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Original Web

Temores de familiares calmados durante la cuarentena

Del número de julio de 2022 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 28 de marzo de 2022 como original para la Web.


Era enero de 2021. Había ido a recoger a mi nieta del preescolar, y acabábamos de acomodarnos para almorzar cuando llamó mi hija. Sonaba molesta y me dijo que volvía a casa del trabajo porque la prueba de COVID-19 había dado positiva. 

Cuando llegó a casa, me dijo que tenía que irme y me instó a asegurarme de seguir los protocolos de la pandemia. Traté de decirle algo reconfortante y le aseguré que me quedaría por unos momentos, ya que ella quería llamar a un practicista de la Ciencia Cristiana. Cuando colgó el teléfono, les dije a mi hija y a mi nieta que las quería mucho y me despedí. No hubo ninguno de los habituales abrazos o besos, solo un adiós por ahora. 

Arranqué el auto y comencé mi viaje de una hora a casa. Fue entonces cuando un desfile de imágenes mentales aterradoras que habían estado en las noticias sobre el coronavirus comenzó a marchar por mi pensamiento. Empecé a llorar y detuve el coche a un lado para recuperar el control y pensar. ¿Qué podía hacer? Necesitaba encontrar algo de paz. ¡Ayúdame, Dios mío! De inmediato, recordé un CD de La Sociedad Editora de la Ciencia Cristiana, titulado Wings of Healing [Alas de curación] de Wendy Reynolds, que tenía en mi auto. Es una colección de solos que a menudo se escuchan en los servicios religiosos de la iglesia de la Ciencia Cristiana. Lo metí en el reproductor de CD y presioné “modo aleatorio”. 

La primera canción que apareció fue “How lovely are thy dwellings” [Cuán hermosas son tus moradas], que se basa en el Salmo 84. Cuando salí de la casa de mi hija, me vino la idea de que estaba dejando a mi inocente nieta en una casa plagada de virus. Pero ahora estaba escuchando que las moradas de Dios son hermosas. Sabía que todos moramos sanos y salvos en la casa de nuestro Dios, en el reino de los cielos. Mis lágrimas se detuvieron y comencé a sentir paz. Continué mi viaje.

La siguiente canción que escuché fue “In my Father’s house are many mansions” [En la casa de mi Padre muchas moradas hay], de Juan 14, que incluía la línea “No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (versículo 27). Me sentí aún más en paz y menos asustada.

A medida que continuaba mi camino a casa, el desfile de imágenes mentales desapareció, y me sentí cada vez más elevada. Ciertamente me estaban llevando a casa en las “alas de la curación”. Al llegar, mi esposo me recibió con la misma paz y tranquilidad. 

Me mantuve en contacto con mi hija y su familia durante su cuarentena, y aunque mi hija tuvo algunos de los síntomas, se recuperó bastante rápido. Su esposo más tarde también dio positivo, y luego mi nieta. Mientras hablaba con mi hija sobre el diagnóstico de mi nieta, pensé “¡Basta de esto!” Sabía que la inocencia de mi nieta no podía ser atacada de ninguna manera. 

Recordé que a mi nieta le encantan las princesas, y que casi siempre lleva una corona para jugar. Después de colgar el teléfono, inmediatamente fui guiada a JSH-Online.com, donde encontré un artículo llamado “The crowning idea that conquers fear and heals” [La idea culminante que vence el miedo y sana] de Traci Fenton (Sentinel, May 11, 2020). El comienzo del artículo detalla cómo estaba orando por la pandemia mundial. Ella escribió: “El origen de la palabra virus es una palabra griega que significa veneno. Y corona proviene de la palabra latina corona. Por lo tanto, se podría decir que el significado de la palabra coronavirus es una ‘corona venenosa’ o ‘corona de veneno’”. ¡Eso me despertó! 

El artículo también citó esta declaración de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “Los Científicos Cristianos tienen que vivir bajo la presión constante del mandato apostólico de salir del mundo material y apartarse de él. Tienen que renunciar a la agresión, a la opresión y al orgullo del poder. El cristianismo, con la corona del Amor sobre su frente, tiene que ser la reina de sus vidas” (Mary Baker Eddy, pág. 451). Esa poderosa imagen me hizo pensar en mi nieta. 

De inmediato imaginé una “corona de Amor”. Inspirada por la idea de que mi nieta lleva esta corona, le envié el artículo del Sentinel a mi hija. La Biblia dice: “Toda radiante está la hija del rey dentro de su palacio” (Salmos 45:13, LBLA). Para mí esto quería decir que mi nieta es la hija del Rey, el Amor divino; ella es la princesa del Amor, cuidada y protegida por completo. Le dije a mi nieta por teléfono que la única corona de princesa que podía usar es la que viene con su identidad espiritual. Uno o dos días después, recibí un mensaje de texto de que mi nieta se sentía bien. 

Mi esposo y yo continuamos nuestra cuarentena juntos, sanos y bien. Trabajamos en cosas en nuestra casa y disfrutamos de nuestro tiempo solos. En el momento apropiado, regresé ansiosamente a mis deberes de cuidar de mi nieta. 

Diane Johnston
Godfrey, Illinois, EE.UU.

Crecí en la Ciencia Cristiana desde edad muy temprana, por lo que he sido testigo de muchas curaciones y visto el poder del Cristo, la Verdad. Cuando di positivo por primera vez por el virus, me sentí asustada y enojada. Había tomado todas las precauciones, no obstante, supuestamente me había infectado. Estoy muy agradecida por los elevados pensamientos de mi mamá y el trabajo del practicista, ya que toda mi familia estuvo completamente cuidada, y vimos la curación muy rápidamente.

Jennifer Harlan
Greenville, Illinois, EE.UU.

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