Yo era el caballero
Cuando tenía siete años, me empezó a doler mucho la barriga y la espalda. Seguí con dolores por varios días. Una mañana, en la escuela, durante el recreo, me puse a jugar con mis amigos en patio. Jugamos a los caballeros y los dragones. Yo era el caballero y mi amigo era el dragón.
De pronto volví a sentir dolor. Entonces recordé algo que había leído en la Biblia. Hablaba de ponerse la armadura de Dios (Efesios 6:11). Y pensé que el dolor era como el dragón. Yo era el caballero que llevaba puesta la armadura del Amor. Y esa armadura me protegía para que no me ocurriera nada malo.
El dolor desapareció de repente y nunca volvió. Me sentí muy contento porque fue la primera vez que oré por mí mismo y tuve una curación.
Claygate, Inglaterra
En lugar de pelear, oré
Mi papá me contó que nací tres meses antes de tiempo, y que me pusieron en una “caja” con tubos por todos lados. Los médicos no creían que yo fuera a vivir. Pero mi papá le pidió a un practicista de la Christian Science que orara por mí. Estuve en esa caja durante cinco semanas antes de poder ir a casa. Yo me sentí muy feliz y agradecido cuando escuché esto.
El otro día estaba afuera jugando a las canicas con mis amigos, cuando un chico grande apareció y se llevó mis anteojos. Yo me mantuve tranquilo porque sabía que Dios me ayudaría. En lugar de pelear, oré.
Entonces, de pronto, ese chico apareció y arrojó mis anteojos. Los busqué pero no pude ver dónde estaban. Entonces me fui a casa y les conté lo ocurrido a mis padres. Mi papá, mi mamá, mi hermano mayor y yo oramos. Le pedimos a Dios que nos mostrara dónde debíamos buscar. Luego fuimos al patio y mi papá encontró los anteojos. No estaban dañados para nada, no tenían ni un rayón.
¡Gracias, Dios mío!
Spånga, Suecia 
Me olvidé de ser la mejor o la peor
Un viernes por la noche, había un baile en mi escuela para los chicos de primero a cuarto año. Yo nunca había ido a un baile y no quería ir. Yo estoy en cuarto año y mi hermanita que está en primero no veía el momento de ir. Me sentía avergonzada y temerosa porque pensaba que no sabía bailar bien. De todos modos me vestí para ir, pero en el último momento me puse a llorar. Mi hermana se fue con mi prima y yo me quedé en casa.
Mi mamá y yo hablamos sobre todas las cualidades que expresamos cuando bailamos. Pensé en algunas de ellas, como son gracia, ritmo, belleza e inteligencia. Pero mi mamá me dijo: “La más importante de todas es la alegría”. También me dijo que debía olvidarme de ser la mejor o la peor bailarina, y tratara simplemente de divertirme. Dejé de llorar y me sentí algo mejor.
Salí a caminar con mamá y papá y decidí ir a ver qué hacía mi hermana en la escuela. Cuando llegamos, había globos, guirnaldas, música y luces. Todos los chicos estaban saltando, corriendo de un lado a otro y divirtiéndose mucho. Yo quería ir con ellos. Me encontré con mis amigas, Renee, Sanja, Shannen y Liberty, y me pidieron que bailara con ellas. Y eso hice. Me estaba divirtiendo tanto que no me importaba que todos me estuvieran mirando o no. Al final, hasta me gané una caja de chocolates por haber sido elegida como ¡la mejor bailarina! ¿Lo pueden creer? Yo estaba muy sorprendida.
Me sentí muy contenta de haber ido a la fiesta. Me enseñó que debía probar las cosas y no tener miedo. No veo el momento de que haya otro baile.
Bibra Lake, Australia 
Oré
¡Hola! Me llamo Mary. Un día me caí en las escaleras de madera de mi casa. Me resbalé porque tenía puestos sólo mis calcetines. Después de caerme comenzó a dolerme la espalda. Oré con algunas ideas del himno “Alimenta mis ovejas”, que dice en parte: “Fiel Tu voz escucharé, para que mi pie nunca se aparte del camino”.Himno 304 del Himnario de la Christian Science, según versión en inglés.
Un mensaje angelical de Dios me vino al pensamiento “Estoy muy bien”.
Y sané. Luego le di las gracias a Dios.
Brewer, Maine, EE.UU. 
Las verrugas desaparecieron
Yo tenía verrugas en la planta del pie que me molestaban cuando jugaba con mis amigos. Mi mamá me dijo: “Estoy segura de que quieres sentirte bien cuando juegas. Oremos para comprender que no es la voluntad de Dios que tengas verrugas que te hagan sentir mal”. Un médico te puede sacar las verrugas, pero mamá y yo queríamos orar por esto.
Yo asisto a una Escuela Dominical de la Christian Science. Allí he aprendido muchísimo sobre Dios. He aprendido que Dios es Amor. Que Él no quiere que estés triste ni que tengas ningún dolor.
Mamá me dijo que tenemos el derecho de sentir y ver que el amor de Dios está allí por nosotros, y que Su amor puede “mover montañas”. Eso significa que Dios puede hacer cosas que quizás parezcan imposibles de hacer.
Así es como mamá y yo oramos: Nos dijimos entre nosotros lo que pensábamos de Dios. Estuvimos atentos para que nuestros pensamientos estuvieran llenos de amor y fueran cordiales con todas las personas. Realmente pensamos mucho en Dios y queríamos confiar en Él.
Luego mamá dijo: “Ahora no tenemos que preocuparnos más. Dios está obrando por nosotros. Y al poco tiempo todas las verrugas del pie habían desaparecido. ¡Qué grandioso! Estoy muy agradecido por el amor de Dios.
Zülpich, Alemania 
Nadé bien
Un día yo estaba jugando en la piscina junto a mi edificio. Iba corriendo por el borde de una pared pequeña y muy abrupta, cuando me resbalé. Al caer me raspé el estómago y me golpeé la rodilla. Me dolía y estaba asustado. Subí a mi apartamento y mi mamá me consoló contándome una historia de la Biblia. Era sobre el pastor y su ovejita. El pastor nunca lastima a las ovejas, sino que cuida muy bien de todas ellas. Eso es lo que Dios también hace. Él no causa accidentes, sino que me mantiene a salvo. Cuando mamá terminó de contar la historia, yo ya no tenía miedo.
Esa semana yo tenía que participar en una exhibición de natación. Cuando llegó el día todavía tenía algunos rasguños, pero nadé bien, y no sentí ningún dolor porque sabía que Dios me sanaría.
El otro día estaba jugando con algunos amigos y uno de ellos me dio un puntapié en la nariz, pero no a propósito, y me empezó a sangrar. Entonces subí al apartamento, y mi hermana oró por mí, y la sangre paró.
Yo sané gracias al poder de Dios. Dios es bueno y nos sana a todos.
São Paulo, Brasil
No tengo miedo
Hace un tiempo, yo tenía miedo de entrar solo en la casa, en un cuarto o en el baño, cuando la luz estaba apagada. Pensaba que podía haber demonios o hechiceros adentro, y que me podían hacer daño. Pero entonces oré y comprendí que todo lo que Dios creó era muy bueno. De manera que Dios no creó demonios o hechiceros que me pudieran hacer daño. Soy el hijo de Dios y yo sé que Él ama a todos Sus hijos.
Cuando oré de este modo, el temor desapareció. Ahora puedo entrar en la casa, o en un cuarto o en el baño, aunque la luz no esté encendida, y no tengo miedo.
Lubumbashi, República Democrática del Congo
    