“Una Vez más tenemos el gusto de anunciar la producción de otra extensión de nuestras actividades: la publicación de este nuevo Heraldo de la Christian Science en idioma español”, escribió la Administración Fideicomisaria de La Sociedad Editora de la Christian Science en el primer número del nuevo Heraldo trimestral, publicado en julio de 1946. “Su misión es servir a aquellos que anhelan conocer mejor a Dios y leer los mensajes espirituales de Verdad en un idioma que puedan entender claramente y así poner a su alcance los pensamientos sanadores del Amor divino”. “Glad Tidings”, El Heraldo de la Ciencia Cristiana, julio de 1946, Vol. 1, No 1, pág. 20.
El camino de este nuevo Heraldo fue similar a aquellos que mencionamos anteriormente en esta serie, pero tiene una nueva dimensión: hay muchos países de habla hispana, y ellos son muy diferentes geográfica, cultural y económicamente hablando. Lo que mucha gente tenía en común, y eso trascendía los límites geográficos, era un gran amor a Dios y un anhelo de tener conocimiento espiritual. Si bien sólo la traducción de Ciencia y Salud podía satisfacer totalmente ese anhelo, la nueva edición del Heraldo proporcionó alimento para el pensamiento, hasta que Ciencia y Salud fue traducido al español.
Ya desde 1933 comenzaron a recibirse pedidos para que se publicara una edición en español de El Heraldo de la Ciencia Cristiana. En respuesta, los Fideicomisarios autorizaron que se hiciera una encuesta para descubrir si había suficiente interés que justificara la publicación de dicha edición, pero no se sintieron alentados por los resultados.
Luego, en octubre de 1936, una carta de Primera Iglesia de Cristo, Científico, Ciudad de México, replanteó la pregunta. Esta misma filial había preguntado hacía dos años: ¿Habrá alguna esperanza de que podamos tener el Heraldo en español? La respuesta de los Fideicomisarios fue cordial pero rotunda. Ellos respondieron que, por razones económicas, no era práctico tener una nueva edición en ese momento. Pero suavizaron esas malas noticias diciendo: “No obstante, apreciamos mucho el interés que los impulsó a escribir esta carta, y tenemos la certeza de que la demostración y el crecimiento espiritual harán que ésta y otras traducciones al español de nuestra literatura de la Christian Science estará al alcance de los lectores en México y en otros países donde se hable español”. A la Comisión Directiva, Primera Iglesia de Cristo, Científico, Ciudad de México, de La Administración Fideicomisaria de la Sociedad Editora de la Christian Science, 13 de noviembre de1936. Archivos de The First Church of Christ, Scientist.
La cuestión de publicar un nuevo Heraldo surgió justo después de que apareciera en español el Cuaderno Trimestral de la Christian Science — Lecciones Bíblicas, en octubre de 1941. Aunque los Fideicomisarios de La Sociedad Editora de la Christian Science estaban dudosos debido a las restricciones en el uso de papel a causa de la guerra y la dificultad de viajar a América Latina en esa época, siguieron recibiendo pedidos para tener un Heraldo en español. Esto tomó diferentes formas.
En marzo de 1943, recibieron otra carta de los Científicos Cristianos de la Ciudad de México. Luego, la Comisión de Traducciones, cuya función principal era mantener constante la norma de todas las traducciones hechas por La Iglesia Madre, incluyendo, pero no limitado a, La Sociedad Editora de la Christian Science, en abril de 1943, les escribió a los Fideicomisarios de la Sociedad Editora diciendo: “El crecimiento del interés en la Christian Science de los pueblos de habla hispana parece ser constante, y consideramos que sería muy conveniente publicar una edición del Heraldo en español, debido particularmente a los testimonios [de curaciones] que se incluirían”. Bjarne V. Bøckman, Presidente de la Comisión de Traducciones a la Administración Fideicomisaria de La Sociedad Editora de la Christian Science, 20 de abril de 1943. Archivos.
