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La salvación es individual

Del número de abril de 1960 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El apóstol Pablo dijo (II Corintios 5:20): “Nosotros pues somos embajadores de parte de Cristo,” — testigos vivientes de la Verdad en la comunidad. Cristo Jesús dijo lo siguiente de sí mismo (Juan 10:7,9): “En verdad, en verdad os digo: Yo soy la puerta de las ovejas. ... Por mí si alguno entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.”

La misión de Mrs. Eddy fué señalar a la humanidad cómo puede caminar en la senda seguida por el Maestro. Ella dice en su obra Miscellaneous Writings (Escritos Diversos, pág. 165): “La verdad revelada y vivida por Jesús quien dejó la tierra y entregó a los mortales como rico legado todo cuanto dijo e hizo, hace de sus seguidores los herederos de su ejemplo; mas estos no pueden apropiar ni apreciar sus tesoros de Verdad y Amor, hasta que se hayan elevado hasta ellos mediante su propio crecimiento y sus experiencias.”

Debemos vivir de acuerdo con nuestros más altos ideales de hombres y mujeres, pero no debemos pensar que el bienestar de algún otro es determinado por nuestro éxito o nuestro fracaso. Nosotros estamos llevando a cabo nuestra propia salvación, porque esa es nuestra responsabilidad individual.

Cada uno de nosotros se acerca a Dios directamente. No necesitamos intermediarios. Esto no significa que no hay ocasiones en que cada uno de nosotros necesita pedirle ayuda a otro; pero muchos son los Científicos Cristianos que han tenido ocasiones en que no pudiendo ponerse en contacto con un practicista o un amigo han tenido que volverse a Dios directamente y han obtenido resultados muy satisfacientes y fortalecedores.

La autora de este artículo pasó hace muchos años tres días abordo de un barco en una bahía extranjera. Cuando el barco entró al puerto se les informó a los pasajeros que la radio había sido sellada y que no podrían comunicarse con el mundo exterior hasta que el barco no hubiese abandonado la bahía.

Esa noche al retirarse a reposar se puso a pensar qué es lo que haría si una cierta enfermedad a la cual temía se presentara bajo estas circunstancias. Despertó durante la noche con el dolor más agudo que jamás había tenido: aquello que tanto temía le había sobrevenido.

Las personas con quienes viajaba no eran Científicos Cristianos, así es que ella temía que quizás insistirían en que se valiera de ayuda quirúrgica; de modo que salió de la cabina muy calladamente dirigiéndose a una sala de baño iluminada. Allí se paseó declarando en voz alta la verdad acerca de Dios y el hombre, al principio ciegamente, luego poco a poco con más comprensión y certidumbre.

Al fin de dos horas se sintió segura que nada podría separarla de Dios, quien era su Vida, y que esta consciencia de Su presencia era el Emmanuel o “Dios con nosotros” y que en Su presencia ella no podía verse afligida por el dolor o la confusión. Volvió a su cabina y se durmió, despertando a la mañana siguiente completamente libre, sanada.

A través de los años esta experiencia ha sido una guía para ella, en razón de que le ha enseñado algo de la eterna presencia de Dios y la disponibilidad de la curación por medio del Cristo para cada consciencia que se esfuerza por alcanzar el bien. Ninguno de nosotros debe jamás sentirse apartado de Dios en razón de que se halla separado de otros Científicos Cristianos.

Análogo al hecho que ningún otro individuo puede hacernos comprender a Dios es aquel correlativo, a decir, que ningún otro puede impedirnos de aprender y demostrar la verdad si es que así lo deseamos. Muchos principiantes han sentido que si al menos el esposo, o la esposa, o el amigo o el empleador simpatizaran con la Christian Science se llevaría a cabo la demostración y el progreso sería seguro. Pero a la fin nadie puede hacer nuestro trabajo.

Sin duda es de ayuda que aquellos que nos rodean se sientan favorables y aún agradecidos por nuestro estudio. Pero en el caso en que la familia o los amigos dejaran de vivir de acuerdo a sus altos ideales, no debemos permitir que la inarmonía ajena empañe nuestro aprecio por la Christian Science.

La receptividad y la comprensión individuales son las llaves para la salvación individual. Todos nosotros podemos estar conscientes que en la Ciencia somos ideas de la Mente, de modo que reflejamos inteligencia. Somos uno con la Mente donde el antagonismo y la oposición no pueden perdurar. En esta clase de atmósfera no podemos influir ni ser influidos erróneamente.

Volviendo a lo humano vemos que no podemos permitir que el éxito o el fracaso ajeno interrumpa nuestro progreso hacia el cielo. Sólo somos responsables de nuestra propia manera de pensar. Cuando aprendamos esto no permitiremos que la falta de aprecio de un otro sea nuestra excusa para nuestra propia negligencia. Ni tampoco aceptaremos la comunión de un otro con Dios como substituto para nuestro propio crecimiento mediante el estudio y la práctica.

Aquellos que desean saber acerca de la Ciencia del Cristianismo harán bien en contemplar a Jesús como el gran Ejemplificado y leer el libro de texto de la Christian Science, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” por Mrs. Eddy, en el cual hallarán una clara explicación de cómo practicar este Cristianismo, en vez de dirigirse a sus vecinos o a cualquier otra persona.

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