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Libertad

Del número de octubre de 1960 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El amor por la libertad es innata a la naturaleza humana. La historia de las naciones, o más bien dicho, de la civilización misma, presenta un relato continuo de las repetidas luchas y conflictos que señalan los esfuerzos hechos por las naciones y los individuos para asegurar su derecho a la libertad. Y ¿qué es esta libertad que tan amada es y que tan fácilmente puede peligrar? ¿Consiste acaso meramente del derecho al voto, del poder de trasladarnos libremente o dedicarnos a las actividades de acuerdo a nuestras ambiciones y gustos?

Los hombres creen por lo general, que la libertad es meramente un estado en el cual uno puede llevar a cabo sus propios deseos y seguir sus impulsos, sin más restricciones que aquellas que la sociedad humana ha establecido de tiempo en tiempo para su propia protección. El sentido humano de la libertad ha experimentado un cambio progresivo a través de los siglos, pero todavía se halla amarrado al concepto material del hombre y sus actividades mundanas. No se le contempla aun en el sentido más amplio, a decir, la liberación de la enfermedad y el pecado, de la esclavitud al sentido material, a la mente mortal y su inherente tiranía.

Esta, no obstante, es la libertad misma acerca de la cual Cristo Jesús declaró que se manifestaría para cada uno de nosotros a través de la comprensión de la verdad respecto al ser. Acaso ¿no nos dijo él: “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32)? Esta Verdad es el Cristo, que la Christian ScienceNombre que Mary Baker Eddy dió a su descubrimiento (pronunciado Crischan Sáiens). La traducción literal de estas dos palabras es “Ciencia Cristiana”. explica es el mensaje divino que indica la filiación espiritual del hombre con Dios, un mensaje que Jesús trajo a la humanidad y que incluye la libertad general del hombre como idea en la Mente.

Esta necesidad imperativa de la libertad absoluta ha guiado durante cuatro generaciones a multitud de personas a través de la puerta abierta de la Christian Science, que es la restauración de las enseñanzas del Maestro en términos del siglo veinte. Bien pronto se hace evidente para el estudiante que en tanto que esta libertad cristiana es el don de Dios para todos Sus hijos, su demostración en la experiencia humana debe ser el esfuerzo personal del individuo mismo, es decir, el resultado de su crecimiento espiritual. Muy pronto pierde el temor de que una vez alcanzada esta comprensión le pueda ser quitada. Percibe que este estado gozoso e intrépido recién adquirido no es protegido por los métodos carnales pero se manifiesta aprofundizando el crecimiento de sus raíces espirituales. La Christian Science nos ofrece a cada uno de nosotros la posibilidad de lograr esto.

Desemejante al concepto humano limitado, la libertad verdadera no es cosa variable; se apoya firmemente sobre la base espiritual de la verdad acerca del ser. Es tan permanente y completa como la verdad misma, tan protegida de la amenaza del daño o la pérdida. Es el estado natural del hombre, la idea o reflejo de Dios, el Principio divino de toda la existencia. El hombre refleja la libertad de Dios, pues el reflejo de Dios debe ser necesariamente semejante a El. Así es como la ley del reflejo establece y mantiene al hombre en libertad absoluta de todo aquello que no proviene de Dios.

La libertad completa es herencia divina del hombre; le asegura la inmunidad del mal de cualquier naturaleza. La esfera de autoridad de la ley de Dios es el universo de Dios, el Espíritu, el reino infinito del bien. No hay circunstancia ni poder que pueda poner de lado esta autoridad y privar al hombre de su estado eterno.

Cuando la libertad verdadera del hombre es comprendida por el estudiante, a éste no le queda otra alternativa que vivir de acuerdo a sus demandas, en vista de que el privilegio y la responsabilidad van siempre parejas. Estas demandas fueron resumidas por Cristo Jesús en su Sermón de la Montaña. Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Christian Science, asentó estas demandas en “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” como estipulación para obtener una comprensión práctica de la Ciencia del Cristo.

Respondiendo a la pregunta: “¿Cuáles son las demandas de la Ciencia del Alma?” Mrs. Eddy escribe bajo el título marginal “Dos mandatos principales” (pág. 467): “La primera demanda de esta Ciencia es: ‘No tendrás otros dioses delante de mí.’ Este es el Espíritu. Por lo tanto el mandato significa esto: No tendrás ninguna inteligencia, vida, substancia, verdad, ni amor, sino aquellos que sean espirituales. La segunda es semejante: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo.’ Debiera entenderse claramente que todos los hombres tienen una misma Mente, un Dios y Padre, una Vida, Verdad y Amor.”

La obediencia a estas demandas es el precio de la libertad espiritual. Aceptando comprensivamente para sí mismo estas exigencias del Amor divino, el estudiante de la Christian Science será capaz de demostrar, de acuerdo al grado de su comprensión y obediencia, una cierta medida de dominio por sobre la tal llamada ley física, un dominio que aparecerá como la liberación de los males físicos, los apetitos corporales y la esclavitud física, mental y moral de cualquier especie.

La demostración de salud es la demostración de la libertad de las pretensiones de la materia; como también lo es la demostración del dominio sobre la tentación de pecar. La persona alcohólica que sufre de la esclavitud a un apetito falso y la creencia de la pérdida de su individualidad; el fumador amarrado al hábito no obstante de que teme sus efectos; o el esclavo de cualquier hábito pecaminoso que parecería incapaz de abandonar, puede hallar su liberación a través de una persistente realización de su libertad hallada en el bien aferrándose a la integridad de su propia identidad como el reflejo individual del Alma, percibiendo que todo motivo verdadero proviene de Dios, el bien, y que no puede ceder ante ningún otro.

Debe comprender la satisfacción verdadera que aporta el Cristo y aferrarse firmemente a las palabras de Mrs. Eddy que aparecen en la página 3 de su obra Pulpit and Press (Púlpito y Prensa): “Sabed, pues, que tenéis poder soberano para pensar y obrar correctamente, y que nada os puede privar de esta herencia y violar la ley del Amor.”

La libertad verdadera del hombre está siempre pronta para aparecer en la experiencia del estudiante en la forma de un modo de pensar inspirado e intrépido, una fibra moral fuerte, una capacidad admirable de amar espiritualmente no restringida por el egoísmo, un profundo deseo de ayudar humanamente, un sentido seguro de la salud, una maravillosa libertad de toda creencia en el mal inteligente. Las fases políticas, económicas y otras fases de la libertad humana son concomitantes naturales de este sentido del estado del hombre verdadero que todo lo abarca.

Morando en la Mente, el hombre refleja la inteligencia espiritual; de manera que jamás se halla esclavizado por la ilusión del mal; nunca es cautivo de los deseos de los sentidos, pero es siempre la expresión del ser de Dios, libre de la enfermedad o su amenaza, libre del pecado y su tentación, libre del fracaso o su condenación, libre de la muerte y el temor de ella. Esta libertad total nunca se ve amenazada; de modo que el hombre jamás teme perderla. El percibe sólo la libertad del bien y vive en la seguridad y el gozo de su ininterrumpida presencia.

Este es el estado verdadero del reflejo de Dios; puede ser, ha sido designado para ser, nuestra propia experiencia aquí y ahora. La Christian Science, la Ciencia del Cristo, nos trae esa libertad a cada uno de nosotros, pues es el efecto libertador del Cristo, la Verdad. Bien haríamos en aceptar la seguridad que nos ofrece el Apóstol Juan quien nos asegura (8:36): “Si, pues, el Hijo os hiciere libres, seréis verdaderamente libres.”


Los avisos de conferencias en el futuro aparecen en la página iv.

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