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El gozo que aporta el verdadero sacrificio

Del número de julio de 1962 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El sacrificio significaba originalmente una oferta material que se hacía a una deidad en señal de adoración o expiación. Según costumbre moderna quiere decir abandonar por amor a los demás, objetos y cosas que apreciamos. Pero el sacrificio verdadero significa el gozo de dejar todo por el Cristo, la Verdad.

Cristo Jesús dijo (Mateo 10:37, 38): “El que ama a padre o a madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a hijo o a hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí.” Llevar la cruz significa que debemos hacer muchos sacrificios personales para poder vencer el pecado y el error, y esto afortunadamente nos alivia del materialismo el cual esconde la Verdad.

Los religionarios, los estadistas, los científicos y otros, incluso los hombres y mujeres en las fuerzas armadas hacen sacrificios por el bien de la humanidad. Pero los sacrificios materiales solamente no aportan la recompensa del gozo que Jesús indicó, se manifestaría para aquellos que moraran en su amor.

En Ciencia y Salud Mrs. Eddy escribe esto acerca de nuestro Maestro (pág. 51): “Tenía el poder de deponer un sentido humano de la vida por su identidad espiritual a la semejanza de lo divino”, y en el mismo párrafo añade: “El sabía que la materia no tenía vida y que la Vida real es Dios.”

Jesús fue nuestro Mostrador del camino. Pudo deponer el concepto humano de la vida, y de ese modo enseñar a los mortales que el ser inmortal verdadero del hombre, es el reflejo de la Vida y el Amor divinos. Enseñó que el gozo completo puede hallarse en el amor desinteresado, cualidad espiritual que no puede ser percibida por los sentidos físicos. La espiritualización del pensamiento y del móvil es lo que nos capacita para sanar al enfermo y al pecador, tal como lo llevó a cabo Jesús.

La Christian Science eleva el pensamiento al concepto espiritual de lo que significan la adoración y la expiación. Nos capacita para demostrar la unidad del hombre con Dios, el Espíritu, como Su imagen. En razón de que nuestro ser verdadero se halla libre de la materia, podemos elevarnos por encima de cualquier creencia deprimente de que el sacrificio sea en realidad una pérdida. Cada situación humana debe ofrecernos la oportunidad de abandonar la materia o el error, y adquirir más comprensión espiritual y amor por el Cristo, la Verdad. Esto constituye la manera correcta, segura y gozosa de hacer los sacrificios que son necesarios para alcanzar la realización de móviles dignos.

El hombre, el hijo espiritual y perfecto del Padre-Madre Dios, no se halla sujeto al nacimiento, crecimiento, la edad y la muerte. Es en vez impecable, sano y del todo armonioso. Los mortales no pueden ni dar ni quitar el gozo. El gozo es innato porque el hombre expresa la substancia del Alma en toda su gloria y belleza.

La mente mortal sugiere el concepto opuesto del hombre que aparece como material, imperfecto, capaz de cometer el mal. Este concepto falso de la creación debe ser reemplazado con el verdadero. Debemos estar dispuestos a abandonar el testimonio de los sentidos físicos por agradables o deseables que parezcan ser. Sólo en lo que concierne al sentido espiritual podemos decir como dijo el poeta Keats: “Aquello que es bello proporciona un goce eterno.” El significado verdadero de la cruz es percibido solamente en la belleza de su corona, el símbolo de la Vida v el gozo eternos.

El gozo verdadero caracterizó la vida y el trabajo hecho con modestia por nuestra Guía, Mrs. Eddy. Ella da este sabio consejo en su obra Miscellaneous Writings (Escritos Diversos, pág. 155): “Todo poder y felicidad son espirituales y proceden de la bondad. Sacrificad el ser propio para bendeciros los unos a los otros, tal como Dios os ha bendecido a vosotros. Olvidaos de vosotros mismos y trabajad por la humanidad.” Y en el mismo párrafo añade: “Mientras avanzáis humildemente, tened fe, sed valientes en la guerra asignada al cristiano y la paz coronará vuestro gozo.”

El sacrificio verdadero y el gozo se relacionan con el poder espiritual al cual debemos expresar en humildad, fe y una valiente actitud en contra de la resistencia del error a la Verdad. A medida que lo hacemos, ni el poder aparente ni la circunstancia material que niega al Cristo, podrán privarnos de la paz y la seguridad que Dios nos ha otorgado.

La bondad, el desinterés, la pureza y el amor que expresamos en nuestra labor de sacrificio por la humanidad son cualidades de Dios, la Mente divina. La Mente las sostiene y mantiene con su poder infinito. De modo que podemos tomar la cruz y seguir a Cristo sin perder la salud, la fuerza ni el gozo.

Cualquier sacrificio de orgullo, temor, amor de sí mismo o voluntad propia que un miembro de La Iglesia Madre o de una iglesia Científica de Cristo filial tuviera que hacer, para dar su cabal apoyo a la gran causa de la Christian Science, puede probar que conduce a su poder sanador, su sabiduría y gozo. Servir en la iglesia, en cualquier trabajo, ofrece preciosas oportunidades de olvidarse del ser propio para glorificar a Dios y así ser merecedores de una rica recompensa espiritual.

“El sacrificio propio es el camino real que conduce al cielo,” así lo declara Mrs. Eddy en su libro “No y Sí” (pág. 33). En la misma página, hablando de la Biblia y de Ciencia y Salud, y de la habilidad que tienen estos dos libros de establecer el reino del Cristo sobre la tierra, ella nombra al sacrificio y la oración entre los requisitos para adquirir la comprensión y demostración de la verdad que contienen estos libros de texto.

Haciendo caso omiso de su tal llamada edad, herencia o medio ambiente, educación, vocación o situación, aquel que estudia estos dos volúmenes y devotamente se esfuerza por desechar la manera de pensar material, reemplazándola por el concepto correcto del hombre como la idea espiritual de Dios, está haciendo el sacrificio que se halla dotado del mayor bien tanto para sí mismo como para la humanidad. En la proporción en que pone en práctica aquello que lee experimentará el gozo, el éxito y la paz verdaderos. Esto es lo que constituye tomar la cruz para alcanzar la corona.

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