La verdadera libertad es espiritual. Es la herencia del hombre por ser hijo de Dios. La libertad no es sólo el privilegio de la vida, mas ofrece también el dominio de vivir bajo el gobierno espiritual de Dios, libre de la opresión, la agresión y las oscuras supersticiones del materialismo.
La libertad ofrece la oportunidad de pensar y actuar de acuerdo a los dictados de nuestra conciencia y al sentido más elevado de la Verdad; no incluye la facultad de usar el mal al servicio del egoísmo o la voluntad humana. La libertad verdadera da la sabiduría que permite percibir que el poder pertenece a Dios, el Principio divino, el Amor, y que no existe en la conspiración del materialismo. La libertad incluye la oportunidad de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos espontáneamente, de acuerdo a la ley de Dios del Amor. Entre los frutos que aporta la libertad, hallamos el gozo y la armonía de relaciones honorables, salud y mente sanas, integridad en los negocios, amplias oportunidades, seguridad de nuestra posición, el poder de lo justo—los valores y la substancia de la realidad espiritual que se desarrolla dentro de nuestra consciencia del bien.
La libertad es imparcial y universal, no pertenece a unos más que a otros. Puede ser hallada, vivida y amada en la Ciencia del Cristo, que en esta era aparece en la forma de las enseñanzas y la práctica de la Christian Science. Mediante la comprensión del poder espiritual, la humanidad puede comprender la libertad de pensamiento y acción, y el apreciarlas ayudará a que se mantengan intactas.
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