Tal vez no haya nada más desconcertante para la mente humana que escuchar que el sufrimiento o la enfermedad no son reales. ¿Cómo puede no ser real algo que vemos con nuestros ojos o sentimos a través de nuestros sentidos físicos? Considerar detenidamente tres conceptos ayuda a aclarar esta verdad: ilusión, engaño y confusión.
Cada uno de ellos es el acto de observar o percibir los fenómenos materiales. La Ciencia Cristiana explica que la verdadera percepción es espiritual, y brinda este discernimiento de las obras sanadoras de Cristo Jesús: “Jesús contemplaba en la Ciencia al hombre perfecto, que a él se le hacía aparente donde el hombre mortal y pecador se hace aparente a los mortales. En este hombre perfecto, el Salvador veía la semejanza misma de Dios, y esta perspectiva correcta del hombre sanaba a los enfermos” (Mary Baker Eddy, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, págs. 476-477). Esta percepción verdadera, o sentido espiritual, detecta sólo lo que Dios, el Espíritu, ha creado.
Un orador, en una reveladora conferencia del Museo de Ciencias (en Boston), mostró ejemplos de estos conceptos. Para comenzar con la ilusión (que definió como ver algo evidente a los ojos, pero que no es real), aparentemente cortó por la mitad una caja que contenía a una mujer, diciendo: “¡Puede ser impresionante, pero sabemos que no es real!”.
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