En un siglo que se ha iniciado con una búsqueda de espiritualidad que no ha disminuido en interés en todos los puntos cardinales del planeta, el Heraldo tiene el gusto de presentar en sus páginas las experiencias vividas por estudiantes de la Christian Science en Alemania Oriental después de la Segunda Guerra Mundial hasta la caída del Muro de Berlín en 1989. Vigilados y perseguidos por sus creencias religiosas, prohibidas oficialmente en su país, esas personas arriesgaron su vida y la de sus familiares para estudiar y seguir practicando la Christian Science, así como para garantizar que todos los estudiantes de esta Ciencia recibieran allí la literatura correspondiente cada mes
La situación no era fácil y siempre corrían el riesgo de ser descubiertos. Quizás se pregunte el lector: ¿Por qué lo hacían? ¿Qué los impulsaba a practicar esta Ciencia a pesar del peligro tan evidente al que se exponían?
El domingo 1° de junio de 2003, se llevó a cabo un programa de bienvenida a la Asamblea Anual 2003 y Simposio de La Iglesia Madre, que comenzaría al día siguiente. En el mismo participaron Honor Hill, Virginia Harris, Michael Seek y un Panel de Miembros de la Iglesia en Alemania.
: Yo soy Honor Hill, Presidenta de La Iglesia Madre, y tengo el enorme placer de darles una cordial bienvenida a todos ustedes a esta sesión de apertura de la Asamblea Anual 2003, de The First Church of Christ, Scientist, en Boston. En unos momentos pondremos la reunión en manos de nuestros amigos en Berlín. Estamos todos unidos vía satélite, y estas pantallas grandes ponen claramente de manifiesto que nos hemos reunido todos como una gran familia. Aquellos de nosotros que estamos en Boston nos sentimos encantados de verlos a todos ustedes en el Max-Schmelling-Halle en Berlín. Y estamos muy contentos de que ustedes nos puedan ver a nosotros en la Extensión de La Iglesia Madre.
¡Qué riqueza! Venimos de más de 70 países, hablamos más de 20 idiomas, y representamos varias generaciones. Muchos de ustedes han recorrido grandes distancias para estar aquí. Gracias a todos por el esfuerzo que han hecho para reunirse.
En 1888, la Descubridora y Fundadora de la Christian Science, Mary Baker Eddy, escribió a sus amados estudiantes cuando se reunieron, lo siguiente: “Sed de 'un mismo sentir’, estad 'todos unánimes juntos’, y Dios derramará sobre vosotros una bendición como jamás habéis recibido antes”.Escritos Misceláneos, pág. 134. Como estudiantes de la Ciencia que descubrió la Sra. Eddy, literalmente nos reunimos en un lugar, uniendo brazos y corazones a través del océano y el espacio cibernético.
Muchos de nosotros recordamos el Muro de Berlín. El mundo se regocijó con los habitantes de Alemania cuando ese muro cayó. En cierto sentido, ese muro era el símbolo del aislamiento y la separación, más allá de Berlín. Y su caída, sin violencia, representó un nuevo día de libertad, no sólo para Alemania, sino para toda la humanidad. Virginia Harris, Presidenta de La Junta Directiva de la Christian Science, está en Berlín ahora mismo. Y ella va a hablar un poco sobre lo que nuestra familia global experimentó durante esos años.
: Muchas gracias. Uno puede escuchar los saludos de amor que van desde Berlín a Boston. Hoy en el Max-Schmelling-Halle, están con nosotros amigos muy queridos, tal como dijiste, Honor. Traigo el amor y la gratitud de La Junta Directiva de la Christian Science, a todo aquel que está reunido aquí en Berlín, en Boston y en Internet. Este centro deportivo en el que estamos, en Berlín, fue construido hace apenas unos años, y se encuentra en el área que en otro tiempo se llamó “tierra de nadie”. Un pedazo vacío de tierra, salpicada de minas y trampas que en una época separaba el este del oeste. Recuerdo muy bien una ocasión cuando estuve parada en una zona de Berlín Occidental, mirando hacia este lugar, y orando por la paz y la libertad. De modo que es muy conmovedor estar aquí hoy.