En agosto de 1943, llegó otra carta a La Junta Directiva de la Christian Science, esta vez de Guatemala. M. A. Nicol, su autor, primero pidió una traducción de Ciencia y Salud y luego una traducción del Christian Science Sentinel, una publicación de la Christian Science semanal en inglés. Escribió: “Se puede hacer y se está haciendo mucho, de boca en boca, y mediante las pocas traducciones al español de los artículos que aparecen en nuestras publicaciones periódicas. Pero mucho, mucho más se necesita para satisfacer el deseo de la gran cantidad de gente de habla hispana que está lista para recibir la verdad”. Carta de M. A. Nicol a La Junta Directiva de la Christian Science, 23 de agosto de 1943.
Para septiembre de ese año, la Administración Fideicomisaria le sugirió a La Junta Directiva de la Christian Science lo siguiente: “El tema tiene toda nuestra consideración, y estamos, de hecho, esperando concretar los planes para lanzar una edición del Heraldo en español en 1944”. Memorándum de los Fideicomisarios de la Sociedad Editora a La Junta Directiva de la ChristianScience, 10 de septiembre de 1943. Con esta esperanza la Sociedad Editora trataba de equilibrar el hecho de que no sería recomendable comenzar una nueva revista ante la escasez de papel y otras preocupaciones relacionadas con la guerra.
Finalmente, dos años después, en julio de 1946, se publicó el primer número de El Heraldo de la Ciencia Cristiana en español. Continuó publicándose cada tres meses de manera regular durante varios meses. Luego, con el deseo de llegar a más gente, se incluyó un artículo en portugués. Puesto que los dos idiomas eran similares y los podían leer personas que sabían una u otra lenguna, la conexión era buena.
Pero a fines de 1950, necesidades derivadas de la guerra entraron en juego, cuando Bjarne Bøckmann, gerente del Departamento de Traducciones, recomendó que se agregara una sección en italiano a la combinación del español y portugués. Este Heraldo Europeo, como a veces se lo llamaba, se publicó en julio de 1951. Tres años más tarde, a medida que las restricciones de la guerra fueron disminuvendo. La Junta Directiva de la Christian Science le pidió a los Fideicomisarios de la Sociedad Editora que vieran la posibilidad de publicar ediciones separadas para las dos ediciones políglotas: el escandinavo y el español-portugués-italiano.
Los Fideicomisarios respondieron: “Pensamos que tal propuesta no es factible ni práctica, si tenemos en cuenta que nuestros Heraldos extranjeros son, desde el punto de vista monetario, una pérdida o bien tienen una función misionera. No tenemos ninguna objeción contra el formato que tienen actualmente”. Memorándum de los Fideicomisarios de la Sociedad Editora a La Junta Directiva de la Christian Science, 29 de junio de 1954. Archivos.
No obstante, las evidencias muestran que ambas partes estaban realmente considerando la posibilidad de producir algo mejor y más práctico para los grupos individuales de idiomas. Y en enero de 1958, George Nay, practicista de la Christian Science, se unió al personal editorial con la tarea específica de estar a cargo de la separación de los Heraldos trimestrales en revistas individuales.
Para enero de 1959, se habían publicado las ediciones individuales de El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Desde entonces, el Heraldo en español ha evolucionado y se ha transformado en una revista amena llena de diversidad tanto en diseño y fotografía como en contenido. Dada su misión de hablar a la gente de muchos países diferentes [véase mapa de los lectores del Heraldo en esta sección] y las circunstancias tan particulares de cada uno de ellos, la edición en español sirve a su variado público con temas oportunos, con relevancia, afecto e inteligencia.
Las ediciones impresa y radial de la revista han obtenido varios premios a lo largo de los años. Hace poco, Enrique Smeke, productor del programa radial, tuvo la oportunidad de aparecer en una emisión radial de Argentina que llega a millones de oyentes a fin de comentar sobre la gratitud hacia los demás y el perdón ante los ataques terroristas que tuvieron lugar en los Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001. Ésta es sólo una de las muchas maneras en que esta edición del Heraldo continúa cruzando fronteras internacionales y llega a los corazones que anhelan espiritualidad y curación.
