Es con un corazón lleno de gratitud a Dios, nuestro Padre-Madre, a nuestro Maestro, Cristo Jesús, y a nuestra amada Guía, Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, que quiero hablar acerca de cómo hemos sido bendecidos mi comunidad y yo. Estoy muy agradecido por el Consolador prometido por el Maestro, que es la Ciencia Divina (véase Mary Baker Eddy, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 55).
Nuestra comunidad tenía varios problemas: falta de agua corriente (por más de 12 años), falta de luz en las calles y falta de transporte público, debido a las pobres condiciones en que estaba nuestra carretera principal. La carretera estaba en tan mal estado que los taxistas se negaban a transitar por ella. Cuando me mudé a este, no obstante, hermoso vecindario, ya hacía bastante tiempo que la carretera estaba en ese estado.
Estaba orando para saber que el Amor divino, Dios, jamás descuida ni abandona a Sus ideas.
Cuando tomé la clase Primaria de Ciencia Cristiana, ya hacía más de dos décadas que vivía allí. La inspiración que recibí de esa clase, me impulsó a orar por mi comunidad, porque podía ver, por primera vez, que era posible contribuir mediante la oración a que se resolvieran esos problemas. De modo que me empeñé en percibir que en el reino de Dios, que está siempre presente, todo ya es correcto y no puede faltar nada que sea necesario, porque Dios, nuestro Padre-Madre, siempre responde a nuestras necesidades. Sabía que esta verdad podía aplicarse a cosas importantes como son el agua corriente y la energía eléctrica, y pensé en lo que dice la epístola a los Hebreos respecto a la fe: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (11:1).
La Sra. Eddy nos dio dos pensamientos que atesoro constantemente. El primero es: “El Espíritu, Dios, reúne los pensamientos informes en sus conductos adecuados, y desarrolla estos pensamientos, tal como abre los pétalos de un propósito sagrado con el fin de que el propósito pueda aparecer” (Ciencia y Salud, pág. 506). Oré con esta frase sabiendo que los pensamientos correctos y las ideas correctas se unirían y responderían a nuestras necesidades.
El segundo dice así: “La comprensión es la línea de demarcación entre lo real y lo irreal. La comprensión espiritual revela la Mente —la Vida, la Verdad y el Amor— y demuestra el sentido divino, dando la prueba espiritual del universo en la Ciencia Cristiana” (Ciencia y Salud, pág. 505). Me armaba con todas estas verdades cada vez que oraba por la situación, tratando de discernir la realidad espiritual, a pesar de lo que mostraban los sentidos materiales.
Sucedió que unos cuatro o seis meses después, el alcalde visitó nuestro vecindario con una delegación del Banco Mundial. Esta delegación grande pudo recorrer, sin dificultad, nuestra carretera principal con vehículos de tracción en las cuatro ruedas. ¡Nuestra comunidad se había sentido honrada de recibir esta visita! Hasta ese momento, habíamos sentido que el concejo municipal nos estaba descuidando, pero yo había estado esforzándome por corregir esa sugestión al orar para saber que el Amor divino, Dios, jamás descuida ni abandona a Sus ideas.
Dos días después, apareció un cartel indicando que se construiría una carretera pavimentada. Le conté esto a mi familia, pero me dijeron que yo era un soñador, y que nada ocurriría. Yo no acepté lo que ellos decían. Y muy pronto, vinieron tractores para comenzar la construcción.
Después de tres o cuatro meses de iniciado el trabajo, descubrieron que nuestras tuberías de agua no estaban conectadas a la cañería central. Este problema fue resuelto, y pudimos tener agua corriente otra vez. Antes de eso, teníamos que levantarnos muy tarde por la noche, y cruzar varias calles para ir a buscar agua con tachos a vecindarios cercanos y lejanos.
Después de ocho meses de construcción, colocaron los postes de la luz para la iluminación de las calles, y después de doce meses, las condiciones de vida habían realmente mejorado: Ahora teníamos una carretera principal pavimentada y bien iluminada, y agua corriente, permanentemente.
Al escribir este testimonio, me siento tan contento, que no puedo dejar de alabar a Dios por Su constante e indecible amor, y por esta Ciencia, que nos ayuda a ver más allá de lo que los sentidos humanos ven. Hace ya un tiempo que me mudé de ese vecindario, pero todas esas mejoras siguen allí; soy testigo de ello cada dos semanas cuando voy a visitar a mi madre, que sigue viviendo en la zona.
La primera línea del Padre Nuestro y su interpretación espiritual, que se encuentra en Ciencia y Salud, resume bien esta demostración: “Padre Nuestro que estás en los cielos, / Nuestro Padre-Madre Dios, todo armonioso” (pág. 16).
¡Comprendemos que ya tenemos todo lo que necesitamos cuando aceptamos las enseñanzas de la Ciencia Cristiana!
Marc Poaty Djembo, Pointe Noire
Original en francés