Tuve el privilegio y la alegría de servir como Secretaria de La Iglesia Madre a fines de los años 80. Al desempeñar esa tarea, conocí amigos, miembros y personas de todas partes del mundo que leían por primera vez Ciencia y Salud. A medida que viajaba y compartía el amor de La Iglesia Madre, también escuchaba los desafíos que las personas enfrentaban, y sus victorias. Las visitas que hice a amigos y miembros en el antiguo mundo comunista, Europa Oriental, fueron muy importantes para mí y me dieron mucha inspiración. Nos encontramos con amigos de Berlín Oriental, Dresden, Karl-Marx-Stadt, ahora Chemnitz, Magdeburg, Leipzig y Erfurt. También nos reunimos con amigos y miembros de Varsovia, Polonia, Bucarest, Rumania, Budapest, Hungría, Praga, República Checa, Leningrado, hoy San Petersburgo, Moscú y Riga, entonces la Unión Soviética. Escuchamos relato tras relato lo que estos valientes miembros y amigos habían soportado, durante casi cuatro décadas. Escuchamos historias de personas cuyos nombres estaban en la lista del gobierno porque eran Científicos Cristianos. Conocimos a otros cuyos ejemplares de Ciencia y Salud y otra literatura de la Christian Science fueron quemados o confiscados.
Y luego, estaban aquellos queridos amigos que habían sido interrogados, vigilados, detenidos e incluso puestos en prisión. Como muestra la historia, aquellos años fueron tiempos difíciles y de grandes desafíos para la gente que vivía en el este. No obstante, ellos continuaron practicando la Christian Science. La mayor parte del tiempo, se hablaban como en un susurro a puertas cerradas, o enseñaban calladamente a los niños, a medida que eran sanados y consoldos. Para mí, un ejemplo particularmente simbólico de esos años fue el edificio que en un tiempo perteneció a Primera Iglesia de Cristo, Científico, de Dresden. Unos amigos muy queridos me llevaron a verlo; era un hermoso edificio. Mientras estábamos parados en la calle mirando el edificio, mis amigos me explicaron que ahora pertenecía al estado. El gobierno se los había expropiado, transformándolo en una sala de conciertos propiedad del estado.
Pude ver que aunque el edificio de la iglesia había sido confiscado, la estructura de la Verdad y el Amor, la Iglesia, como la Sra. Eddy la define, no podía ser expropiada. La actividad y la practicalidad del Cristo, estaba viva en ese momento en sus corazones. Siempre que podían, compartían y leían Ciencia y Salud, que estaba oficialmente prohibido. Enviaban por correo la Lección Bíblica del Trimestral de la Christian Science o la compartían con los amigos, siempre que era posible. A veces algunas páginas del Trimestral eran arrancadas y metidas dentro de teteras o alrededor de las mismas, y enviadas por correo a amigos. Otras veces la gente copiaba a mano las citas de la lección bíblica para dársela a amigos que anhelaban conocer al pastor. Llevaban Der Christian Science Herold al este, a veces cosido dentro del forro de abrigos, o escondido debajo de los asientos de los autos. No obstante, con el tiempo, gracias a los esfuerzos de varios individuos dedicados, un pequeño número de Heraldos fue autorizado legalmente y pudieron ser introducidos en Alemania Oriental. Primero fueron 100 ejemplares, y muy pronto, ¡una enorme victoria!, el número aumentó a 850. Aquellos de nosotros que no hemos conocido la opresión política y religiosa, puede que nunca lleguemos a apreciar verdaderamente la importancia que tuvieron esos 850 Heraldos. Cada ejemplar de Ciencia y Salud, cada copia de la Lección Bíblica, y el Heraldo, compartidos, y las ideas puestas en práctica, eran un testimonio, una vida conectada con la libertad espiritual inherente, que pertenece a cada uno.
¡Qué apropiado fue entonces que hace 100 años, en 1903, Mary Baker Eddy haya fundado el Heraldo! Sin duda ella percibió su potencial para sanar, para liberar a las personas de cualquier tipo de opresión. Su misión es la de “proclamar la actividad y disponibilidad universal de la Verdad”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 353. Durante esas difíciles décadas, La Iglesia Madre y sus miembros en todo el mundo, oraron con diligencia por sus hermanos y hermanas en el este. Esos hermanos y hermanas nunca estuvieron lejos del pensamiento y del amor de La Iglesia Madre. Una vez cada tanto, un miembro de La Junta Directiva de la Christian Science, o un conferenciante, o bien un practicista de occidente, visitaba Berlín Oriental y se reunía con los miembros por unas horas. Sin embargo, a muchos les resultaba muy difícil contactarse con la mayoría de esos queridos amigos. No les podíamos hablar por teléfono, y enviarles cartas desde La Iglesia Madre podría haberlos puesto en peligro. Ocasionalmente, les enviábamos una carta corta, en un sobre sin membrete, firmado simplemente Madre. Ni los muros ni el gobierno podían detener la dedicada oración y el amor establecido por La Iglesia Madre. Una iglesia con el designio de apoyar y nutrir a toda la humanidad, y de fecundar los afectos de toda la humanidad y gobernarlos.
