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A mí no me engañas

Del número de enero de 2004 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando yo era pequeña vivía en Boston, y mi mamá acostumbraba a llevarme a mí y a mis amigas a ver las flores de vidrio que hay en el Museo de Historia Natural de Harvard. Hay más de 4.000. Fueron hechas hace mucho tiempo en Dresden, Alemania, por un padre y su hijo, Leopold y Rudolph Blaschka. Les tomó 50 años hacerlas todas. ¿Te imaginas?

Estas flores de vidrio son increíbles. Cada una de ellas es diferente. Hay margaritas amarillas con un disco central negro. Helechos de un verde grisáceo. Rosas de todos los colores. Y parecen TAN REALES que uno se las imagina movidas por la brisa.

Es gracioso porque a veces la gente se olvida de que estas flores no son de verdad. El invierno pasado, una señora empezó a estornudar cuando se acercó a una de ellas. Decía que ese tipo de flor siempre la hacía estornudar. Imagínate cómo se sintió cuando alguien le recordó que esa flor estaba hecha de vidrio. ¡Ella había sido engañada al creer que era de verdad!1

De modo que es importante saber qué es real y qué no lo es. Y no sólo en lo que se refiere a las flores de vidrio, sino a todas las cosas. Es ahí cuando uno debe pensar por sí mismo y no dejarse engañar.

Mary Baker Eddy escribió un libro que ayuda a la gente a pensar por ella misma. Se llama Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras. En la primera página del libro ella escribió: “Ha llegado la hora de los pensadores”.

Este libro te muestra cómo analizar en profundidad las cosas. Te ayuda a descubrir lo que es verdad, escuchando a Dios. Te ayuda a ver cuán perfecto te ha hecho Dios a ti, y a todos los demás. Te ayuda a recordar cuánto te ama Dios a ti, y a todos los demás. Y te ayuda a que te quedes firme en lo que es verdad. Incluso si comienzas a olvidarte de ello. Incluso si has comenzado a ser engañado por las cosas.

Eso fue lo que Ciencia y Salud hizo por dos niñas pequeñas a quienes yo quiero mucho, Mary y Emma. Ellas son hermanas. También son mis nietas. En una ocasión Emma se sentía muy enferma. Así que ella, su mamá y su papá oraron juntos para que se recuperara. Realmente creían que Dios estaba cuidando de Emma y la quería mucho. No obstante, especialmente por la noche, ellos tenían mucho miedo.

Entonces un día, Mary pensó en algo especial, algo que ella había aprendido de Ciencia y Salud. Y se lo contó a su familia. “Dios no cree que Emma esté enferma”, dijo. “Dios sabe que todo sobre Emma es bueno”.

A Emma realmente le gustó esa idea. Y a su mamá y a su papá también. Y muchísimas veces al día se recordaban los unos a los otros que sólo las cosas buenas eran verdad acerca de Emma. Ellos se esforzaron para que nada pudiera engañarlos y hacerles creer cualquier otra cosa.

Muy pronto, Emma estaba riendo y corriendo alrededor de la casa con Mary, como siempre lo hacía. Todos estaban felices y Mary había aprendido a escuchar a Dios y a pensar por sí misma. Y también había podido ayudar a su familia a hacerlo.

Eso es lo que ocurre cuando piensas por ti mismo. Ayudas a otras personas a ser buenos pensadores también. Los ayudas a ver qué es verdad, y qué no lo es. Y eso produce una gran diferencia para ellos porque los hace sentir felices, saludables y seguros.

El pensar por ti mismo es una forma de ayudar a todo el mundo. Porque si todos aprendemos a ser buenos pensadores el mundo será un lugar mucho pero mucho mejor.

Así que difunde el mensaje a todos, “Ha llegado la hora de los pensadores”.

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