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El individuo y su cuerpo

Del número de abril de 1960 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El individuo común y corriente emplea mucho tiempo pensando acerca de su cuerpo — su peso, su apetito, sus dolores y placeres, su belleza y su apariencia. Cuando nos convertimos en sinceros estudiantes de la Christian ScienceNombre que Mary Baker Eddy dió a su descubrimiento (pronunciado Crischan Sáiens). La traducción literal de estas dos palabras es “Ciencia Cristiana”. el tiempo empleado en pensar acerca del cuerpo comienza a disminuir pues se percibe, a la luz de esta Ciencia, que el cuerpo material es una ilusión contemplada por los sentidos materiales y que no forma parte del hombre para nada.

Dios es Espíritu, y el hombre, Su imagen y semejanza, es espiritual. La materia no posee realidad. Para el sentido mortal el cuerpo es aquello que capacita al individuo a que pueda ser reconocido por otros, pero en la Christian Science aprendemos que el cuerpo material no constituye la identidad verdadera del hombre. El cuerpo verdadero o identidad del hombre es espiritual.

Mary Baker Eddy dice (Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, pág. 477): “La identidad es el reflejo del Espíritu, el reflejo en formas múltiples y variadas del Principio viviente, el Amor.” El hombre se identifica por las cualidades de Dios que refleja. Reflejando las cualidades de Dios, tales como la pureza, la sabiduría, el hombre es identificado por ellas. Estas cualidades son espirituales, infinitas e indestructibles. El hombre las reflejará siempre y será siempre identificado por ellas.

Cada idea de Dios refleja todas las cualidades de Dios pero expresa estas cualidades de un modo individual. La manera por la cual una idea individual expresa el Amor puede que sea diferente al modo que lo expresa una otra, pero ambas son reflejos perfectos del mismo Amor. Las variaciones de esta expresión son las que hacen identificable individualmente a cada idea para la eternidad.

Aún en el presente estado relativo de la existencia las cualidades que expresamos determinan nuestra identidad más de lo que hace un cuerpo físico. Para probar esto podríamos hacernos la siguiente pregunta: “Cuando pensamos acerca de un amigo ausente, ¿ lo recordamos bajo o alto, delgado o gordo, o pensamos en el amor que expresa, el gozo o buen humor que manifiesta, la inteligencia que demuestra?” Por lo general hallamos que nos asociamos con las cualidades de la persona y no con el cuerpo físico.

A medida que crecemos en la comprensión del Espíritu, las cualidades del Espíritu se hacen cada vez más claras para nosotros. Hallamos que dedicamos nuestro pensamiento mucho más a estas cualidades espirituales que hemos aprendido son nuestras por reflejo. Pensamos cada vez menos acerca del cuerpo material considerándolo como en realidad no formando parte de nosotros mismos.

El cuerpo material no tiene la facultad de decirle al individuo que está enfermo o bien, que siente dolor o está feliz. Sólo podemos estar conscientes o sufrir de aquello que contemplamos en la consciencia. Mrs. Eddy dice (Ciencia y Salud, pág. 261): “Tornad vuestra mirada del cuerpo hacia la Verdad y el Amor, el Principio de toda felicidad, armonía e inmortalidad. Mantened vuestro pensamiento firmemente en lo imperecedero, lo bueno y lo verdadero, y traeréis éstos a vuestra experiencia en la medida que ocupen vuestros pensamientos.”

El objetivo de cada estudiante sincero de la Christian Science debiera ser el elevarse a ese punto donde está consciente sólo de su ser verdadero y se ha librado de toda manera mortal de pensar, incluso la creencia de que vive en un cuerpo material.

Entre las múltiples creencias a las cuales se debe hacer frente continuamente para alcanzar este objetivo está aquella universal y fuerte que dice que tenemos un alma eterna dentro del cuerpo. Esta tal llamada alma es en realidad el sentido material, la creencia que en la materia hay vida.

La Vida es Dios, el Espíritu, y llena todo el espacio. Es imposible que la Vida se aparte de su naturaleza infinita para morar dentro de un cuerpo finito. De manera que la teoría de que el alma existe dentro del cuerpo es meramente una creencia mortal, tan temporal e irreal como el cuerpo mortal. Cuando esta creencia es claramente negada, nos vemos ayudados a percibir más claramente que un cuerpo mortal no existe en realidad; en tanto que nuestra identidad verdadera es eterna. A medida que alcanzamos este punto en nuestra comprensión espiritual de Dios y el hombre, adonde hemos probado sólo en cierto grado la irrealidad del cuerpo mortal, hasta ese punto habremos ascendido por sobre las creencias del universo material. Cristo Jesús alcanzó este estado como lo probó su ascensión por sobre la materia.

A través del estudio y la práctica de la Christian Science nos es posible hacer los pasos hacia el cumplimiento de la hazaña suprema de Jesús. Cada pensamiento erróneo destruído, cada verdad nueva que aprendemos concerniente a nuestra relación con Dios y nuestro estado verdadero del ser, es un paso hacia esta triunfante gloria.

Este proceso es hermosamente descrito por Pablo en su primera epístola a los Corintios (15:53, 54): “Es necesario que este cuerpo corruptible se revista de incorrupción, y que este cuerpo mortal se revista de inmortalidad. Y cuando este cuerpo corruptible se haya revestido de incorrupción, y este cuerpo mortal se haya revestido de inmortalidad, entonces será verificado el dicho que está escrito: ¡ Tragada ha sido la muerte victoriosamente!”

Nuestra amada Guía, Mrs. Eddy, describe este proceso en la página 261 de Ciencia y Salud: “Al separaros de las mutaciones del tiempo y de los sentidos, no perderéis ni los objetivos y fines substanciales de la vida ni vuestra propia identidad. Fijando vuestra mirada en las realidades supernas, ascenderéis hacia la consciencia espiritual del ser, como el pájaro que ha salido del huevo y alisa sus alas para remontarse hacia el cielo.” Mediante una ascensión de esta especie percibiremos que nuestra verdadera identidad ha sido siempre la personificación de las cualidades divinas.

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