Entonces, en abril de 1989, nos permitieron viajar a la zona Oriental. Esta visita fue notablemente diferencia de las otras. Ahora había una firme convicción de libertad y justicia que crecía en el corazón y las acciones de la gente. Surgieron muchas oportunidades, y comenzamos a tener sinceras conversaciones con el gobierno de Alemania del Este, con respecto al reconocimiento oficial de la Iglesia de Cristo, Científico. Fue durante esta visita en abril que se alcanzó un acuerdo verbal con el gobierno para permitir que los Científicos Cristianos practicaran su religión y se reunieran en público.
Durante los meses siguientes, se fueron dando pasos de progreso en Alemania Oriental. Las pequeñas reuniones y marchas en pro de la paz se fueron volviendo más comunes. Una marea incontenible estaba surgiendo. El Cristo y su poder y libertad inherentes, no podían ser detenidos. A fines de octubre, Jill Gooding, miembro de La Junta Directiva de la Christian Science, Dieter Fórster y yo regresamos a Alemania Oriental. Y el 3 de noviembre de 1989, la República Democrática de Alemania otorgó reconocimiento oficial a la Iglesia de Cristo, Científico. Fue la primera denominación religiosa en ser reconocida por ese gobierno en 38 años.
Durante los días siguientes, se produjeron las últimas y más grandes marchas en pro de la paz. Vimos directamente el poder de la oración, en un pueblo que intuitivamente sabía que la libertad era su derecho de nacimiento. Luego, como todos sabemos, el 9 de noviembre, seis días después del reconocimiento oficial de la Christian Science, cayó el muro y la libertad se transformó en una realidad práctica.
Ahora me gustaría hacer una pausa, y expresar un agradecimiento especial a tres hombres, sin los cuales el reconocimiento oficial de la Iglesia de Cristo, Científico, no habría sido posible. Los Sres. Dieter Förster, Kurt Hopp y Günther Behnke.
Cada uno de ellos expresó increíble paciencia, persistencia, valor y dedicación. Dieter Förster, quien sirvió como Comité de Publicación para Alemania, sacrificó mucho. Durante años, viajó cientos de kilómetros por Europa Oriental. Se esforzó por hacer que los Científicos Cristianos en esos países tuvieran un buen suministro de publicaciones periódicas y ejemplares de Ciencia y Salud.
El querido Kurt Hopp vivió toda su vida en Alemania Oriental. Él era el miembro más activo de la iglesia en la distribución de literatura para sus amigos en Alemania Oriental. Estamos tan contentos de tener a su esposa Úrsula con nosotros hoy. El Sr. Hopp tuvo que ser muy persistente a lo largo de su vida. Él atesoraba el ideal de que todos tuvieran la libertad de practicar la Christian Science. Ya en 1965, el Sr. Hopp comenzó sus esfuerzos para lograr que el gobierno reconociera la Christian Science. Y su relación de confianza con el Sr. Behncke fue fundamental para establecer las negociaciones en 1989. Es muy especial tener con nosotros hoy aquí al Sr. Behncke.
En el gobierno de Alemania Oriental, él era jefe de la sección de asuntos legales y normas políticas, dentro de la oficina del secretario de estado para asuntos religiosos. Descubrimos que tenía un corazón abierto y sincero como el de un niño. Podíamos ver en sus ojos que se trataba de un hombre bueno y muy querido. Durante las reuniones que tuvimos con él, llegué a tenerle gran estima y aprecio, y aprendí a no temerlo a él ni a lo que le requería su trabajo oficial.
Aunque nuestros queridos amigos Dieter y Kurt han fallecido, sé que cada uno de ellos estaría feliz de estar aquí presente.
Muchos Científicos Cristianos soportaron la situación y llevaron adelante con valentía la antorcha de la verdad, a través de una selva peligrosa. Y fue justamente cuando estaban llegando al borde de la misma, que los integrantes de la Junta Directiva de La Iglesia Madre tuvimos el privilegio de estar con ellos, cuando finalmente cayó el símbolo de la opresión. Ahora, recibiremos la visita de algunos de estos amigos. Las palabras nunca podrán expresar realmente nuestra gratitud por su fidelidad a la Christian Science, durante esos difíciles años. Ellos son una inspiración viviente.
Michael Seek, practicista y maestro de la Christian Science desde Berlín, actuará de moderador del panel. Michael es también Jefe de Redacción de El Heraldo de la Ciencia Cristiana en alemán. Junto a él se encuentran Ursula Hopp, Kristin Buschmann, Hildegard Funke y el Sr. Günter Behncke.