Una curación que tocó generaciones
Si hoy estoy escribiendo estas líneas es porque hace sesenta y un años, en 1941, mi padre fue sanado mediante la oración de una aguda afección nerviosa y agotamiento físico. Cuando la medicina tradicional demostró ser incapaz de controlar su condición, alguien le sugirió que asistiera a los servicios religiosos de la Christian Science que se realizaban en un teatro en Montevideo, Uruguay. Según él recordaba, le dijeron que “le iban a hacer bien, porque mucha gente se curaba allí”.
Él no tenía ningún conocimiento anterior de la Christian Science, no obstante aceptó la invitación. Los servicios eran en inglés — un idioma que él no conocía — no obstante, durante el servicio sintió una atmósfera de amor que él no podía explicar. Ese amor le llegó a lo más profundo de su mente y de su corazón. En muy poco tiempo había sanado. Eso motivó que también interesara a mi mamá en la Christian Science, y que más adelante nos llevara a mi hermano y a mí a la Escuela Dominical. A esa misma Escuela Dominical concurren hoy sus bisnietos.
Todavía recuerdo que aprendí que la curación era una parte natural de esta religión. Durante una clase de la Escuela Dominical, un compañerito de pronto cayó al suelo, víctima aparentemente de un ataque de epilepsia, y fue sanado. Esta fue una prueba que presencié de la eficacia de lo que estábamos aprendiendo. Una niña que por bastante tiempo vino a clase con muletas, debido a una malformación congénita, con el tiempo también fue sanada. A partir de ese momento, ella ya no necesitó usar muletas y tuvo una vida absolutamente normal. Esas experiencias marcaron mi decisión para siempre. Decidí que la Christian Science sería lo más importante en mi vida, y que dedicaría mi tiempo a la curación cristiana.
Los primeros servicios religiosos de la Christian Science en Montevideo se celebraron en privado, en hogares de familia, durante la década de 1920. Al principio sólo había tres personas: dos conducían el servicio y una escuchaba. Los pioneros de ese humilde comienzo fueron la Sra. Jessie E. Pool Mercant, la Sra. Jessaneim Weimer y el Sr. William Carey. Sólo eran tres, pero suficientes para iniciar el trabajo de curación.
Se cuenta que alrededor de 1929, la curación de un niño fue tan notoria que como consecuencia de ello, veinte personas se sumaron al grupo de una sola vez. Eso les permitió constituirse en una Sociedad de la Christian Science. Entonces los servicios se hicieron públicos, y tuvieron que arrendar un teatro, el “Victoria Hall”. Se trata de un viejo edificio situado en el centro de Montevideo, que todavía existe. Es donde mi padre asistió aquel domingo hace tanto tiempo, y donde su curación cambió tanto su vida como la mía, para siempre.
Montevideo, Uruguay
Agua fresca para la gente de habla hispana en México
En la década de 1940, la mayoría de los miembros de la iglesia filial de Cristo, Científico, en México, eran de habla inglesa, pero hacía mucho tiempo que ellos estaban pidiendo a La Iglesia Madre en Boston literatura en español. De modo que cuando llegó la edición en español de El Heraldo de la Ciencia Cristiana fue como agua fresca para la comunidad de habla hispana. Ahora podían participar plenamente en las actividades de la iglesia.
Entre los años 1944 y 1946, la Sala de Lectura de la Christian Science de la ciudad de México, vendía mayormente ejemplares del Journal, el Christian Science Sentinel y El Heraldo de la Christian Science en alemán, francés y sueco, porque había una pequeña comunidad de alemanes, y también un turista sueco que visitaba México con frecuencia. Entonces la edición en español estuvo disponible.
Con el tiempo, las ventas del Heraldo en español aumentaron gracias al comité de distribución de literatura, que estaba a cargo de enviar publicaciones a instituciones como bibliotecas y prisiones. El Sr. Ramón González, miembro de la iglesia, estuvo en ese Comité por muchos años. En una ocasión le entregó un ejemplar del Heraldo a un prisionero y esta persona comenzó a asistir a las reuniones de la Christian Science, donde se leía la Lección Bíblica que aparece en el Cuaderno Trimestral de la Christian Science. Su condena fue reducida a la mitad por buen comportamiento.
