En la zona oriental de África, cuando nacen los pollitos sus madres los protegen de las águilas hasta que son lo suficientemente grandes como para cuidarse por sí mismos. A las águilas les gusta comer pollitos. Es por eso que las gallinas deben cuidar muy bien de sus bebés.
Cuando una mamá gallina ve un águila en el cielo se da cuenta del peligro de inmediato. La madre emite un sonido especial que usa para llamar a sus polluelos. Quizás les esté diciendo: “¡Chicos, vengan pronto!” Los polluelos saben muy bien por qué los llama su mamá. Ese sonido indica ¡peligro!
Cuando escuchan el llamado de la madre los pollitos corren a esconderse debajo de ella. Se sienten seguros bajo las alas de su mamá. Allí nada les puede hacer daño.
Los polluelos saben que su mamá está allí para protegerlos, día y noche. Durante el día escuchan atentos su llamado. Y durante la noche, se acurrucan debajo de sus alas, donde pueden dormir seguros y profundamente.
Así como la mamá gallina abriga a sus bebés debajo de sus alas, Dios nos mantiene a cada uno de nosotros a salvo. Cuando hablamos con Él en oración, sentimos Su presencia. Dios, nuestra Madre, nos protege porque somos Sus hijos y nos ama mucho.
Bajo la protección de Su amor, siempre nos sentiremos seguros. ¡Igual que los pollitos!