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¿Cuán grande es el hombre?

Del número de abril de 1963 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Christian Science Monitor


En la obra “Julio César” por William Shakespeare hay un interesante comentario respecto a la dicha y las debilidades de la humanidad. Recordando que a los ojos del pueblo, César se había convertido en un dios, Casio dijo lo siguiente:

Cuando se hallaba en España tuvo fiebres, y al hacer presa en él, observé cómo temblaba. ¡Es verdad, ese dios temblaba!

¿Cuán grandes son los hombres? Han sido capaces de llevar a cabo hazañas casi increíbles mediante la ciencia física. Han descendido a grandes profundidades en el océano, han hecho vuelos aéreos más rápidos que la velocidad del sonido y han retornado intactos de viajes a la estratosfera. ¿Y sin embargo, si al igual que César, todavía se hallan sujetos a los estragos de la enfermedad, puede acaso decirse que han obtenido el dominio que buscan? ¿Hasta qué punto llega su grandeza, y cómo puede ser desarrollada para que incluya todas las fases de su experiencia?

Estas preguntas son respondidas satisfactoriamente a muchos pensadores sinceros mediante las enseñanzas de la Christian Science. Esta Ciencia revela que la grandeza verdadera del hombre resulta por que él es el reflejo de Dios. En otras palabras, Dios es grande, supremo, no contaminado por las limitaciones de ninguna especie. El hombre es en realidad el reflejo perfecto de Dios, de manera que es igualmente armonioso y libre.

Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Christian Science, presenta la relación de Dios y el hombre en estas palabras en Miscellaneous Writings (Escritos Misceláneos, pág. 187): “El origen, substancia y vida del hombre son uno, y ese uno es Dios, la Vida, la Verdad y el Amor. La autoexistencia, lo perfecto, y lo eterno, es Dios, y el hombre es el reflejo y la gloria de todo esto.”

Cristo Jesús ejemplificó mejor que nadie la grandeza que pertenece al hombre como reflejo de Dios. Llevó a cabo maravillosas obras de curación e hizo frente a diversas necesidades humanas. No obstante jamás permitió que otros lo deificaran, pues sabía que toda la grandeza procede de Dios y debe ser atribuida a El. El Maestro dijo (Juan 7:18): “Quien de parte de sí mismo habla, busca su propia gloria; mas el que busca la gloria de aquel que le envió, éste es veraz, y no hay injusticia en él.”

La Christian Science enseña que todos pueden seguir el ejemplo del Maestro en la demostración de la grandeza de Dios para sobreponerse a las condiciones discordantes. Esta experiencia que relataremos lo demuestra.

Una señora que tenía que cumplir con un importante compromiso, cayó enferma el día antes, con una dificultad bastante severa a las vías respiratorias y que al finalizar el día empeoró haciéndose crítica. Pidió ayuda a un practicista de la Christian Science. Meditando acerca de lo que en realidad significaba el proceso de la respiración, el practicista percibió que la respiración incluía la inspiración, que en su aspecto más elevado constituye la afluencia de ideas espirituales y que la expiración puede considerarse como el dar o expresión de las cualidades espirituales.

Se le citaron las palabras de la Biblia que dicen (Job 33:4): “El Espíritu de Dios me hizo, y el aliento del Omnipotente me ha dado vida.” Ella percibió que en vez de ser un mortal sufriente que estaba luchando por respirar, ella era en realidad el reflejo incorpóreo de Dios que respiraba la atmósfera del Amor divino. A los veinte minutos pudo respirar bastante libremente. Poco después se durmió y cuando despertó a la otra mañana se hallaba libre y pudo cumplir con su compromiso.

Contrariamente al César cuya grandeza no alcanzaba el dominio sobre la enfermedad, los seguidores de Jesús pueden probar que la grandeza de Dios les da la superioridad por sobre todo lo que es desemejante al bien, tal como lo probó Jesús. Hablando del Maestro, Mrs. Eddy dice en su obra Miscellaneous Writings (pág. 270): “Mantenerse fiel a sus preceptos y practicarlos es el único pasaporte hacia su poder; y la senda de la bondad y de la grandeza se manifiesta en los modos y los métodos de Dios.”

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