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El maná escondido

Del número de enero de 1963 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


“Al que venciere, le daré a comer del maná escondido,” así prometió el Apóstol Juan a aquellos que nombran el nombre de Cristo (Apoc. 2:17). El se refería a una antigua costumbre de la era del Exodo. Cuando el maná alimentó al principio a los hijos de Israel, Moisés ordenó a Aarón a que tomara una olla y la llenara con maná y la pusiera “delante del Testimonio” y la escondiera en el santuario donde permanecería para las generaciones futuras. Debía servir como una constante señal que recordara a la gente, en caso que dudaran de la eterna presencia del poder sustentador de Dios, y del cual habían tenido abundantes pruebas en el desierto.

La Christian ScienceNombre que Mary Baker Eddy dió a su descubrimiento (pronunciado Crischan Sáiens). La traducción literal de estas dos palabras es “Ciencia Cristiana”. enseña con absoluta claridad que la duda de esta clase carece de base, pues aunque el pan no siempre está a la vista del hambriento, el maná verdadero jamás se halla escondido para aquellos que están despiertos espiritualmente. Así como el maná caía diariamente del cielo para alimentar a los hijos de Israel, también el pan de la Vida se manifiesta cada día para aquellos cuyos ojos y corazones están abiertos para recibirlo.

Este pan es el Cristo. Está escondido para aquellos que lo buscan o insisten verlo con el sentido material, ignorantes del hecho que mediante la Christian Science este pan de la Vida se ha hecho perfectamente tangible para el sentido espiritual. Cristo Jesús mismo declaró (Juan 6:33–35): “El pan de Dios es aquel que descendió del cielo, y da vida al mundo... Yo soy el pan de la vida: el que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca jamás tendrá sed.”

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