: Quiero agradecer a La Junta Directiva de la Christian Science por haber apoyado a los amigos del este durante décadas. Virginia, todos recordamos con mucho afecto tus visitas a Alemania. El amor de madre que tú y los otros miembros de la Junta Directiva expresaban, era tan real y significativo, como las oportunidades que tuvimos de reunirnos. Aquellas visitas probaron que ni el lenguaje, ni la distancia, nos podían separar. En lugar de ello, cuando nos reunimos vimos que el corazón habla al corazón. Gracias.
Virginia Harris: Michael, tu padre era maestro de la Christian Science aquí en Berlín; tu madre era practicista, así como tu abuela, quien vivía en el este. Y todos ustedes vivían en el oeste. No obstante, tu padre y tu madre tenían estudiantes y pacientes en la zona del este. ¿Qué era lo que mantenía vivo el espíritu?
Michael: En casa, casi todos los días, hablábamos de la división de Berlín y de Alemania. Y hablábamos del futuro de nuestros amigos en la República Democrática Alemana. A menudo decíamos que el país y la ciudad estaban divididos, pero ante todo, que las cosas no tenían por qué continuar así, y que podíamos hacer algo al respecto. Así que crecí con la resolución de no agregar otra división a la división de Alemania; traté de no dividir a la gente entre buena y mala, amigos y enemigos, gente que me caía bien y gente a quienes rechazaba en mi corazón. Esto a menudo me enseñó a pensar en el bien que hay en las personas.
Cuando iba a visitar a mi abuela a Berlín Oriental en mi patineta, tenía que cruzar la frontera. Incluso entonces, yo llevaba Heraldos escondidos debajo de mi pulóver para que mi abuela se los pudiera entregar a sus pacientes. Y lo que descubrí fue que los controles en las fronteras no eran peligrosos y que mis charlas con la policía de seguridad eran muy amables y amistosas, siempre que no mirara a la policía de la frontera como los enemigos del otro lado. Me esforzaba por encontrar el bien en ellos. Este efecto inmediato me demostró que es importante la actitud mental que uno tiene.
Cuando hablábamos en casa, aprendí a nunca subestimar el poder de la oración. Y como yo tenía amigos tanto en Berlín Occidental como Oriental, decidí orar para superar la división. Y también decidí orar siempre que me montara en mi bicicleta. Y yo andaba mucho en bicicleta.
Y al pensar en eso ahora, recuerdo a los israelitas que marcharon alrededor de Jericó con sus trompetas hasta que las paredes cayeron. Los Científicos Cristianos en ambos lados, deben de haber orado y haber marchado alrededor de aquel muro en espíritu. Estaban unidos en espíritu y en sus oraciones, estaban unidos con miembros de La Iglesia Madre, y con gente que amaba la libertad en todo el mundo. En nombre de los alemanes, estando aquí en Berlín me gustaría agradecerles a ustedes en Boston, y a quienes participan por Internet, por el leal apoyo que nos brindaron a lo largo de todos esos años.
En 1951, la Christian Science fue prohibida en lo que era entonces el Estado Alemán del Este. De un día para otro, las iglesias fueron cerradas. Ya no había Salas de Lectura, y la práctica pública que desarrollaban los practicistas de la Christian Science fue prohibida. En 1961, se construyó el muro. Y eso detuvo el libre movimiento del este al oeste. Y la frontera no dividió simplemente al pueblo de un país y del otro. Era un intento cruel de tratar de hacernos creer que algunos individuos tenían el derecho y el poder de controlar la vida, el pensamiento y las acciones de los demás.
Junto a mí se encuentra Ursula Hopp, quien dedicó su vida a la Christian Science. Como escuchamos, su esposo desempeñó un importante papel en las negociaciones que se hicieron con el gobierno de Alemania Oriental.
Kristin Buschmann de Chemnitz, es practicista de la Christian Science y trabaja para la Editora de los Escritos de Mary Baker Eddy y El Heraldo de la Ciencia Cristiana en alemán. Junto a ella está Hildegard Funke, practicista de la Christian Science del antiguo Berlín Occidental, quien, por muchos años, ayudó con dedicación y lealtad a nuestros amigos de Alemania Oriental y también de Polonia.
Y también tenemos aquí a nuestro buen amigo, Günter Behncke. En aquel entonces él era jefe del departamento de asuntos legales y normas políticas de la oficina de asuntos religiosos del gobierno de la República Democrática Alemana.
Ursula, ¿cómo era la situación para los Científicos Cristianos en la República Democrática Alemana, después del fin de la Segunda Guerra Mundial?
: Nuestros miembros y seguidores tuvieron que enfrentar pruebas verdaderamente difíciles, al practicar la Christian Science. Cualquier lectura o lección sobre la misma estaba oficialmente prohibida. Hubo algunos casos en que la literatura fue confiscada y quemada enfrente mismo de los miembros.
