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La receta para la belleza

Del número de octubre de 1960 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La opinión que tiene el mundo acerca de lo que constituye la belleza varía enormemente. El sentido material no posee normas absolutas. Pero la Christian ScienceNombre que Mary Baker Eddy dió a su descubrimiento (pronunciado Crischan Sáiens). La traducción literal de estas dos palabras es “Ciencia Cristiana”. revela el verdadero sentido de la belleza. En la obra “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras,” Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Christian Science, dice esto acerca de la belleza verdadera (pág. 247): “El donaire y la gracia son independientes de la materia. El ser posee sus cualidades antes de que sean percibidas humanamente. La belleza es una cosa de la vida, que mora siempre en la Mente eterna y refleja los encantos de Su bondad en expresión, forma, contorno y color.”

Mrs. Eddy dice más adelante: “La receta para la belleza es tener menos ilusión y más Alma, alejarse de la creencia de dolor o placer en el cuerpo, refugiándose en la calma imperturbable y libertad gloriosa de la armonía espiritual.”

En vista de que la belleza verdadera es “independiente de la materia” no se ve determinada por circunstancias de nacimiento, por creencias raciales o por los caprichos de la moda. Dios suple la belleza y la provisión en abundancia e imparcialmente, y sin El la verdadera belleza no puede existir. En razón de que la materia en sí es una creencia falsa, su pretensión a la belleza es siempre errónea. Aparte de cuán encantadora pueda que aparezca, este sentido material de la belleza continúa siendo una ilusión mesmérica.

La belleza verdadera “mora siempre en la Mente eterna,” visible sólo para los sentidos del Alma. De ahí que la belleza no resida jamás en el objeto bajo escrutinio humano, mas es un sentido otorgado por Dios de lo que el objeto significa en realidad. El Salmista asocia la belleza con la santidad. Dice (Salmo 29:2): “¡Tributad a Jehová la gloria debida a su nombre! ¡inclinaos a Jehová en la hermosura de la santidad!” Mrs. Eddy liga frecuentemente la belleza con la santidad.

Cristo Jesús percibió la belleza espiritual de la creación de Dios y sabía cómo inclinarse ante Dios “en la hermosura de la santidad.” El oró así (Juan 17:1): “Padre, la hora ha venido; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo también te glorifique a ti.” Esta humilde oración ilustró la estrecha comunión que existía entre el Salvador y Dios. Es una ejemplificación de la santa adoración que sana y salva a la humanidad.

La inherente belleza del hombre espiritual se hace más aparente cuando nuestro sentido material cede al Alma inmortal y el pecado cede a la santidad. En el libro del Génesis leemos (1:26): “Dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza.” Esta semejanza verdadera puede ser percibida en el espejo de la Christian Science, que revela al hombre de Dios en “la hermosura de la santidad.”

La creencia falsa de que la belleza reside en la materia guía a la creencia que retrocedemos y que este retroceso culmina en la fealdad y la disolución. Cuando apartamos la mirada del cuerpo material y reconocemos nuestro ser como la expresión de la santidad, el reflejo del Espíritu, Dios, nuestra hermosura es preservada. La oración del Salmista (Salmo 90:17): “Sea la hermosura de Jehová nuestro Dios sobre nosotros,” es contemplada en una reflexión tal.

Una receta, por buena que sea, tiene poco valor a menos que sea utilizada. Al hacer uso de una receta comenzamos desde el principio, mezclando los ingredientes según el orden dado. Si tratáramos de hacer una torta usando la receta de atrás para adelante, el resultado sería la confusión y el fracaso. Lo mismo sucede cuando tratamos de adquirir la comprensión de la Christian Science. No podemos arribar a un resultado perfecto sin antes haber tomado los pasos indispensables señalados en Ciencia y Salud.

La receta para la belleza según la Christian Science comienza con la admisión que la belleza es una expresión del Alma, no de la materia. Debemos “tener menos ilusión y más Alma.” Entre los ingredientes esenciales están la inocencia, la pureza y el amor. El olvido de nosotros mismos hace que estos se hagan más aparentes y asequibles. El elemento llamado tiempo no forma parte de la receta, ya que éste es una creencia que aparece destructiva para la belleza.

Aquello que es de origen divino es siempre hermoso de verdad. En su obra Miscellaneous Writings (Escritos Diversos) nuestra Guía, Mrs. Eddy, dice (pág. 86): “Mi concepto de la hermosura del universo me dice que la belleza tipifica la santidad y que es algo que debe desearse.” Y ella continúa diciendo en el párrafo siguiente: “Aun el concepto humano de la hermosura, grandiosidad y utilidad es algo que desafía un gesto de desprecio. Es más que la imaginación. Es lo que más se parece a la hermosura divina y la grandiosidad del Espíritu. Acompaña nuestra vida terrenal, y es el estado subjetivo de pensamientos elevados.”

La Christian Science enseña que la hermosura verdadera no puede ser jamás separada del Amor. La perfección de la hermosura de Dios jamás se ve desafiada por un rival, ni puede su pureza ser invadida por el pecado, ni su continuidad ser interrumpida por la enfermedad, los accidentes o la edad. No conoce la mancha. Las flechas de la envidia o la malicia jamás la alcanzan.

El Amor divino lo cubre todo con la hermosura, y esta belleza celestial es percibida por los pensamientos espiritualmente iluminados del individuo. La belleza espiritual jamás deja de traer al que la contempla una gran sensación de gozo. De ahí que, como toda verdad, estas palabras del poeta Keats perduran: “Un objeto de belleza es un gozo eterno;” y “La belleza es la verdad, la verdad la belleza.”

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