El hecho de que la Christian Science enseña que la enfermedad no proviene de Dios y en consecuencia es irreal—nada—a veces deja perplejo al estudiante novicio de esta Ciencia. Para el sentido humano puede que la enfermedad parezca muy verdadera y obvia. No obstante, al proseguir sus estudios, el estudiante descubrirá que Dios, siendo la esencia del bien y el creador único, no puede de ninguna manera crear nada desemejante de Sí mismo, el bien, nada desemejante de la Vida, la Verdad y el Amor. Percibirá también que el error, incluso la enfermedad, se origina de la creencia que Dios no es el Todo-en-todo, y que existe otro poder que puede destruir el bien.
En la medida en que aumenta su comprensión, el Científico Cristiano adquirirá la confianza que le permitirá afirmar siempre la omnipotencia, la omnipresencia y la omniciencia de Dios, el bien. Reconocerá que el error de cualquier especie carece de base en la Verdad y que para verse libre y sentirse sano debe excluir de su pensamiento la creencia de que el error posee entidad o poder.
En Ciencia y Salud por Mrs. Eddy leemos lo siguiente (pág. 346): “Algunas veces se dice que la Christian Science enseña la nada del pecado, la enfermedad y la muerte, y después enseña cómo esta nada ha de ser salvada y curada. La nulidad de la nada es evidente; pero necesitamos comprender que el error no es nada, y que su nada no es salvada, sino que tiene que ser demostrada a fin de probar el algo,— sí, la totalidad—de la Verdad.”
La importancia de esta declaración fue profundamente apreciada hace muchos años por una estudiante de la Christian Science. Un pequeño, feo y doloroso tumor se le apareció en el dorso de la muñeca. Una amiga que se entendía en asuntos de medicina le mencionó que sólo un médico cirujano podría extirpárselo. La Científica Cristiana le respondió citándole el siguiente versículo de la Biblia (Hebreos 4:12): “Porque la palabra de Dios es viva, y eficaz”, y ella añadió llena de aplomo, “y más aguda que el bisturí de un cirujano.”
Ella aseguró a su amiga que su condición podía ser sanada mediante el tratamiento en la Christian Science. Como no mejoró por su propia comprensión de la Ciencia, ella pidió la ayuda de una practicista. A las pocas semanas, la hinchazón desapareció. La estudiante se sintió sinceramente agradecida y con gran gozo les contó inmediatamente a todos sus amigos acerca de su curación. Poco después halló con gran pena que la condición había vuelto a aparecer y esta vez, aún más grande.
Humildemente hizo un análisis de sus pensamientos para descubrir qué es lo que había producido la reaparición. El error fue descubierto y aclarado prontamente por estas palabras que aparecen en Ciencia y Salud y que dicen (pág. 86): “La mente mortal ve lo que cree tan ciertamente como cree lo que ve.” Al hablar prematuramente a otros de su curación sin distinción, la estudiante había aumentado mentalmente su condición física y la había contemplado en su propio pensamiento como algo muy real, que había sido eliminado en realidad, en tanto que ella debía de haber percibido la irrealidad de la condición.
Al continuar orando, ella percibió que en vista de que Dios, el bien, es el creador o causa única, un tumor, por ser lo contrario del bien, jamás podía tener una causa, de manera que tampoco podía ser un efecto; por lo tanto no es nada. También percibió que en razón de que es nada, nunca había existido y tampoco podía reaparecer. Durante los días que siguieron ella se aferró mentalmente a esta verdad que se le había revelado y refutando toda sugestión de molestia, reconoció solamente la presencia del bien y de la armonía. Un día notó que su muñeca había vuelto a la normalidad y ha permanecido así desde entonces.
Cristo Jesús, nuestro gran Mostrador del camino, mantuvo por siempre sus pensamientos en consonancia con Dios, jamás vaciló entre el bien y el mal. Sanó toda clase de enfermedades, lo cual constituye una prueba clara que no han sido creadas por Dios ni son legítimas. Leemos que cuando sanó al niño epiléptico “reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: ¡Espíritu mudo y sordo, yo te mando que salgas de él, y no entres más en él!” (Marcos 9:25). Jesús retó y echó fuera al error de la creencia que reclamaba que el niño se hallaba enfermo. Percibiendo su nulidad privó al error de todo poder para volver a aparecer.
La Christian Science nos asegura la permanencia de la curación cuando el error de la creencia cede a la comprensión de Dios. En la página 217 de Ciencia y Salud, leemos esto: “Una vez que hayáis vencido cierto estado enfermizo del cuerpo por medio de la Mente, ese estado jamás se presentará de nuevo, y habéis ganado un punto en la Ciencia.”