Antes de conocer Ciencia y Salud yo era ateo. Quería encontrarle un significado más profundo a la vida, y sufría de depresión y ansiedad.
Entonces, en 1992, un amigo me invitó a asistir a un servicio religioso dominical y por primera vez en mi vida escuché acerca de la “Christian Science”. Al principio, no podía entender nada, pero por curiosidad y gentileza, continué asistiendo.
Por esa época, un estudiante de intercambio de los Estados Unidos, que era Científico Cristiano, vino a quedarse conmigo por unos meses. Un día, discutimos acaloradamente. Él estaba muy enojado y se fue a su habitación. Más tarde, cuando pasé por allí, vi que estaba leyendo Ciencia y Salud. Muy pronto regresó a la sala totalmente calmado y de buen humor. Me impresionó el cambio de ánimo tan rápido. Él me dio mi primer ejemplar de Ciencia y Salud.
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