Ciudad de México, México
Espiritualidad y fortaleza en Cuba
La christian science ha llevado la curación al seno de muchas familias e incluso países. Así fue en Cuba (véase “Dios ayuda a la viuda”, pág. 34).
En este caso, Alfred Blundell, de nacionalidad inglesa, fue el precursor de la curación. Él había sanado mediante el tratamiento en la Christian Science cuando vivía en Nueva York, a principios del siglo XX, y eso lo impulsó a diseminar la Christian Science. De 1903 a 1906, cuando vivía en Cuba, celebró servicios religiosos informales. En aquella época, la mayoría de las personas que asistían y participaban en los servicios eran estadounidenses. Ada North Martin Hotchkiss, una practicista de la Christian Science que había vendio a Cuba con su esposo en 1903, lo ayudó en todo lo que pudo.
Cuando Blundell se fue de La Habana en 1906, los Hotchkiss continuaron el trabajo, y para marzo de ese año, estaban celebrando servicios en su casa. Asistían entre 25 y 80 personas, entre ellos muchos turistas.
Como practicista de la Christian Science, la Sra. Hotchkiss viajaba a todas partes de la isla. Obtuvo un permiso del Presidente para entrar en los distritos cerrados debido a las enfermedades, y a visitar prisiones y hospitales. Todo su tiempo y energías estuvieron dedicadas a la curación y al establecimiento de la Christian Science en Cuba.
Para 1916 había suficientes miembros de La Iglesia Madre como para organizar una Sociedad de la Christian Science en La Habana, pero todos ellos eran en su mayoría extranjeros. Luego algunos cubanos que hablaban inglés comenzaron a asistir a los servicios religiosos y se hicieron miembros de la Sociedad. Durante esos años, hubo notable crecimiento y progreso. En 1920, el gobierno cubano les otorgó un permiso especial y la Sociedad comenzó a anunciarse en The Christian Science Journal. Y en noviembre de 1927, fueron autorizados por las leyes de la República de Cuba.
A medida que aumentaba el número de miembros de habla hispana, se hicieron nuevos esfuerzos para que pudieran participar. El primer servicio en español se celebró el domingo 31 de enero de 1937. Para el verano, la Sociedad había crecido, y fue reconocida como Primera Iglesia de Cristo, Científico, La Habana.
Las décadas de 1940 y 1950 fueron muy activas para el movimiento de la Christian Science en Cuba. Se organizaron varios grupos por todo el país, a fin de diseminar las enseñanzas de la Christian Science y su misión sanadora. Para 1955, se había establecido la Segunda Iglesia de Cristo, Científico, La Habana.
Luego intervino la política internacional. Después de 1959, cuando Fidel Castro tomó el control del gobierno, se produjeron cambios radicales en la sociedad, incluso en las iglesias. Muchos miembros extranjeros y cubanos y algunos practicistas de la Christian Science se fueron del país. Las nuevas leyes restrictivas impuestas forzaron a cerrar Segunda Iglesia de Cristo, Científico, que en 1973 se unió a Primera Iglesia. No obstante, los Científicos Cristianos continuaron celebrando servicios y practicando la curación espiritual.
Los tiempos fueron cambiando y más actividades religiosas fueron posibles en el país.
En 1999, Juan Carlos Lavigne, maestro y practicista de la Christian Science de Argentina, dio la primera conferencia de la Christian Science en Cuba en 40 años, auspiciada por Primera Iglesia, La Habana. La conferencia tuvo tanto éxito que desde entonces han tenido conferencias todos los años.
Dios ayuda a la viuda
Este artículo fue escrito por una señora de Cuba, y originalmente publicado en el número de abril de 1996 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana. Su experiencia ilustra lo práctica que es la Christian Science para la gente que enfrenta problemas personales y difíciles situaciones económicas. El nombre fue omitido a pedido de la autora.
