores hombres y mujeres. En todo lo que hagamos en la vida sentiremos menos opresión porque estaremos expresando más libertad.

"Aclamad a Dios con alegría, toda la tierra" (Salmo 66:1) es un consejo práctico. La gratitud y la alabanza ayudan a eliminar la creencia negativa de que el bien está inactivo. Como Dios está siempre activo, el bien está siempre activo en el hombre. Cualquier creencia de que el bien no está funcionando es un conocimiento equivocado sobre la creación, que hay que eliminar. Necesitamos amar el dominio del Amor, la supremacía del Principio. Esto es aclamar con alegría. Significa solidarizarse con Dios. Es reconocer que el bien está activo. Podemos aclamar con alegría aun en medio de la tormenta del mal, porque el bien está ahí mismo. Así es como "[huimos] de en medio de Babilonia".

Jesús, el Metafísico por excelencia, rechazó eficazmente las fuerzas que se oponían al bien. Él dijo: "Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás" (Mateo 4:10). El pensador de hoy en día, al emular a Cristo Jesús, resiste el estímulo infundado de la negativa mente mortal. Rechaza los impulsos mentales del temor, las dudas, depresión y la autodestrucción.

Clasificar al mal como un falso estado mental pareciera radical. Pero ésta es la forma científica de deshacerse del mal y Jesús lo sabía. Nuestra meta es unirnos con la Mente dándole entrada a ángeles, ideas divinas. Ellas establecen nuestro pleno conocimiento de la bondad y la totalidad de Dios.

Ésta es la forma moderna de huir de Babilonia. Así es como huimos de la adversidad, como vivimos la verdadera creación, la obra de las manos de Dios, y como sentimos la función de la Mente en nosotros como nuestra consciencia.

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