“¡Oh quien me diera el saber donde poder hallarle!” clamó Job (23:3). Los hombres han hecho eco a través de las eras a este gemido buscando el significado de una existencia aparentemente contradictoria, esforzándose por hallar a Dios, el creador del universo.
La Christian Science está capacitando a un número de personas que crece constantemente, a encontrar la respuesta a este problema. Las enseñanzas de esta Ciencia revelan un universo espiritual ordenado, gobernado por Dios, el bien, el Principio divino de toda la existencia verdadera. Cuando sus leyes son obedecidas, traen como resultado sólo el bien.
Nuestro libro de texto, Ciencia y Salud por Mrs. Eddy, contiene muchas declaraciones útiles acerca de la naturaleza de Dios. En la página 275 nuestra Guía escribe: “El punto de partida de la Ciencia divina es, que Dios, el Espíritu, es Todo-en-todo, y que no hay otro poder ni otra Mente, — que Dios es Amor, y que por tanto es el Principio divino.”
La definición de la palabra “principio” que da un diccionario dice en parte: “Causa primitiva o primera de una cosa.” En vista de que Dios es el origen del hombre, la causa primitiva, de la cual fué hecho éste, el hombre posee por reflejo sólo las cualidades de Dios tales como el amor, la pureza, la sabiduría y la bondad.
A medida que nos esforzamos por demostrar estas cualidades en nuestra vida, experimentamos la felicidad y las relaciones armoniosas. Reconociendo a Dios como el Principio de la armonía, aprendemos a refutar la discordancia y a reemplazarla con la armonía.
Mas ¿qué de esas manifestaciones contrarias que se presentan a la mente humana en la forma de enfermedad, pobreza y crímenes? Como Científicos Cristianos es nuestro privilegio y deber reconocer que estas cosas son irreales, falsas, en razón de que no forman parte de la creación de Dios, creación que El vió como eternamente buena.
Esto no significa que el Científico Cristiano pretende que el mal no reclama existir. No pasa por alto la necesidad y el sufrimiento humanos. En Ciencia y Salud leemos lo siguiente en la página 494: “El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana.” Todo estudiante de la Christian Science debe estar dispuesto a expresar el Amor divino que hace frente a la necesidad humana. Así hallará que Dios es el Principio divino, el Amor.
Al aceptar a Dios como el Principio, la Verdad, el individuo percibe que debe corregir su propio pensamiento si desea una respuesta a sus problemas. Se percata que no puede apoyarse en la excusa de culpar a otro por sus dificultades, como tampoco puede alegar que se ve en desventaja debido al mal ambiente o a las circunstancias. Cuando estos conceptos materiales falsos hayan sido corregidos y reemplazados con las ideas verdaderas, el estudiante hallará que en su vida se manifestarán mayor armonía y utilidad.
Otra recompensa que se evidenciará mediante la corrección persistente de nuestra manera de pensar, será un sentido mejorado de la salud. La salud se manifiesta por cierto a través de una comprensión mejor de Dios, el Principio del ser del hombre. En Salmos (107:20) leemos lo siguiente: “Envía su palabra, y los sana, y los hace escapar de sus destrucciones.”
Mediante su conocimiento de Dios como todo el bien y del hombre como el hijo perfecto de Dios, Cristo Jesús sanó al enfermo, resucitó al muerto y restauró las facultades perdidas. En Ciencia y Salud leemos en las páginas 476 y 477 lo siguiente: “Jesús veía en la Ciencia al hombre perfecto, que aparecía a él allí mismo donde a los mortales aparecía el hombre mortal y pecador. En ese hombre perfecto el Salvador veía la semejanza misma de Dios, y este concepto correcto del hombre curaba al enfermo.”
En la existencia humana, se presentan diariamente oportunidades de probar que las leyes de Dios, el Principio divino, operan efectivamente en todo momento. Una oportunidad tal se me presentó un invierno en cierta ocasión durante una tormenta de nieve. Un grupo de amigos y yo nos dirigíamos a una ciudad para asistir a una importante reunión de la iglesia. La nieve obstaculizaba nuestro viaje, y varias veces tuvimos que detenernos completamente y esperar a que el tráfico comenzara a ponerse en movimiento. Cuando nos faltaban sólo cinco minutos para llegar a nuestro destino, el tráfico se paralizó del todo impidiendo todo movimiento en nuestra dirección.
Después de esperar unos minutos me di cuenta que si deseábamos asistir a la reunión, teníamos que hacer algo. Sabía que era justo que estuviéramos presentes, de manera que no podía existir una ley de obstrucción que nos privara de estar en nuestro lugar. Apartando mi pensamiento y atención de la fila de coches y de los insistentes toques de bocina, afirmé y declaré la omnipotencia y omnipresencia de la ley de Dios, reconociendo a la vez que Su ley era tan poderosa y estaba tan presente en esta ocasión como lo había estado siempre.
De pronto apareció un joven que dirigió a uno o dos coches hacia un lado abriendo así nuestra ruta. No se de dónde apareció ni adónde se dirigió después, pero varios coches pudieron ponerse en marcha incluso el nuestro. Llegamos a la reunión con sólo pocos minutos de atraso.
La paz y el gozo se manifiestan más y más en nuestra consciencia a medida que demostramos un conocimiento más profundo de Dios como Principio, como todo el bien. Nuestro trabajo consiste en reclamar nuestra herencia como hijos de Dios, poseedores por reflejo de todo aquello que El incluye de la salud, la armonía, el amor, la verdad, la inteligencia. En el grado en que expresamos esta herencia en nuestra vida diaria, demostramos que Dios es Principio omnipotente, omnipresente y omnisciente.