La Christian Science, el Consolador prometido, está gradualmente despertando al mundo adormecido, que sueña acerca de la vida en la materia, a la gloriosa realidad de que la Vida es Dios, el Espíritu. Este despertar capacita a la humanidad a distinguir entre la realidad de la creación espiritual y la fábula de una creación material.
Mrs. Eddy escribe en Ciencia y Salud (pág. 492): “Para razonar correctamente, debiera haber sólo una realidad ante el pensamiento, a saber: la existencia espiritual. Verdaderamente no hay ninguna otra existencia, ya que la Vida no puede ser unida a su desemejanza, la mortalidad.”
La creencia de que el hombre está hecho del polvo de la tierra y que la vida y la inteligencia residen en la materia está siendo expuesta a través de la luz de Dios, la Mente divina, y su falsedad es revelada al corazón hambriento que se esfuerza por hallar la realidad. ¡ Cuán agradecidos podemos estar todos de que sabemos la realidad de los hechos respecto a la creación, de manera que no nos pueden hacer creer en la mente mortal y sus conceptos ficticios acerca de una creación material! El Espíritu, Dios, es infinito y llena todo el espacio; de modo que El es la única presencia, el único poder, el único creador, que gobierna y guía toda Su creación.
La mayoría de nosotros hemos oído el dicho: “La verdad es más extraña que la fábula.” ¿No lo halla acaso curioso una gran parte de la humanidad creer en la irrealidad del mal? Hay muchos que no están prontos para aceptar la verdad que sólo el bien es verdadero; sin embargo las Escrituras nos dicen (Génesis 1:31): “Y vió Dios todo lo que había hecho; y he aquí que era muy bueno.” ¿Cuántos son los que están dispuestos a aceptar la totalidad de Dios, el bien, como la realidad y a denunciar como fábula la reclamación de poder y realidad del mal?
En Ciencia y Salud leemos lo siguiente (págs. 502, 503): “No hay más que un creador y una creación. Esta creación consiste en el desarrollo de ideas espirituales y sus identidades, que están comprendidas en la Mente infinita y la reflejan por siempre.”
Todos los atributos de Dios son la herencia eterna del hombre como reflejo de la imagen y semejanza divinas. La consciencia del Cristo, la manifestación del Amor divino, revela la creación espiritual perfecta de Dios aquí y ahora. A medida que los estudiantes de la Christian Science empiezan a comprender el hecho de la perfección de Dios y el hombre y humildemente oran pidiendo ser imbuidos de la Mente divina, perciben esta armoniosa e infinita expresión que brilla en todos sus asuntos — en los negocios, el hogar, la iglesia y las actividades sociales.
La autora recuerda con profunda gratitud su primera curación en la Christian Science. Estaba sufriendo de un crecimiento alrededor de los ojos habiéndole el médico recomendado que viera a un especialista. Ella se tornó en vez a la Christian Science; pero no sabía que una persona podía ser sanada simplemente por medio de la lectura del libro de texto de esta Ciencia.
Compró su propio ejemplar en una Sala de Lectura de la Christian Science, y cuando llegó a su casa se dispuso a leerlo. Al abrir el libro en la primera página del Prefacio se percató que había hallado la verdad que Cristo Jesús dijo haría libres a los hombres. Leyó el libro desde la primera página hasta la última, sintiéndose muy alentada a medida que percibía la diferencia entre la realidad y la fábula.
Este estado de pensamiento tan inspirador permaneció así durante varias semanas. Todo aquello que contemplaba — los árboles, las flores, el cielo y las nubes — todo le parecía más hermoso que nunca. Percibió el hecho que hay un Principio creador del universo que gobierna, Dios, y despertó en cierta medida a la belleza del Amor divino.
Su curación se llevó a cabo mediante la sola lectura del libro de texto. La Biblia, que había leído diariamente durante años, fué súbitamente iluminada en su significado espiritual. Su búsqueda de la Verdad divina había tenido éxito, y la llave que abrió la puerta del reino del cielo en la tierra era la Christian Science, la Ciencia del Cristo. A medida que leía el libro de texto, percibía que la Ciencia del ser se desarrolla a través de la inspiración y la revelación divinas y que la mente mortal es incapaz de comprender los hechos espirituales del ser.
Se dió cuenta que la materia, el resultado de la mente mortal con sus falsedades de pecado, enfermedad y muerte, prueba ser irreal mediante nuestra comprensión del hecho espiritual que la Vida es Dios, inmortal, indestructible, eterna. El hombre, el reflejo de Dios, es completo eternamente, intacto, no restringido por las creencias de la mortalidad, e inseparable del resplandor del Alma, Dios. El hombre verdadero conoce sólo la salud, la paz, la santidad, el gozo, la armonía, la abundancia y una convicción permanente del amor del Padre afectuoso que todo lo abarca.
El mortal no es el hombre; un mortal percibe sólo un fragmento limitado, temporal, a menudo discordante, enfermo o pecador de una creación material imperfecta. El Cristo, la Verdad, el Salvador impersonal, destruye las creencias mortales de la humanidad con la verdad inmortal que sólo el bien es verdadero y eterno.
El despertar espiritual es esencial en nuestra senda del sentido al Alma. La revelación de Dios como el Todo-en-todo disipa completamente la niebla de la fábula y revela el hecho verdadero acerca de Dios y Su creación, el hombre y el universo. Nuestra Guía señala muy claramente la verdad de este pensamiento en Ciencia y Salud, donde dice (pág. 264): “A medida que los mortales alcancen conceptos más correctos de Dios y del hombre, innumerables objetos de la creación, que antes eran invisibles, se harán visibles. Cuando comprendamos que la Vida es Espíritu, nunca en la materia ni de la materia, este entendimiento se desarrollará hasta llegar a su propia plenitud, encontrándolo todo en Dios, el bien, sin necesitar ninguna otra consciencia.”