Michael: No debemos olvidar, que los primeros años después de la prohibición relamente fueron muy peligrosos para los Científicos Cristianos. Les registraban sus casas, la gente era llamada a presentarse ante la policía; los practicistas de la Christian Science tenían prohibido practicar su profesión y eran forzados a dar los nombres de sus pacientes.
: La gente era muy cuidadosa con las llamadas telefónicas, porque no podíamos estar seguros de que no nos estuvieran escuchando. Mi tía, una practicista muy activa de Halle, quien me ayudó mucho después, siempre me preguntaba con mucha insistencia si había recibido el correo que me había enviado. En realidad, nunca pude saber claramente, en qué medida los servicios de seguridad del estado nos estaban controlando.
: Esta incertidumbre no era intencional. En la constitución de la República Democrática Alemana estaban garantizadas la libertad de creencia y de religión. El problema era que la Christian Science estaba prohibida. Y no había ninguna perspectiva de que fuera reconocida una vez más. No obstante, ya no se procesaba a los Científicos Cristianos bajo la ley criminal. Habíamos decidido optar por un estado de tolerancia discreta, que oficialmente en nuestro país no existía.
Otro problema era que las cosas se manejaban de distinta manera en los diferentes lugares. Una decisión tomada en Leipzig podía ser diferente de una en Dresden, la cual a su vez podía ser diferente a una tomada en Rostock o en Berlín.
Úrsula: A pesar de esta estricta prohibición, nos arreglábamos para encontrar formas de obtener los Heraldos y otras publicaciones de la Christian Science corrientes. Y eso probó que nada se puede detener; el bien siempre marcha hacia delante, la verdad nunca se pierde, la verdad siempre encuentra formas de mantener el poder, a través de esas enseñanzas.
Michael: Y en esta situación, ustedes encontraron inspiración y liderazgo en Ciencia y Salud.
Úrsula: ¡Oh claro que sí! En la página 89 del libro de texto de la Christian Science leemos: “El Espíritu, Dios, se oye cuando los sentidos guardan silencio”. Y eso significaba que nosotros siempre teníamos que escuchar con cuidado, para abrir bien nuestros oídos y oír lo que Dios quería decirnos.
Michael: Algo característico de aquella época, era que a ambos lados del muro la gente escuchaba atenta y oraba.
: A principios de la década de 1980, una señora me habló cuando yo estaba en la iglesia. Ella quería hacerse miembro de La Iglesia Madre, y tenía muchas preguntas sobre la misma, y sobre la Christian Science.
Y como realmente no podíamos hablar sobre todo eso, le sugerí que fuera a mi oficina una semana después. Pero ella tenía mucha prisa. Le habían permitido salir de la República Democrática Alemana tan sólo por dos días, para unas celebraciones familiares, y después de eso tenía que regresar. Luego ella mi invitó a que fuera a visitarla al este. Y ése fue el comienzo de todo una serie de valiosas reuniones.
Michael: Kristin, ¿cómo conociste la Christian Science?
Kristin: Hace dos o tres años, de pronto empecé a pensar en los libros que están en la sala de mis padres, y recordé un libro con el título en la letras doradas, Ciencia y Salud. Mis abuelos leían de dos libros grandes. Y ahora sé que ellos estudiaban las Lecciones Bíblicas Semanales, de la Biblia y Ciencia y Salud.
Mi padre nunca me dijo que usaba específicamente el sistema de curación de la Christian Science. Pero sí me explicó, ya de grande, que usaba el poder del amor. Yo nunca usé el término Christian Science.
Una amiga muy querida de nuestra familia, Érica, ayudaba a planchar a mi mamá. Y después de que mi madre falleció, Érica continuó viniendo para ayudarme a planchar. Y un día le conté acerca de mi hija que en aquel entonces era bastante pequeña. Y le conté que estaba enferma. Ella me dijo: “Ésa es una creencia”. Entonces me contó sobre la Christian Science y sobre la oración y la curación. Y a través de ella me puse en comunicación con la Srta. Franz de Karl-Marx-Stadt, quien distribuía las lecciones bíblicas. Estaban escritas a mano, otras a máquina, siempre con mucho amor.
Era como si hubiera una vasta red a mi alrededor formada por personas que amaban la Christian Science y la practicaban.
Michael: Creo que muchos amigos en Alemania del Este tuvieron la oportunidad de trabajar en una red similar a ésa. Les daba una sensación de comunidad, de camaradería. Incluso se podría decir que era una iglesia sin edificio. Hilda, usted tenía amigos en la República Democrática Alemana y los ayudaba, lo mismo que a sus amistades de Polonia.
