Es para mí un gran gozo ofrecer este testimonio que demuestra cómo la comprensión de la verdad puede ser aplicada con éxito.
En el mes de diciembre del año 1954 me hallaba con la cara enteramente cubierta de un zarpullido. Poséia un ejemplar del libro de texto, Ciencia y Salud por Mrs. Eddy, y lo leía cuanto me era posible. Después de cinco días el zarpullido desapareció completamente. No consulté a un médico ni hice uso de medicinas, pero me apoyé enteramente en lo que enseña la Christian Science, a decir, que el hombre ha sido hecho a la semejanza de Dios.
En una ocasión el zarpullido reapareció, esta vez en todo el cuerpo. Llamé entonces a un practicista de la Christian Science pidiéndole ayuda, que al momento me fué suministrada muy afectuosamente. Aquellos que me rodeaban hablaban mucho de médicos y medicinas, pero yo permanecí sordo a todo lo que decían. Para mi sólo existía Uno que podía ayudarme, es decir, Dios, el Todopoderoso, que sana todos nuestros males y cuya mano me había protegido tantas veces en momentos de peligro. A El le debo una gratitud sin límites. Pasaron muchos meses antes de que se manifestara la curación total, pero ahora me siento feliz de poder expresar mi gratitud por ella.
En otra ocasión fui sanado de un pie magullado. Durante tres meses tuve que caminar ayudado por muletas. Pero durante todo ese tiempo leí con gran devoción la Biblia y el libro de texto. No llamé a un médico. También pude sobreponerme sin dificultad a los vicios de la bebida y el tabaco.
Estas curaciones y bendiciones que me ha otorgado el Amor divino, que nos protege y guía a todos, son sólo unas cuantas de las que he experimentado. Todos los días ruego y me esfuerzo por ser un Científico Cristiano más sincero y verdadero. Por todo el bien que he recibido a través de la Christian Science expreso aquí mi sincera gratitud.— Villa La Angostura, Neuquén, Argentina.
