A mediados del año 2012, me apareció una ampolla en el pie izquierdo, y empezó a infectarse. Mi familia no estudia la Ciencia Cristiana y me pidió que fuera a ver a un médico, quien declaró que la condición era muy seria. Me pidió que tomara una dosis de antibióticos, y me recomendó que usara un ungüento. Cumpliendo con las expectativas de mi familia, tomé las medicinas y usé el ungüento por un mes, pero la condición no mejoró. De hecho, la ampolla se reventó, y se transformó en una herida grande y profunda. Me molestaba tanto que no podía usar zapatos cerrados.
Como el tratamiento médico no era eficaz, mi familia finalmente estuvo de acuerdo con mi deseo de confiar solo en Dios para sanar. Dejé de usar el ungüento prescrito. Y mi siguiente paso fue comunicarme con una practicista de la Ciencia Cristiana y con una enfermera de la Ciencia Cristiana. Una practicista ayuda a otros a sanar mediante el tratamiento de oración en la Ciencia Cristiana. Un enfermero de la Ciencia Cristiana apoya espiritualmente y cuida físicamente al paciente (en mi caso, este cuidado consistió en limpieza y vendaje), sin el uso de medicina.
Recuerdo que leía en voz alta la Lección Bíblica de la Ciencia Cristiana semanal y hablaba sobre las ideas que presenta, con la enfermera de la Ciencia Cristiana, mientras me atendía la herida. Me recomendó que leyera unos artículos de El Heraldo de la Ciencia Cristiana en portugués, sobre el poder de la gratitud en la curación. Al leer estos artículos, me di cuenta de que necesitamos estar agradecidos a Dios por todo lo que nos da. Puesto que Dios es bueno, todo lo que viene de Él, como es la salud, es bueno y permanente.
Sentimos el poder sanador de Dios cuando elevamos en oración nuestro pensamiento a Él, y reconocemos que, debido a Su perfección espiritual e ilimitada, podemos manifestar solo la perfección que es nuestra por derecho divino, por ser Su expresión, Sus hijos amados. El Himno 374 del Himnario de la Ciencia Cristiana también me ayudó a comprender el poder sanador de la gratitud. Comienza así:
A Ti Te doy hoy gracias,
oh Padre nuestro y Dios,
aun antes de pedirte
ya oyes nuestra voz.
(John Randall Dunn, traducción español © CSBD)
La gratitud es importante porque muestra nuestra certeza de que se producirá la curación, y con esa certeza podemos volvernos a Dios en toda situación.
La practicista y yo estudiamos juntas este pasaje de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy: “La Ciencia Cristiana trae al cuerpo la luz solar de la Verdad, que vigoriza y purifica. La Ciencia Cristiana obra como un alterante, neutralizando el error con la Verdad. Cambia las secreciones, expulsa los humores, disuelve los tumores, relaja los músculos rígidos y restaura la salud a los huesos cariados. El efecto de esta Ciencia es estimular la mente humana hacia un cambio de base, sobre la cual pueda ceder a la armonía de la Mente divina” (pág. 162). Es muy importante comprender, mediante el estudio de los escritos de la Sra. Eddy, que la Ciencia Cristiana actúa como un alterante y expulsa la enfermedad con la verdad de que Dios, el Espíritu, es la única realidad, el único poder. Cuando comprendemos este hecho espiritual, nos damos cuenta de que el error es simplemente una mentira, y entonces la verdad acerca del hijo perfecto de Dios —todos nosotros— sale a la luz y neutraliza el error. Como resultado, el mal, incluso la enfermedad, desaparece.
Después de unas semanas de orar con la practicista y trabajar con la enfermera, la herida desapareció. No quedó rastro alguno, y empecé a usar zapatos cerrados nuevamente, sin ninguna molestia. Esta curación fue para mí una verdadera bendición del Amor divino.
Anna Apparecida M. G. Sampaio, São Paulo
Original en portugués
