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Comprendiendo la curación por la Ciencia Cristiana

Del número de abril de 1976 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El universo material es un universo de creencias. El Cristo, la Verdad, como Cristo Jesús lo enseñó y demostró, y que está activo en esta época a través de la Ciencia Cristiana, nos salva de estas creencias. Son corregidas y mejoradas por esta Verdad salvadora hasta que al fin ceden a las leyes divinas que estas creencias falsifican.

Vamos a analizar tres creencias que afectan en grado sumo la práctica sanadora de la Ciencia Cristiana y veamos cómo la Ciencia del Cristo nos ayuda a corregirlas: la creencia de que la enfermedad, o la discordancia de toda clase, es externa a la consciencia; la creencia de que la salud y la armonía que resultan del tratamiento en la Ciencia Cristiana son cambios físicos; y, quizás una de las más sutiles, la creencia de que la salud se encuentra en la materia o depende de ella.

Al enfrentar una condición discordante, cuanto más alerta estemos para reconocerla como una creencia falsa, tanto más rápidamente podremos aplicar la ley espiritual. No podemos aplicar la verdad, que es espiritualmente mental, a una condición física que suponemos que está fuera de la consciencia. Mientras creamos que la dificultad es una condición de la materia no podremos penetrarla. Pero cuando las condiciones físicas se resuelven en los pensamientos, o en las creencias, que las han producido, estas creencias pueden ser reemplazadas con ideas espirituales. Como la Sra. Eddy nos enseña en Ciencia y Salud: “La metafísica resuelve las cosas en pensamientos y reemplaza los objetos de los sentidos por las ideas del Alma”.Ciencia y Salud, pág. 269; Tratar de aplicar declaraciones de la verdad a condiciones físicas no es metafísico. La Sra. Eddy dice: “Es charlatanismo mental hacer de la enfermedad una realidad — considerarla como algo que se ve y se siente — y entonces tratar de curarla por medio de la Mente”.ibid., pág. 395;

Es de vital importancia también, cuando hemos sido sanados por medio del tratamiento en la Ciencia Cristiana, darse cuenta exactamente de lo que ha sucedido: que la creencia falsa ha cedido a la ley espiritual, y no ha sido un cambio en la materia producido de alguna forma misteriosa a través de la oración.

Si comprendemos que la creencia produce todos los llamados efectos físicos, podemos ver que a medida que una creencia es mejorada, o corregida, el producto de esta creencia es mejorado. Entonces comenzamos a darnos cuenta de la importancia de espiritualizar nuestra consciencia mediante el estudio de la Biblia y de los escritos de la Sra. Eddy. En Proverbios leemos referente al hombre, “cual es su pensamiento en su corazón, tal es él”. Prov. 23:7; No puede haber más diferencia entre lo que pensamos, nuestras creencias conscientes e inconscientes, y nuestra experiencia humana, incluyendo nuestro cuerpo, de la que puede haber entre lo que está en una película y el cuadro que produce al ser proyectada en la pantalla.

Si alguien cree que una enfermedad o cualquier condición que ha sido sanada fue real y física, está expuesto a una nueva manifestación de esa condición. Pero si aprende que la enfermedad era una creencia y que la condición física mejorada es la evidencia de que la creencia ha cedido en ese caso a la verdad espiritual, ya no la teme, y desaparece de su pensamiento.

Una experiencia que tuve puede ayudar a ilustrar lo anterior. Había estado leyendo Ciencia y Salud y algunos números del Christian Science Sentinel durante unas pocas semanas sin pensar en sanarme. Durante una de las visitas que periódicamente hacía a un cirujano, le señalé un crecimiento que había aparecido en mi cuerpo. Se preocupó mucho, escribió en una hoja el nombre de un especialista, y me dijo que debía verlo inmediatamente ya que eso tenía que ser extirpado por un experto o volvería a aparecer.

Mientras iba hacia mi casa pensé en lo que había estado leyendo de Ciencia Cristiana, y que si era verdad (y yo estaba segura que sí lo era) podía sanar esto. Pero pensé equivocadamente que yo no sabía lo bastante de Ciencia Cristiana para pedir a un practicista que me ayudara. Decidí seguir estudiando. Entonces, cuando estuviera preparada, iría a un practicista y con su ayuda podría ser sanada. El siguiente pensamiento fue: “Pero eso ha crecido rápidamente y podría estar mucho más grande para cuando vayas al practicista, ¿y si tiene un nombre que hiciera la demora peligrosa?” Entonces razoné: “¿Qué importancia tiene el tamaño que llegue a tener? Un error grande no es más real que uno pequeño. Y, ¿qué importa cómo se llame? Si no es real, un nombre no va a hacer diferencia ante la verdad cuando lo destruya”.