Hildegard: Mis hijos participaban en las actividades del foro juvenil y habían oído hablar de un grupo de jóvenes en Varsovia. Un día, dijeron: ¿Por qué no vamos a Polonia alguna vez? Así que hacia allá marcharon. Fueron calurosamente recibidos. Habían organizado todo, incluso donde hospedarse. Y fuimos invitados a visitarlos más a menudo, y en esos días, a principios de los 80, la ley marcial todavía seguía implantada allá. Nuestros amigos polacos tenían muchos problemas.
Michael: ¿Había servicios religiosos públicos para los Científicos Cristianos en Polonia en ese entonces?
Hildegard: Sí. En Varsovia había un grupo que tenía cuarenta años de existencia. El gobierno los tenía registrados y podían realizar los servicios. Un día, recibimos una carta de un joven de Torun, que es una ciudad antiguamente llamada Thorn en alemán, y está situada al norte de Polonia. Este joven había recibido el libro de texto y les formulaba algunas preguntas. Él conocía una familia con muchos hijos que necesitaba de nuestra ayuda. Así que enviamos algunos paquetes y poco después, nos invitó a visitarlo. Para la primera velada, él había organizado una reunión a la cual asistieron entre doce y quince jóvenes. Todos ellos estaban interesados en saber más acerca de la Christian Science.
Michael: No debemos olvidar que, en aquel tiempo en Polonia, la ley marcial había sido impuesta y estaba prohibido que más de una familia se reuniera en un solo lugar.
Hildegard: Así es, y nosotros éramos 12 ó 15 personas reunidas y nos hicieron un montón de preguntas. Recuerdo que de pronto, sonó el timbre y la policía se presentó a la puerta. La policía le dijo al joven que fuera a la seccional policial a la mañana siguiente y así lo hizo. Yo le dije que oraría por él.
Uno de los policías tuvo la idea de llamar a Varsovia. Supuestamente, el joven les había dicho que había un grupo de la Christian Science en Varsovia, y les había explicado que nosotros también formábamos parte del movimiento de la Christian Science. El policía de Varsovia confirmó la existencia del grupo y se le informó que la Christian Science estaba reconocida. Todo terminó bien. Fue maravilloso para nosotros experimentar en forma directa la guía de Dios. Estamos felices de poder dar la bienvenida a algunos de esos amigos polacos aquí mismo, en el Max-Schmeling-Halle, hoy.
Michael: Úrsula, su esposo Kurt trabajó para que los Científicos Cristianos en este país pudieran practicar su religión libremente.
Úrsula: Yo me casé con Kurt a mediados de los años setenta, y para mí el matrimonio significaba que debía trasladarme del oeste al este, a la República Democrática Alemana. Me era claro, sin embargo, que debía apoyar a mi esposo y a su valerosa convicción de defender la verdad, de que él era Científico Cristiano.
A comienzos del año 1985, mi esposo presentó un nuevo formulario al Sr. Behncke, de la Secretaría de Estado para Asuntos Religiosos. En esa época, estaba solicitando autorización para recibir El Heraldo de la Ciencia Cristiana y las lecciones bíblicas. Las personas que los iban a recibir tenían que registrarse ante la mencionada secretaría dando su dirección completa. Comenzamos a distribuir literatura en muchas ciudades de Alemania Oriental.
Michael: Sin lugar a dudas, a menudo ustedes traían consigo literatura para sus amigos. ¿Qué pensaban cuando atravesaban la frontera?
Hildegard: Que estábamos protegidos. Hace mucho tiempo, cuando recién conocí la Christian Science, leí una vez la siguiente frase en un testimonio: “El amor llama, el amor guía y el amor recibe”. Y ése era mi pensamiento más íntimo; que estaba protegida. El bien no podía ser atacado y nunca tuvimos ningún contratiempo.
: Recordemos que en esa situación, tanto el Heraldo como los trimestrales, entraban de contrabando en Alemania Oriental. Y con esto estaban faltando a la ley. Y tenemos que dejar bien claro que estaba prohibida la importación de cualquier publicación periódica o literatura de naturaleza política o religiosa. No era sóla para la Christian Science. Si uno quería importar esta clase de literatura, tenía que pedir un permiso especial, pero sólo una clase selecta de personas en instituciones, realmente lo conseguía. Los Científicos Cristianos nunca hubieran tenido la oportunidad de obtener ese permiso. Si alguno hubiera sido hallado cruzando la frontera con esas publicaciones periódicas, con esa literatura, se lo hubiera contemplado como a un enemigo del estado. Por ejemplo, al Sr. Otto Wendt se le prohibió viajar por muchos años y eso era peor que una multa. Ésa era la cause por la que los visitantes del oeste eran aguardados con impaciencia, porque traían literatura escondida en alguna parte.
