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[Original en español]

Por varios años me encontré con...

Del número de abril de 1973 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Por varios años me encontré con un problema familiar. Después de haber sido viuda por algún tiempo, contraje nuevamente matrimonio, y por ello mi familia se disgustó conmigo. Llegamos a un distanciamiento total. Esta situación me afectó mucho.

Cierto día tuve la oportunidad de conocer a una señora que bondadosamente me habló de la Ciencia Cristiana. Sus explicaciones de las enseñanzas de la Ciencia Cristiana me hicieron ver que ninguna discordancia es verdad, que Dios es Amor, el gran Yo soy, que es todo sabiduría, armonía, gozo, felicidad.

Empecé a estudiar la Biblia y el libro de texto, Ciencia y Salud por Mrs. Eddy, y a poner en práctica toda la comprensión que iba adquiriendo. Pasado algún tiempo, un domingo, al llegar a mi casa después de haber escuchado el servicio de la Ciencia Cristiana, encontré que mi familia me estaba esperando para saludarme. Nos reconciliamos y me sentí muy feliz y agradecida por esta hermosa demostración del amor sanador de Dios.

Igualmente siento una inmensa satisfacción por haber dado a conocer la Ciencia Cristiana a un sobrino que se encontraba viviendo en Italia. En ese tiempo estaba enfermo, internado en un hospital. Comencé a escribirle, enviándole literatura de la Ciencia y explicándole lo que es Dios. Le dije que el hombre es perfecto y que ninguna enfermedad podía morar en él porque él era la imagen y semejanza de Dios. Posteriormente mi sobrino vino a visitarme, perfectamente bien, y por primera vez en su vida pudo obtener trabajo.

Estoy profundamente reconocida por todas las hermosas demostraciones que he tenido del poder sanador de Dios, y por las bendiciones que diariamente recibo en mi hogar y en mi familia, y por poder ayudar a otros y ayudarme a mí misma con la Ciencia.

Una dolencia para la cual tenía que someterme a una operación quirúrgica, fue sanada. Comencé a pensar correctamente. Me di cuenta de que Dios era mi único médico. Cuando llegó el momento de operarme y me examinaron de nuevo, se encontró que no había necesidad de la operación porque estaba bien.

Por todo lo enumerado quiero expresar mi gran gratitud a Dios, el Padre; por el Mostrador del camino, Cristo Jesús; por Mrs. Eddy; y por la persona que me puso en el camino de esta maravillosa Ciencia. En las palabras del himno No. 280 del Himnario de la Christian Science, digo:

Alma, alaba al Rey del cielo
ríndele un tributo leal.


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