Rompí la nota con el nombre del especialista y comencé el estudio diario de la Lecciohn-Sermón del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, leyendo muy poco aparte de esto y de la literatura de Ciencia Cristiana. Realmente me olvidé del crecimiento hasta unos pocos meses después. Estaba muy desalentada y pensaba que no comprendía más de la Ciencia Cristiana que cuando había empezado a estudiarla. De pronto pensé: “Sí, ¿y que voy a hacer con este crecimiento?” Miré y ya no estaba. Me dije a mí misma: “¡Pero si nunca estuvo allí!”

Entonces pedí una cita con una practicista porque quería saber cómo se había realizado esta curación. Cuando le conté cómo había razonado sobre el caso al volver a mi casa ese día, me dijo: “Querida, usted lo sacó de su consciencia, y ése era el único lugar en que estaba”. Esto sucedió hace más de veinte años, y esa condición nunca ha vuelto a aparecer.

Así fue cómo empecé a aprender qué es la curación en la Ciencia Cristiana, y cada curación que he tenido desde ese momento ha agregado algo a esta comprensión. Y esta comprensión es necesaria para el continuo progreso hacia nuestra meta que es resucitar completamente de la creencia de que la vida está en la materia. Cristo Jesús dijo: “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. Juan 8:32; En realidad la Verdad nos libera de la creencia falsa y no de una condición física. Aunque para el sentido humano esto aparece como un cambio físico, y nos sentimos agradecidos por el alivio del sufrimiento, necesitamos saber qué es lo que en realidad ha ocurrido, y que ha ocurrido en la consciencia.

La tercera creencia a la que nos referimos es lo que la Sra. Eddy llama una “creencia de salud”. Ella dice: “Es tan necesario que una ilusión de salud como una ilusión de enfermedad sea disipada por la instrucción y reemplazada por el entendimiento de lo que constituye la salud; pues un cambio tanto en una creencia de salud como en una creencia de enfermedad afecta el estado del cuerpo”.Ciencia y Salud, pág. 297;

A veces continuamos creyendo, consciente o inconscientemente, que la buena salud, la buena vista, el buen oído, la inteligencia o el éxito son atribuibles a las condiciones físicas, que son el resultado de órganos saludables, de un cuerpo fuerte, de antepasados sanos, o de la habilidad humana y la personalidad. Hasta podemos pensar que nuestro estudio de Ciencia Cristiana, cualquiera que sea su intensidad, ha ayudado a mantener estas llamadas buenas condiciones materiales. Éste es un estado peligroso de pensamiento porque puede inducirnos a pensar que la materia, que es una ilusión, puede ser mejorada, ser más saludable, y más abundante, o que algo que se originó en la materia puede ser perpetuado por el Espíritu, que desconoce la materia. Más aún, nos expone a la pérdida de cualidades y facultades, que creemos que son el resultado de condiciones materiales, cada vez que las condiciones cambian a causa de la edad, enfermedad o accidente.

Cuando nuestra vista, por ejemplo, es normal, nos inclinamos a pensar: “Tengo buena vista”. Pero si parece debilitarse, nos referimos a ella como una creencia de vista débil. ¿No es la vista normal, cuando pensamos que depende de órganos materiales, tanto una creencia como lo es la de vista débil? Mientras gozamos de buena vista, buen oído, buena salud o buenos negocios, deberíamos eliminar la ilusión de que la salud está en la materia. Entonces no sólo obtendríamos la comprensión de lo que constituye la vista, el oído, el éxito, sino que estaríamos obteniendo nuestra exención de los llamados estados y etapas, y altibajos, de las ilusiones de salud.

Esta educación, o creencia mejorada, es regeneración espiritual. No es un ejercicio intelectual, sino que debe ser motivada por un deseo sincero de comprender a Dios y Su creación. Nuestra meta debe ser ver la nada de la materia, no tratar de tener más materia o de mejorarla. Tampoco podemos poner temporariamente la creencia de lado hasta que seamos sanados; el deseo de conocer la verdad debe ser profundo y genuino. La inalterada condición física es evidencia de que la falsa creencia no ha cedido realmente.

Algunas creencias son más obstinadas que otras. Esto se debe a que tienen sus raíces en las bases mismas de la existencia material, en la creencia de que hay vida en la materia. Algo que se ha derramado sobre una tela puede quitarse, pero un defecto que se debe al tejido de la tela requiere volverla a tejer para que el defecto desaparezca. El universo del Espíritu, la Mente, y sus leyes divinas, que fueron reveladas a la Sra. Eddy y establecidas en sus escritos, hacen posible que nos percatemos de la base de la creencia falsa, para mejorarla y corregirla hasta que toda la tela de las creencias falsas desaparezca — dé lugar a los hechos espirituales del ser. ¿No es ésta la transformación a la que Pablo exhortaba cuando escribió a los romanos: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfcta”? Rom. 12:2.


Si oyeres atentamente
la voz de Jehová tu Dios,
e hicieres lo recto
delante de sus ojos,
y dieres oído a sus mandamientos,
y guardares todos sus estatutos,
ninguna enfermedad ... te enviaré a ti;
porque yo soy Jehová tu sanador.

Éxodo 15:26

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