“Una vez que haya vencido esta dificultad, todo estará bien.” ¡ Cuántas veces hemos oído decir esto; quizás lo hemos dicho nosotros mismos! Pero a veces cuando hemos sido capaces de sobreponernos a una dificultad, nos hemos visto en seguida enfrentados por otra. Y entonces nos hemos sentido tentados de decir con desdeño: “La vida se reduce a una dificultad tras otra.”
Cuando David era sólo un pastorcito destruyó un león y un oso que atacaban a su majada. Más tarde la libertad de Israel se vió amenazada por Goliat. David no se quejó que él había tenido ya sus dificultades venciendo al león y al oso o que había cumplido ya con su cometido; alegremente aceptó este nuevo y gran desafío. “¡ Jehová que me libró de las garras del león, y de las garras del oso,” dijo, “él también me librará de la mano de ese filisteo!” (I Samuel 17:37), y mató a Goliat. Este fué el preludio de muchos otros desafíos aún más grandes a los cuales hizo frente como rey.
Las demandas que se le presentaron a Jesús fueron también de orden progresivo, y él les hizo frente a cada una de igual manera, es decir, vigorosa y afirmativamente. Después de haber restaurado al enfermo y al pecador, fué llamado a resucitar a los muertos. El poder de sus palabras y obras causó tal oposición que sus enemigos conspiraron en contra de él con el fin de crucificarle, mas él oró así (Lucas 22:42): “Padre, si tú quieres, aparta de mí esta copa; pero no sea hecha mi voluntad, sino la tuya.” Y se dispuso a vencer a la muerte en su propia experiencia para ascender finalmente triunfando así sobre toda la materialidad.
¿Cuál era el secreto del método efectivo que empleaba Jesús para hacer frente a cada demanda sucesiva? En las páginas 476 y 477 de “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” por Mary Baker Eddy, leemos lo siguente: “Jesús veía en la Ciencia al hombre perfecto, que aparecía a él allí mismo donde a los mortales aparecía el hombre mortal y pecador. En ese hombre perfecto el Salvador veía la semejanza misma de Dios y este concepto correcto del hombre curaba al enfermo. Así enseñó Jesús que el reino de Dios está intacto y es universal, y que el hombre es puro y santo.”
Jesús no dijo: “Aquí tenemos a un inválido, un pecador o un hombre muerto. Después que lo haya restaurado se hallará bien.” El mantenía la percepción científica de que el hombre es perfecto ahora, siempre lo ha sido y siempre lo será; y al hacer esto la evidencia material de la aflicción se desvanecía. Si él hubiese pensado que se hallaba en un mundo habitado por mortales sufrientes, no habría podido sanarle ni haber alcanzado para sí mismo la unión completa con el bien que él demostró mediante su ascensión. El reconocimiento siempre en mayor escala de que la perfección existe en todo momento nos capacita para demostrar con mayor éxito más de la perfección en cualquier ocasión.
Hoy en día entre aquellos que no conocen la Christian ScienceNombre que Mary Baker Eddy dió a su descubrimiento (pronunciado Crischan Sáiens). La traducción literal de estas dos palabras es “Ciencia Cristiana”. existen muchos que han perdido la esperanza de alcanzar la perfección. Otros creen que la humanidad, a pesar de ser mortal e imperfecta, gradualmente podrá llegar a la perfección. En ambos casos cada paso trabajoso en la experiencia terrenal es seguido por otro igualmente difícil, el cual desafortunadamente no acerca al viajante a la meta deseada.
El Científico Cristiano contempla las cosas diversamente. Percibe al hombre como inmortal, hecho a la semejanza divina, que habita el reino celestial inviolable y que se mueve siempre no de una dificultad a otra, mas de gloria en gloria. Tal como lo indican las palabras del himno n°. 65 del Himnario de la Christian Science:
De gloria en gloria sube
feliz nuestro cantar;
de gloria en gloria guía
el Amor nuestro andar.
A medida que la comprensión de este sentido verdadero de progreso es absorbida por nuestra consciencia, su efecto es sentido inmediatamente. Nuestra experiencia diaria en vez de ser una serie de luchas se convierte en un reflejo gozoso y una revelación de la gloria divina, la manifestación del plan y el propósito beneficiosos de Dios en la experiencia humana.
Los perseguidores de Jesús lo vieron colgado en la cruz y luego sellado en la tumba. Mas en todo momento, tal como lo describe Mrs. Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Christian Science, en Ciencia y Salud (pág. 43): “Fuera del alcance de la barbarie de sus enemigos, actuaba bajo la ley espiritual en desafío a la materia y a la mortalidad, y esa ley espiritual le sostenía.” Y nosotros también, al percibir que el hombre vive en todo momento de acuerdo a la ley espiritual y que se halla apoyado y sostenido por esa ley, nos elevaremos de tal modo fuera del alcance de las dificultades mortales que parecen circundarnos hasta que esas dificultades cesen de afligirnos.
En tanto que creamos que somos mortales imperfectos que luchan por alcanzar la perfección, las dificultades se presentarán una tras otra. Pero cuando percibimos que aquí y ahora el hombre es perfecto y que vive de gloria en gloria, la evidencia material que indicaría lo contrario cederá y entonces nos elevaremos por cierto de gloria en gloria. Esto puede comenzar a ser la experiencia de cada uno de nosotros, no después de haber vencido esta o aquella dificultad, mas ahora, en este mismo instante.