Mi esposo tenía una finca en la cual sembraba arroz, y donde se reunían de veinticinco a treinta trabajadores en cada cosecha, dos veces al año. Cuando mi esposo falleció, quedé muy deprimida, pero a pesar de mi dolor, yo sabía que “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones”. Salmo 46:1. Me aferré a mi fe en Dios, convencida de que nunca estamos solos. A los tres días de que mi esposo falleciera, fui al banco, pues la arrocera funcionaba mediante un préstamo bancario.
Oré y me encomendé al cuidado de Dios. Le dije al administrador que yo me haría cargo de la arrocera, aunque era maestra de música en una escuela pública y no tenía ninguna experiencia para producir arroz. Me miró con incredulidad. Era obvio que él pensaba que yo no podría hacerlo. Le dije que cuando mi esposo empezó, él tampoco sabía nada, pero aprendió sobre la marcha, y yo me sentía capaz de aprender también.
Mi fe en Dios me daba una seguridad que los funcionarios del gobierno no podían entender porque eran ateos. El administrador me dijo que me visitaría para darme la respuesta. Para mi alegría, fue una respuesta positiva.
Comencé mi trabajo-aprendizaje en la finca confiando firmemente en la guía de Dios. Él era mi sostenedor, mi protector y mi refugio fuerte. Con uno de los empleados aprendí a operar los equipos mecanizados para preparar la tierra y cosechar el arroz. Aprendí a realizar todos los trabajos, desde la siembra hasta la cosecha — cuatro meses de intensa labor manual y mecanizada — pues tenía que conocer lo que iba a administrar. Bajo la dirección divina, todo salía bien.
Tomé posesión de la finca en los primeros días de junio. A los tres días hubo una inundación que destruyó casi totalmente los diques y parte del canal maestro. Oré sin temor, con una confianza absoluta del cuidado y la protección de Dios hacia Sus hijos. Todo se resolvió a tiempo para la siembra.
Entonces cuando el arroz tenía tres meses y estaba lozano y fuerte, casi espigando ya, sobrevino el huracán Flora. En ningún momento me sentí insegura ni desesperanzada. Oraba y esperaba confiando en Dios.
Cuando las aguas, que habían subido casi un metro por encima del arroz, bajaron, todas las plantas estaban sepultadas bajo una capa de fango rojizo. Los diques no existían, y sólo quedaban pequeños tramos erosionados del canal maestro. Parecía que todo se había perdido.
Después del huracán, hubo dos o tres aguaceros y luego salió el sol. El arroz fue levándose y enderezándose. Luego aparecieron las espigas, llenas del abundante grano dorado. Era el fruto de la fe en el Amor divino.
La cosecha fue suficiente para pagar todo el préstamo del banco y los gastos que ocasionaron las dos inundaciones. Y debido al huracán a todos los campesinos de la zona afectada le fue condonada la deuda. Pero yo, “La viuda”, como los vecinos me llamaban, pude pagar, porque Dios es todo.
Ayuda y curación en Argentina
Ya en 1897 le fue entregada a la Sociedad Literaria Inglesa de Buenos Aires un ejemplar del libro Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. La Sra. Sara K. Webster, de nacionalidad estadounidense, fue la que se lo donó a la Sociedad. La Sra. Webster y otras familias de habla inglesa formaron un núcleo que con el tiempo se transformaría en la primera Sociedad de la Christian Science en Argentina, la cual fue reconocida en 1906. Actualmente hay en total 13 iglesias y 3 sociedades en la ciudad de Buenos aires y en las provincias de Buenos Aires, Mendoza, Río Negro, Santa Fe y Salta.
Como demuestra el relato que sigue a continuación, incluso alguien que es relativamente nuevo en el estudio de esta Ciencia puede hacer una importante contribución a la curación. Originalmente publicado en la edición Español/Portugués/Italiano de El Heraldo de la Ciencia Cristiana, Enero de 1953, págs. 33-34.
Al poco tiempo de haber empezado a estudiar la Christian Science, mi madre sufrió un ataque cerebral con congestión pulmonar. El médico que la examinó diagnosticó que el caso era muy grave. Yo le pedí a una practicista de la Christian Science que orara conmigo.
