Ser inmortal es vivir eternamente. Comprender y afirmar la identidad inmortal y verdadera del hombre produce la curación.
La enfermedad es un concepto de mortalidad que no tiene poder que oponer a Dios, la Vida inmortal del hombre; no tiene poder para terminar con esta Vida. Dios es el Principio vital y armonioso de la salud y la existencia del hombre. Nada de lo que conoce u ocasiona este Principio es contrario a su propia bondad y amor que todo lo abarcan. Mrs. Eddy escribe: "En lugar de enviar Dios la enfermedad y la muerte, Él las destruye, y saca a luz la inmortalidad" (Ciencia y Salud, pág. 206).
La materia y todas sus condiciones — especialmente la enfermedad y el cuerpo carnal que parece albergarla — son invenciones de la mente de los mortales. No son parte del hombre verdadero, el cual está formado de cualidades divinas, y cuya salud es la indestructible perfección de Dios. La salud del hombre es tan perfecta, armoniosa e inmortal como el Principio creador mismo.
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