La bendición que he recibido a través de la Christian Science es tan grande que me es difícil describirla. Ha hecho que mi vida valga la pena vivirla.
Hace unos veintinueve años una amiga a quien no había visto hacía muchos años me llamó la atención sobre la Christian Science y me invitó a que asistiera con ella a una reunión de testimonios de los miércoles. A pesar de que en aquel tiempo me veía en dificultades financieras, no me sentí dispuesta a aceptar su invitación. Sin embargo, cambié de opinión y la acompañé a la reunión.
La gran concurrencia y la amistad que se expresaban unos a otros los presentes, me impresionó muy favorablemente, pero a pesar de que la lectura del púlpito era en mi propio idioma me parecía como si estuviera oyendo una lengua extranjera. Aun con todo eso, continué asistiendo a menudo a esas reuniones del miércoles y también comencé a asistir a los servicios del domingo. Bien pronto descubrí que la Christian Science era la religión que había estado buscando en realidad, y me puse a estudiarla diligentemente. Las dificultades financieras desaparecieron cuando el Amor divino me señaló un camino nuevo que debía tomar.
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