Mi madre estaba aparentemente inconsciente, pero la practicista me aconsejó que le hablara de Dios siempre que estuviera a solas con ella. Le hacía repetir las palabras “Dios es mi Vida”. Ella también repetía conmigo “la declaración científica del ser”,Ciencia y Salud, pág. 468. y el Padre Nuestro. Los médicos la desahuciaron. No obstante, su condición poco a poco fue mejorando. Considero que esto ocurrió porque yo me esforzaba por volver sus pensamientos en dirección al Espíritu.
Aunque observaron que ella estaba progresando, los médicos dijeron que quedaría con la boca torcida debido al ataque sufrido. Continuamos orando, declarando que mi madre era una idea espiritual de Dios, perfecta y armoniosa. Y todo volvió a la normalidad, quedando mi madre perfectamente bien. Desde entonces he tenido muchas experiencias con la ayuda de Dios en momentos que he enfrentado enfermedades y problemas. Todos ellos fortalecieron mi fe y mi comprensión espiritual.
Buenos Aires, Argentina
Mi compañero en la curación
Desde que conozco el Heraldo me ha acompañado a todas partes, ya sea dentro o fuera de mi país. Ha contribuido grandemente con ideas nuevas enfocadas a la curación. Una de las primeras que tuve fue de asma. Yo había tenido ese problema desde niña. Incluso después que me casé, no podía ir a la playa porque la creencia de que el clima húmedo me hacía daño, inmediatamente me producía una reacción física. La lectura del Heraldo me ayudó mucho, y la curación se efectuó con el tiempo a través del tratamiento en la Christian Science.
Otra curación grande que tuve fue del hábito de fumar, el cual me mantuvo esclavizada por más de 20 años. Para mantener mi pensamiento firme en la Verdad y resistir la tentación de fumar, llevaba el Heraldo conmigo a todas partes. Esto es algo que sigo haciendo hoy, aunque ya no tengo la tentación de fumar.
Mi familia conoció la Christian Science cuando yo era adolescente, al leer una traducción al alemán del libro Escritos Misceláneos por Mary Baker Eddy. Nosotros vivíamos en el sur de Chile y éramos ávidos lectores. Después me enteré de que el libro también se publicaba en español. Posteriormente, descubrí la existencia de La Iglesia de Cristo, Científico, y de una iglesia filial en mi área, me afilié y nunca me alejé de estas verdades sanadoras.
Santiago, Chile
Ella confió en Dios durante su embarazo
En un momento de mi vida fue muy claro que necesitaba un pensar espiritualmente esclarecido. Estaba esperando un bebé, y el obstetra que controlaba el embarazo me dijo que estaba anémica, y que la condición sólo cedería con transfusiones de sangre. De otro modo daría a luz un bebé con deficiencias serias.
Intuitivamente sentí que debía rechazar ese tratamiento. Fui a ver a otro profesional quien me recetó hierro durante cinco meses. Durante ese tiempo, el número de glóbulos rojos supuestamente aumentó. Pero entonces comencé a tener molestias estomacales insoportables, y el médico me dijo que el cuerpo no había asimilado debidamente el hierro. Me suspendieron el tratamiento por un mes, y de acuerdo con los análisis de laboratorio, perdí los hematíes que había obtenido.
En ese momento estaba en el octavo mes de gestación. Desesperada le dije al médico:“Sólo falta un mes, ¿qué hago?” Y él con mucho amor me dijo: “Confiemos en Dios. Yo he recibido bebés cuyas madres campesinas carecen hasta de lo básico en la alimentación y soportan climas terribles, y sus bebés son muy saludables”. Después de llorar por tres días, tomé un ejemplar de El Heraldo de la Ciencia Cristiana que tenía. Lo abrí al azar y leí el siguiente mensaje de la Biblia: “Jehová os dice así: No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios” (2 Crónicas 20:15)
Vi claramente que yo no era una creadora, como tampoco era personalmente responsable de la vida de mi hijo. El único creador es Dios, la Vida, que no tiene imperfecciones, y a Él nada le puede faltar. De modo que toda Su creación debía de ser perfecta y completa, incluso yo. Me di cuenta de que lo que necesitaba absorber no era hierro y minerales, sino los conceptos espirituales, las ideas inspiradas que Dios me estaba dando a cada minuto. Necesitaba obtener una comprensión mucho más profunda de la Vida divina y de la verdad del Ser. Reconocí que esta comprensión ya se estaba desarrollando porque el Heraldo me había guiado a las Escrituras y me había hecho interesar en la curación espiritual. Me sentí capaz de confiar en que Dios resolvería cada dificultad.