Michael: Para hablar con la oficina de asuntos religiosos, la primera persona a la que el Sr. Hopp tenía que dirigirse era al Sr. Behncke, ¿no es así?
Günter: Sí, así es. El Sr. Hopp fue el primer Científico Cristiano que conocí. La persona que me informó desde nuestro departamento me dijo: "Cuidado, él es Científico Cristiano. ¿Sabías que la Christian Science ha sido prohibida? Así que no desperdicies mucho tiempo con él. Pero sé amable, es una persona muy cordial. Luego, veremos qué sucede”.
De manera que existían muchos prejuicios y nada más. Entonces, tuvimos nuestra primera conversación. Realmente yo no tuve ningún prejuicio, y conocí a una persona muy amistosa y franca que era muy firme en sus creencias y en los asuntos relacionados con su iglesia, pero que también entendía mi situación. Tenía alrededor de veinte años más que yo e irradiaba amor y comprensión, y desde el primer momento sentí mucho respeto por él.
Hablamos sobre los problemas que lo preocupaban. Primero, la importación de literatura y luego, el segundo punto: “¿Cuándo podremos registrarnos? ¿Cuándo podremos trabajar en forma normal como las otras denominaciones?” Luego de formuladas las preguntas no pude darle una respuesta clara por la sencilla razón de que yo no tenía el poder de tomar ninguna decisión. Pero su fe era inconmovible y me dijo: “Tenemos que progresar, Sr. Behncke”. No aceptaba una negativa por respuesta, aunque yo nunca tuve el valor de decirle que no. Lo respetaba demasiado como para eso. Debo admitirlo sinceramente. Él tenía una fuerte personalidad y carisma pero también poseía un gran corazón. Yo sabía que debíamos crear una atmósfera de confianza. Empezamos de cero y fuimos dando un paso a la vez. Y hubo muchos pasos pequeños y, créanme: fue un largo, espinoso y empedrado camino hacia adelante. Pero lo recorrimos hasta el final.
Michael: ¿Qué pensaba usted de la Christian Science en esa época?
Günter: En realidad, nada. Entré en ese debate sin ningún prejuicio. No conocía la literatura; todo lo que sabía era que alguien me había alertado, diciendo: “¡Ojo!, ten cuidado; tiene una fuerte personalidad, y es muy persuasivo”. La desconfianza estaba a la orden del día en nuestro país, especialmente con respecto a las iglesias y las comunidades religiosas.
Michael: Sí, pero usted tuvo esa literatura en su escritorio ¿cuál fue su impresión luego?
Günter: Sí, obtuve el libro Ciencia y Salud y El Heraldo de la Ciencia Cristiana de la biblioteca y me tropecé con frases como “el Amor se refleja en amor”.³ Y otra frase sobre el gozo y la felicidad y cómo deberíamos ayudarnos los unos a los otros. Y sobre el fortalecimiento de la fe y cómo mediante la fuerza del pensamiento, uno puede evitar las enfermedades. También se puede trabajar en forma preventiva, con amor hacia los demás, que es tan necesario. Rápidamente llegué a la conclusión de que esto no podía ser una “peligrosa insensatez”, como me habían dicho. Se puede hallar consuelo en los escritos de la Christian Science.
Entonces se nos informó que un alto funcionario del partido había pedido la visita de un pastor a su lecho de muerte. Él deseaba recibir cristiana sepultura y todos estaban agitados. ¿Cómo podía ser que un marxista quisiera ser inhumado por la iglesia? ¿O pasar sus últimos instantes oyendo a un pastor? La gente se reía hasta que comenzaron a tomar el asunto con más seriedad, preguntándose: “¿Qué es el consuelo? ¿Es sólo un concepto teológico y religioso?” Y la verdad es que el consuelo es una profunda necesidad humana. Se trata de cómo la gente enfrenta el pecado y la expiación, la vida y la muerte, el amor y la soledad.
Michael: ¿Qué hizo con esta “peligrosa insensatez”?
Günter: Lo primero que hicimos fue conseguir un permiso especial para importar esta “peligrosa insensatez” en grandes cantidades.