Y así fue. Di a luz un bebé de 3.5 kg de peso, rebosante de salud. Hoy es adulto y ni él ni yo hemos tenido nunca problemas de anemia.
Puede que suene un poco inusual, pero siento que también di a luz a otro niño: la idea de la curación espiritual. Ese nacimiento tuvo lugar en mi pensamiento y en mi corazón, a medida que vi evidencias de su valor en mi vida, y decidí dedicarme a sanar a otras personas espiritualmente. Para mí la curación espiritual es un nutrimento ideal para todos.
Bogotá, Colombia
Presuntos ladrones responden a la oración
Un día cuando salí para ir a pagar el alquiler, tres hombres me siguieron. Tuve el presentimiento de que me querían robar. Así que empecé a repetir en silencio el Salmo 91, que siempre me da tanta inspiración. Yo insistía en que estaba protegida bajo las alas de Dios, quien es el Omnipotente, y que el Cristo, la idea espiritual de Dios que Jesús enseñó, estaba conmigo. Tomé el autobús y esos hombres subieron también. Yo continué orando hasta que llegué a mi parada, pero los hombres también se bajaron del autobús y comenzaron a perseguirme.
Pude llegar a la oficina para efectuar el pago, pero cuando salí los hombres me estaban esperando. Luego me siguieron de regreso a mi casa. Repetí el Padre Nuestro mentalmente y abrí el número de El Heraldo de la Ciencia Cristiana que llevaba conmigo, y empecé a leer. Afirmé que, ante los ojos de Dios, esos hombres eran Sus hijos amorosos y perfectos. A medida que oraba de ese modo, me vino el pensamiento de mantener la “mirada fija” en la Mente, Dios. De pronto, uno de los hombres dijo: “Vamos, salgamos, no hay trabajo aquí”. Y se bajaron del autobús.
Esta experiencia me abrió tanto los ojos, porque realmente me ayudó a comprender un poco más que Dios está siempre presente y cuida de nosotros y de los demás.
Bogotá, Colomba
Sucesos mundiales en sinopsis 1940-1950
Década de guerras y nuevas ideas sobre la paz, este período es un hito en la historia de la humanidad caracterizado por los renovados esfuerzos de las naciones para trabajar juntos en pro del bien común.
1940
•1940 Guerra entre Rusia y Finlandia.
•1941 Japón ataca Pearl Harbor
•1942 México entra en la Segunda Guerra Mundial del lado de los Aliados
•1943 Italia se rinde ante los Aliados Occidentales
•1945 Termina el escenario europeo de la Segunda Guerra Mundial
•1945 EE.UU. arroja la bomba atómica en Japón; este país se rinde ante los Aliados
•1945 Indonesia declara su independencia de Holanda; Sukarno asume la Presidencia del país
•1945 Se fundan las Naciones Unidas
•1946 Primera edición del Heraldo en español
•1946 La nueva constitución de Brasil restaura los derechos individuales
•1946 Se establece la República de Italia
•1947 La Constitución democrática entra en vigor en Japón
•1947 Traducción al español de Ciencia y Salud
•1948-49 Bloqueo de Berlín
•1949 Holanda, que había controlado Indonesia, reconce oficialmente la independencia de este país
•1949 La Ley de Prensa en Suecia prohíbe toda forma de censura
•1949 Se forma la Organización del Tratado del Atlántico Norte
•1949 Dinamarca renuncia a su tradición de neutralidad de cien años, y se une a la OTAN
1950
•1951 A los ciudadanos de Suecia se les otorga el derecho de renunciar a la iglesia del estado (luterana), obligatoria por nacimiento hasta ese momento