El hermano Hopp tuvo incluso que alquilar un camión para llevarse todos los paquetes, y eso no había sucedido nunca antes. Agilizamos esa tolerancia silenciosa. Esto significó que los miembros de la Christian Science pudieran practicar su fe y reunirse sin impedimentos. En 1988, recibimos una solicitud para establecer la denominación de la Christian Science en la República Democrática Alemana. De allí en adelante, pudieron comenzar a establecer organizaciones a través de toda Alemania Oriental. Luego, en 1989, llegó el reconocimiento oficial que fue el fin de todo el proceso y su coronación. En octubre de 1989, supimos que los representantes de La Iglesia Madre venían a Alemania Oriental. Y nuestro estado no quiso dejar pasar esa oportunidad y planearon un acontecimiento especial con Löffler, el Subsecretario de Estado en aquel entonces, que llevaría a cabo una ceremonia de reconocimiento y haría entrega de un certificado en una ceremonia oficial. En ese momento, el Sr. Hopp y yo éramos las personas más felices del mundo. Y nos abrazamos.
Michael: Ése debe haber sido un gran día ¿verdad, Úrsula?
Úrsula: Fue un día maravilloso. Sé que para mi esposo, Kurt Hopp, fue un gran honor y motivo de gran gozo ese documento de reconocimiento oficial tan duramente adquirido. Para él, fue la experiencia más maravillosa de su vida.
Kristin: Yo había tenido noticias por medio de algunos amigos de que habría una reunión con La Iglesia Madre. Nos encontramos en Chemnitz un lunes, en el Johannes Kirche.
Michael: Dijiste que no estaban en la iglesia grande sino en una mucho más pequeña. ¿Cuál fue la razón?
Kristin: Bueno, en esos días, cada lunes, antes de las marchas por la paz en la ciudad, se oraba por la paz en las iglesias. Así que la iglesia, como tal, estaba llena de gente orando por la paz. Utilizábamos el hall de entrado de la iglesia pequeña y nos reuníamos allí, así que la habitación estaba colmada. Escuchamos la historia que está en la Biblia del hombre que había sido paralítico por 38 años y fue sanado.
Michael: Y por 38 años precisamente la Christian Science había sido prohibida en la República Democrática Alemana.
Kristin: Sí, por eso lo recuerdo tanto. La atmósfera era muy especial. Estaba llena de inspiración, de gratitud y de alegría y había una sensación de poder y fuerza allí también. Para mí fue muy claro que la fuerza y el poder que emanaban de esa reunión nos protegerían y traerían orden al mundo. Tres días después, el muro se derrumbó.
Günter: Kurt Hopp tuvo mucha influencia en la manera en que pienso, siento y actúo. El me obligó, en cierto modo, a asumir una posición. Yo tenía problemas con mi propia conciencia y tuve que decidir y creo que tomé la decisión correcta. Fue la de estar del lado de Kurt Hopp.
Perdónenme, queridos hermanos y hermanas, si digo esto sonriendo con cierta vergüenza, pero creo que quizá Dios estuvo a mi lado todo ese tiempo.
¿Puedo decir algunas palabras sobre mi amigo Kurt Hopp? Él se caracterizaba por ser un optimista sin límites, por un lado. Por el otro, estaba firmemente dedicado a sus ideales. De jovencito, cuando yo concurría a las lecciones de confirmación, aprendí un himno llamado “Firme fortaleza es nuestro Dios”. Y creo que para él, su iglesia era una firme fortaleza. Y si pudiera decir algo más, diría que su valiente esposa, Úrsula, estaba a su lado, procurando que Kurt Hopp se sintiera totalmente libre para dedicarse a trabajar en su iglesia y para su iglesia.
Michael: Günter, yo sé muy bien que el Sr. Hopp tenía los mismos pensamientos de amor y convicción que usted. Y tenemos una cita de Kurt Hopp aquí. Él dijo que podíamos confiar en el Sr. Behncke.
Quiero agradecerles a todos por estar aquí hoy. Las experiencias que vivieron son una inspiración para mucha gente que está tratando de encontrar soluciones en situaciones difíciles. Y, quiero dar las gracias particularmente a todos aquellos amigos de Alemania Oriental que, durante décadas, nunca se dieron por vencidos y mantuvieron su esperanza. Gracias, muchas gracias, a todos los que trabajaron para superar la divisón.
Virginia Harris: Gracias, queridos amigos. Todos ustedes han significado tanto para tanta gente, a lo largo de los años. Sus ejemplos permanecerán en nuestros corazones y nos guiarán hacia adelante. Sus vidas son una valiente declaración de que el bien, la naturaleza espiritual que reside en cada uno de nosotros, no pueden ser suprimidas por barreras y límites geográficos. Sus vidas son un símbolo de esperanza y valor para el siglo XXI. Fueron las pruebas y victorias que ustedes tuvieron, todas nuestras victorias, lo que nos da esperanza y promesa para superar todo tipo de opresión. El mundo tiene necesidad de lo que demostraron y vivieron nuestros amigos. Muchísimas gracias.